::Conor's POV::
El sabor de su sangre es exquisito, diferente. Definitivamente la sangre humana no crea esta atracción en mí. Cuanto más succiono, más quiero, de manera que no logro saciarme.
-¡Oh, my God, Conor! ¡Suéltala ya! -oigo a lo lejos la voz de Rosaly, pero nada me impide parar.
No soy dueño de mis actos, simplemente me dejo llevar por mis instintos más oscuros. Entonces es cuando alguien se echa sobre mí y me aparta de Talía, que yace inmóvil en el sofá. La miro confuso y me llevo una mano a mi boca, retirando los restos de sangre y metiéndome el dedo en la boca a continuación.
-Reza para que viva -refunfuña Marco, que ha sido el que me ha apartado de ella.
-¿Desde cuándo os importa la vida de una desconocida? -los fulmino con la mirada.
-Desde que Venia nos ha encargado que se la entreguemos. Quiere averiguar su naturaleza -explica Rosaly con la oreja pegada a la boca de Talía.
Venia es una vieja bruja muy poderosa, y, por el bien de la raza vampírica, es mejor hacerle caso. Marco se acerca a la chica y noto como su cuerpo se tensa al oler su sangre. Pero, a diferencia de mí e igual que Rosaly, él controla sus impulsos. La vampiresa le pone una gasa en el cuello, cortando la hemorragia que mis colmillos han causado. La cara de Talía está pálida, y sus párpados cerrados. Sus labios están entreabiertos, y no se mueve.
Tras varios segundos sus ojos se abren levemente y se posan en los míos, y una lágrima escapa de ellos. Mierda, ¿qué es este pesar que se expande a través de mi pecho? Pero no puede ser, mis sentimientos humanos quedaron enterrados hace una eternidad, no puedo estar sintiendo... culpabilidad, ¿o sí? Frunzo el ceño y rompo cualquier tipo de contacto visual que tuviera con ella. Levanto la cabeza y me dirijo andando (sí, andando) hacia el bosque, donde me pierdo entre sus árboles.
Después de varias horas corriendo sin parar para despejarme, vuelvo a la casa. La verdad es que los vampiros no necesitamos dormir, pero unas horas de sueño nunca vienen mal para abrir la mente. Estoy dirigiéndome hacia mi habitación cuando veo la puerta de una de las habitaciones entreabierta. Curioso, entro en ella y encuentro a Talía tumbada en una cama. Su pecho asciende y desciende rítmicamente, y cuando me voy a acercar más a ella, el suelo cruje, y salgo disparado fuera de la habitación. Desde la oscuridad, veo cómo la chica da un respingo mientras abre los ojos y mira alrededor. Entonces nuestras miradas se cruzan. Pero, eso es imposible. Las brujas no ven en la oscuridad. Sin decir palabra, desaparezco y entro en mi cuarto.
Después de estar cuatro horas tumbado en la cama como un zombi (afortunadamente los zombis sí son pura leyenda), un rayo de sol alcanza mis ojos, y seguidamente alzo una mano para protegérmelos. Me cambio de ropa, ya que la que tengo puesta está bastante llena de sangre y otros restos de humanidad, y bajo al salón, donde encuentro a Rosaly leyendo.
-¿Y la bruja? -pregunto al notar su ausencia.
-Buenos días a ti también -ignora mi pregunta.
Mi oído capta una voz aguda y me paro al otro lado de la puerta de la cocina, escuchando.
-Iba a escaparme -escucho a Talía.
-¿De tus padres? -ahora es Marco el que habla.
-Sí, y de mis hermanos -añade simplemente ella.
-¿Por qué?
-No quiero hablar de eso -dice con voz apagada.
Entonces aprovecho e irrumpo en la cocina. Talía está en frente de un tazón de cereales (que no sé de dónde ha salido puesto que nosotros solo nos alimentamos de sangre) y cuando me ve baja la mirada. Noto como se tensa y su piel se pone de gallina. Un pequeño gruñido se escapa de sus labios involuntariamente. Su labio inferior tiembla, y cuando sube la cabeza sus ojos brillan, amarillentos. Miro a Marco, confundido.
-Yo me encargo, colega - me comunica mentalmente y asiento.
Simplemente no hago nada, me quedo parado y observo cómo la chica mira de un lado a otro, confusa. Marco se acerca y ella se levanta y retrocede despacio.
-Nadie te va a hacer daño, Talía -la tranquiliza Marco.
Entonces sus ojos adquieren de nuevo su color original, y me mira asustada.
-Tenemos que llevarla a ver a Venia -dice Rosaly, que aparece de la nada.
Asiento y miro a Marco.
-Tú la convences para que se suba al coche, amigo -le digo mentalmente a mi amigo y salgo de la cocina.