Dos corazones de hielo

6.1; El vínculo

::Talía's POV::

Gritos y gritos se escapan de mi garganta al sentir cómo cada uno de mis huesos crujen. No sé cuánto tiempo va a durar esta agonía, pero espero que acabe pronto. Siento ardor en la garganta, y me duelen los oídos de mis propios chillidos. Las muñecas me queman al rozar con las cadenas a las que me encuentro atada, mis ojos se vuelven demasiado sensibles, casi no puedo abrirlos, y mis uñas se afilan como navajas. También me doy cuenta de que me han crecido los caninos cuando sin querer me muerdo la lengua. Y al final, me ahogo con mis propias lágrimas, que no cesan de salir.

(...)

Despierto de golpe, cuando siento la mirada de alguien clavada en mí. ¿Cómo sabía que alguien me observaba mientras dormía? Ni yo misma tengo una respuesta. Estoy otra vez en la cama del cuarto de paredes verdes, y Conor se encuentra sentado en una silla de madera cerca de la puerta de la habitación, mirándome atentamente. Entonces los recuerdos de aquella horrible tortura vuelan por mi mente y me estremezco. Me doy cuenta de que mis sucias y rotas prendas han sido reemplazadas por un camisón blanco. Por encima de este, palpo mi costado y me sorprendo al ver que no me duele, aunque mis muñecas están magulladas y me escuecen.

Miro atónita a Conor, pero en cuanto nuestras miradas se cruzan, algo sucede. Mi mente ya no sigue ahí, ha viajado a algún sitio que desconozco.

Miro a mi alrededor, confundida. Me encuentro en una especie de establo, todo el suelo cubierto de heno y suciedad. Unos gritos agudos llaman mi atención, acompañados de una risa grave que hace que me estremezca. Me giro y observo escondida la escena. En el suelo, un niño de cabellos dorados y menudo se arrastra llorando. Entonces un hombre aparece en mi campo de visión, persiguiendo al chico con un látigo en la mano. El hombre le grita algo al niño que no logro comprender del todo, en un idioma un poco familiar para mí: el inglés. Alza la mano con el látigo, y el pequeño se acurruca contra la pared de madera. Pero, antes de que le aseste el golpe, alguien me sacude y vuelvo a la realidad.

-¡Sal de mi cabeza! -grita Conor furioso mientras me sacude.

Lágrimas comienzan a salir de mis ojos, disolviéndose en mi boca. Lo sé, soy una llorona. No soy fuerte ni valiente, en resumen: no sirvo para nada. Conor me asusta, me asusta que me muerda de nuevo, y que esta vez no estén Rosaly o Marco para quitármelo de encima. Sé de lo que es capaz, y me encantaría no saberlo. Me encantaría que aquella noche simplemente me hubiera dirigido por otro camino, que nunca me hubiera topado con Conor. Pero por otra parte me pregunto, ¿qué hubiera sido de mí? También me cuestiono por qué simplemente no me dejó morir anoche, por qué, a pesar de la fiera que guarda en su interior, me salvó. Ese hecho me tiene aún sin palabras.

-Lo siento -murmuro tan bajo que dudo que me haya oído.

El vampiro me quita las manos de encima y me observa por un largo rato. Su mirada me intimida tanto que poso la vista en mis lastimadas muñecas. Él baja la cabeza y se gira, para sentarse de nuevo en la silla. Su presencia me incomoda, me hace sentir nerviosa e insegura. Entonces, en un segundo, él está en frente de mí y pego un brinco, alejándome de él.

-Si quisiera hacerte daño, ten por seguro que ya estarías muerta, lobita -me dice, dejándome confundida.

¿Cómo demonios sabía lo que estaba pensando? Lo miro raro, con una mezcla de miedo y curiosidad.

"¿Me oyes?", pienso, y, acercándose a mi oído, murmura:

-Sí.

Y se aleja al instante. Mi expresión se vuelve roja de rabia, y de repente las uñas de mis manos crecen, transformándose en pequeñas garras.

-No te metas tú ahora en mi mente, Conor -saboreo su nombre, creo que por primera vez.

No quiero que descubra lo frágil que soy, lo poco que me quería mi familia, si es que puedo llamar a esas personas como tal, o lo mucho que me gustaría poder desaparecer para siempre.

-No pienses muy fuerte, y no podré hacerlo. Todo esto es cosa del vínculo.

-¿Qué vínculo? -pregunto, temiéndome lo peor.

-Necesitabas mi sangre para sobrevivir a la transición, y ahora tenemos un vínculo que solo una bruja puede eliminar. Nuestras mentes están, de alguna manera, conectadas.

Espera ¿qué? Dios mío, he bebido sangre. El hecho hace que me mareé ligeramente, llevándome las manos al estómago. Ahora que lo pienso, tengo hambre. Creo que llevo sin comer dos días, si no más. Quiero comer. Mi estómago ruge estúpidamente y Conor me mira. Intento poner la mente en blanco, pero sus ojos me intimidan demasiado.

-¿Me transformé en... lobo? -murmuro tragando despacio.

-No... del todo.

-¿Del todo? ¿Qué quieres decir?

-Quiero decir que no te transformaste en lobo, pero tu cuerpo sufrió algunos cambios.

Mi estómago vuelve a rugir, y entonces noto que mis colmillos están más grandes de lo normal. Tengo hambre, pero algo falla. Esta vez es diferente, esta vez no puedo ignorarlo. Necesito algo... pero no sé el qué.

-Necesitas carne -me saca Conor de mis pensamientos, haciendo que mis colmillos se alarguen todavía más cuando pienso en sus palabras.




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