Dos corazones de hielo

7.2; Bomba de furia

::Talía's POV::

-Creía que íbamos en coche... -murmuro, disconforme con todo esto.

-¿Has visto cuántos somos? ¿Crees que cabemos en un coche? -masculla Conor.

-No... Pero me siento una carga -confieso.

Héctor suelta una carcajada, haciendo que Conor se tense.

-Eres la razón por la que hacemos esto, pequeña -me dice el hombre lobo.

Su presencia me incomoda, y me alejo de él, acercándome a Marco. Nos encontramos en la orilla de un pequeño lago que se ha cruzado en nuestro camino, y los hombres lobo han decidido descansar un rato, ya que ellos, en su forma humana, se cansan más que los vampiros. Héctor les ha prohibido convertirse en lobos para que no me sienta amenazada por ellos, aunque a decir verdad, ya nada me importa. El licántropo sigue disculpándose, pero no sé por qué insiste en tratarme así cuando no ha conseguido ni una palabra por mi parte. Cada vez que me habla, mira o cualquier cosa, la horrible transición viene a mi mente y me atormenta.

Se supone que en varias horas, a velocidad sobrehumana, llegaremos a mi madre. Pero os preguntaréis: ¿puede, Talía, correr como un hombre lobo? La respuesta es no. Y, ¿cómo lo hacen entonces? Pues, desgraciadamente, Marco ha sido, a petición mía, el que me ha cargado todo el camino.

La tensión entre vampiros y lobos se palpa en el aire. Una vez estamos listos para partir de nuevo, Héctor se me acerca otra vez.

-Si quieres puedo llevarte yo ahora -me dice sonriendo.

-Si quieres te meto una hostia -gruñe Marco, haciendo que Héctor se marche por dónde ha venido-. Ven, no dejaré que ese idiota te toque -repone y, mirando a la manada de reojo, me da la espalda-. Vamos, sube.

De un brinco, me subo a la espalda de Marco, y emprendemos de nuevo el viaje siguiendo a los lobos.

Después de no sé cuánto tiempo corriendo a tal velocidad que todo a mi alrededor se volvía un borrón, paramos de nuevo. Me aliso la ropa y me acerco a Rosaly, que coquetea con uno de la manada.

-Rosaly -la llamo y, tras mirar una vez más al hombre lobo, viene hacia mí.

-¿Estás bien? -me pregunta, extrañada de que le hable a ella y no a Marco.

La verdad es que no he intercambiado muchas palabras con ella, que digamos.

-Sí, bueno, yo... -murmuro.

Me sonríe cálidamente antes de hablar.

-Vamos, puedes decirme lo que sea.

Me acerco a su oído y lo suelto.

-Tengo hambre, pero no quiero... un conejo muerto -susurro poniendo cara de asco.

Cuando Conor apareció con aquel conejo en la mano, me entraron ganas de vomitar, pero después, como si algo me empujara a hacerlo, me lo comí. Fue tan raro, mientras lo devoraba me sentía tan agusto, pero cuando lo acabé, el sentimiento fue terrible, consumiéndome por completo. Me había tragado a un pobre conejo. Me dije que no volvería a hacer algo así, aunque me muriera de hambre.

La expresión de la vampira se suaviza, dejándome ver un pequeño holluelo en su mejilla derecha cuando sonríe.

-Tranquila, sabía que esto iba a pasar -me dice y la miro con el ceño fruncido.

Antes de que pueda decir nada, la rubia abre su pequeña mochila y saca un paquete de patatas de jamón. La miro esbozando una sonrisa, y me tiende el aperitivo, que cojo con ganas.

-Cuando tengas hambre, avísame, he traído más -me guiña un ojo y vuelve al lado del pelirrojo con el que hablaba antes.

Abro el paquete de patatas y empiezo a comérmelo, pero me quedo inmóvil al notar una presencia a mi lado. Cuando me giro y entablo contacto visual con esos ojos azules, vuelve a suceder.

Ya no me encuentro allí, en el bosque, ahora estoy en un callejón oscuro, sin salida. De repente, escucho gritos, pero se silencian al instante. Asustada, me escondo detrás de un contenedor de basura que apesta y diviso a dos siluetas en el callejón. Un chico y una chica. El muchacho coge a la chica del cuello y la pega a la pared, pero ella, por alguna razón, no se defiende ni grita. Entonces él gira la cabeza y lo veo. Conor. Ahogo un grito cuando desgarra el cuello de la chica, y me tapo los ojos, haciéndome un ovillo sobre mí misma.

-Talía. ¡Talía!

Abro los ojos y emito un grito que daña hasta mis tímpanos. Conor hace una mueca de dolor y se aleja unos pasos de mí.

-¡No, vete! ¡Marco! -sollozo ahogándome con mis propias lágrimas.

-¿Qué mierda está pasando? -grita el castaño, mirando a Conor con sus ojos color turquesa.

-El maldito vínculo, joder -dice simplemente y se aleja hacia los árboles.

Miro alrededor en busca de mi comida, y encuentro la bolsa tirada en el suelo. Se han desperdiciado algunas patatas, pero el paquete sigue intacto, así que lo recojo.

Marco se agacha y me ayuda a levantarme mientras me mira con el ceño fruncido.

-¿Qué pasó? -pregunta suavemente.

-El vínculo me da acceso a sus recuerdos, pero no puedo controlarlo. Él lee mis pensamientos y yo entro en sus recuerdos, es tan desagradable -sollozo.

-Magda lo eliminará en cuanto lleguemos, intenta evitarlo por el momento -me tranquiliza y asiento con la cabeza.

-¡Eh, vamos a partir! -grita uno de los hombres lobo.




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