Dos corazones de hielo

12.2; Venganza

::Conor's POV::

Lo sé, frustrante.

Pero bueno, ya han pasado dos semanas desde que Talía eligió a mi mejor amigo para que se quedara con ella, no sé por qué diablos no consigo olvidarla. Ni siquiera le di tiempo a explicarse, simplemente me marché, incluso sin Rosaly. Ahora me arrepiento un poco de no haberla traído conmigo de vuelta a casa, ya que desde entonces no la he visto.

Miro a Diana, la pelirroja que se encuentra en mi cama esperando a que me alimente de ella. Sus pequeños ojos verdes me observan sin temor, como yo le he ordenado. Sin embargo, creo que no voy a matarla aún; me ha costado bastante encontrar a una muchacha de estas características. Prefiero jugar un poco con ella.

Me acerco lentamente a sus labios, que muerde suavemente. Cuando nuestras bocas se juntan, comienzo a pasar mis manos por todo su cuerpo, haciendo que se retuerza de placer. La intensidad del beso aumenta, y noto como mis colmillos se alargan poco a poco. Entonces, la imagen de Talía se cuela entre mis pensamientos, y me separo de Diana bruscamente, provocando que me mire con el ceño fruncido.

Mierda, ¿pero qué demonios estoy haciendo?

-No te muevas. No grites -le digo usando control mental.

Y, despacio, aspiro su cuello y clavo mis colmillos en él, notando cómo la chica se tensa. Succiono y succiono todo de golpe, y aprecio cómo sus manos se enfrían. En poco tiempo, la chica cae muerta sobre mis sábanas, y una amarga sonrisa aparece en mis labios manchados de sangre, que relamo.

He vuelto a matar, sí. Y me encanta notar el dolor que le produzco a los humanos, son tan débiles. "Nada como una buena chica para cenar", me digo sonriendo con ironía.

Cojo a la chica en brazos y la llevo al jardín, donde cavo un hollo antes de enterrarla. Necesito más como ella, más pelirrojas de ojos verdes. Como Talía. Necesito ver a Talía. ¿Estará bien?

Suspiro antes de decidir que tengo que ir a verla, aunque tenga que matar a su padre para conseguirlo.

Por otro lado, tengo que encontrar a Rosaly, la quiero de vuelta a mi lado. No entiendo por qué no ha vuelto, espero que no esté enfadada conmigo.

Cojo el coche y arranco, pienso dirigirme a Galicia. Pero antes, decido, tengo que resolver unos asuntos. Conduzco hasta el pueblo de Magda, y me bajo del vehículo tras aparcar a la entrada de este. Recorro toda la villa pero no encuentro lo que busco, así que, frustrado, vuelvo al coche y pongo rumbo al norte.

No obstante, cuando estoy pasando por una carretera cercana al bosque, mi oído capta corazones de hombres lobo latiendo. Rápidamente, giro el volante y dejo el coche en la cuneta. Me adentro en el bosque y entonces me doy cuenta de que es sólo un corazón el que late. Y lo veo, veo al que tiene la intención de matar a Talía. Suelto una carcajada, y él se gira bruscamente para mirarme.

-¿Qué haces aquí tan solito? -le pregunto a Héctor.

-Mi manada puede venir en cualquier momento, están cerca -miente.

Si estuvieran cerca, oiría los latidos de sus inútiles corazones. Le dedico una sonrisa torcida antes de lanzarme hacia él. No se lo esperaba, e impacta directo contra el suelo. Seguidamente, le asesto un puñetazo en la mandíbula, y esta cruje y se desencaja.

-Maldito perro sarnoso -digo escupiéndole en la cara.

Pero entonces se levanta y embiste contra mí, provocando que choque contra un árbol, y comienza a darme puñetazos en el estómago. La sangre comienza a salir de mi boca, y, con un movimiento rápido, consigo quitármelo de encima y cogerle la cabeza para golpearla contra mi rodilla. Se tambalea con las manos en la cara, que comienza a adquirirle un color morado. Aprovecho para cogerlo del cuello y levantarlo del suelo, pero, de un zarpazo, araña mi costado y me retuerzo de dolor. Los arañazos de los hombres lobo tienen ese efecto en los vampiros. Salto y lo vuelvo a tirar al suelo, colocándome encima, pero se revuelve y consigue que sea yo el que esté debajo. Veo cómo coge una gruesa rama del suelo, y la parte por la mitad. Si me atraviesa el corazón con eso, estoy muerto.

Pero no puedo morir, no sin ver antes a Talía. Necesito sentir sus labios bailando con los míos. Necesito estar a su lado.

Respiro y, antes de que me clave el palo en el corazón, se lo quito de las manos y se lo hinco en el cuello. Sangre comienza a brotar como un río de este, y cae al suelo.

-¿Quién será el próximo alfa de tu manada, lobito? -le suelto deleitándome con la visión del hombre lobo retorciéndose en el suelo.

Pero todo su esfuerzo por sacarse la estaca de la yugular es en vano, pues cuando lo hace, la sangre comienza a salir más abundantemente hasta que sus pupilas se dilatan y, tras un último suspiro, se queda inmóvil.

Pateo su cuerpo para comprobar que, efectivamente, está muerto. Sonrío satisfecho, pero la sonrisa se desvanece cuando escucho los sollozos de alguien que se acerca. Corro hacia ella para sostenerla entre mis brazos antes de que caiga al suelo, lacia.

-¿¡Rosaly!? -le grito.

Salgo del bosque con ella en brazos y la tiendo en el suelo, al lado de mi coche. Sus ojos miel se abren despacio, y me abraza.

-¿Qué ha pasado? -pregunto preocupado.

Entonces ella se levanta la camiseta llena de sangre y observo cómo una estaca de madera atraviesa su pecho, muy cerca del corazón. Aprieto la mandíbula pensando que tengo que matar a quienquiera que le haya hecho esto.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.