Dos jóvenes, que fueron criados casi juntos, por la misma persona.
Uno para ser caballero de bronce y algún día subir más allá, la joven solo para tener una vida normal.
Poseían en sus nacimientos signos zodiacales compatibles, que estaban destinados a estar juntos como una amistad o como algo más.
Se notaba el cariño que se profesaban desde muy pequeños, principalmente de la joven de origen Chino, cabellos negros hechos en una trenza, con una figura pequeña y tez blanca.
Siempre vestida con tonalidades rosas, alegre, preocupada por quienes quería más en este mundo.
Y quienes tenían este privilegio, pues el viejo maestro Dohko de Libra, aunque en esta época, gracias a la Diosa Atena logro volver a la vida.
Tener una vida “Normal” en lo que cabe, esto la llenaba de felicidad, pero lo podía compartir con el caballero de bronce de Dragón y si esta es la persona especial de la joven Shunrei.
Ese amor con el cual logro protegerlo cuando tuvo que pasar las doce casas, como oró y oró todo ese tiempo, y cuando el enfrentamiento contra Hades, sentía que perdía la vida porque su “Padre” Y su amado Shiryu se estaban enfrentando al mismo Dios del Inframundo.
Pero no es momento de recordar cosas tristes, cuando la situación ya no es esta.
Por el momento esta nueva historia que les presento ante ustedes, se basara principalmente en esos dos jóvenes que ahora pasado un tiempo, no mucho consideradamente unos dos años después de que revivieron los dorados.
Por lo tanto sus edades oscilaban entre dieciséis años él Dragón y catorce Shunrei.
Si bien el seguía entrenando, cumpliendo misiones del santuario, ella prefirió seguir su vida en aquella cabaña en donde fue criada por Dohko.
Siempre le estaría agradecida por eso. Lo consideraba su padre.
Este caballero sí que tenía hijos adoptivos.
Mas en algún punto de sus vidas, Shiryu también había desarrollado ciertos sentimientos por ella, desde tiempo atrás lo hizo, pero aunque se lo demostrara de una forma más sutil, sin tener que confesarse.
Ya que por la misma guerra santa que se llevó acabo en esta época, no podría ilusionarse tanto y si moría, no quería deja sufriendo a Shunrei, si bien la hizo padecer un dolor muy grande, cando pensaba que jamás volvería a verlo.
Había estado pensado por mucho tiempo esa situación, pues cada que regresaba de misión, entregaba su reporte al santuario, iba a Cinco picos, para estar con su apreciada persona.
Se trataban como muy buenos amigos, o casi como hermanos así fueron criados.
Aunque se sabe de antemano que el viejo maestro sabia de los sentimientos de ambos, pero siendo como son, tímidos para confesarse.
Creo que no aprendieron los métodos de coqueteo o cortejo de su “Padre”.
Había estado pensando mucho en esto, por un largo tiempo.
Pero no encontraba la forma adecuada de hacerlo, por más vueltas que le daba, todo se reducía a que haría el ridículo.
Podría arriesgarse a decirle que la quiere, la ama… Pero.
¿Sería correspondido?
Si, aun se preguntaba eso, cuando ella había dado muestras de que así era.
Mas pasado los sucesos, el tiempo, creía que tal vez sus sentimientos se hubieran disueltos y ahora lo viera solo como su hermano.
Pensar en eso no era bueno para la concentración el pobre Dragón, y más si estas entrenando con un frio compañero de armas como lo era Hyoga.
Con un movimiento de sus piernas, haciendo que se barriera esta y provocando la caída del chico de cabellos largos y azabache, ojos verdes.
-Gana Hyoga- Un castaño de cabellos cortos, piel bronceada y una sonrisa declaro el final de ese combate.
-Bien hecho Hyoga- Un joven de cabellos verdes hasta un poco más abajo de los hombres, sonrió con un leve sonrojo en sus mejillas, aunque también se preocupaba por su amigo caído -¿Estas bien Shiryu?-
-Ven levántate- Le extendió la mano al Dragón, con ropas estilo Chinas de color morada y pantalón blanco.
-Gracias- Sostuvo su mano con firmeza y se incorporó.
-¿Qué te pasa amigo?- El caballero de pegado se acercó a ambos, con sus brazos detrás de la cabeza –Últimamente estas muy distraído en los entrenamientos-
Cerro sus ojos, con su semblante apacible y sereno de siempre –No es nada Seiya, solo he estado un poco pensativo- Sonrió gentilmente.
-¿Pensativo? ¿Por qué? ¿Pasa algo malo?- Andrómeda se acercó, para integrarse a la conversación.
-No, no pasa nada malo, solo que debo meditar seriamente algunas cosas- Le contestaba tranquiló al más joven de los cuatro.
Mas el pegaos y el cisnes, se daban una leve idea de que le pasaba.
Pues alguna vez acompañando a Shiryu los cinco picos para pasar un fin de semana con él, se percataron de la atención y miradas que el Dragón le daba a la joven.
Pero siempre trataba de fingir que no pasaba cuando ella se giraba o sus compañeros se le quedaban mirando fijamente.
Por esa razón, fijaron sus ojos directamente al chico, listo para hacerlo desatinar un instante.
-Yo creo que se trata de una muy linda chica- Menciono Seiya, cruzado de brazos, cerrando los ojos y asintiendo con la cabeza, muy serio.
-De cabello negro en una trenza larga y ojos oscuros- La misma pose de Pegaso adopto.
Esto solo provoco, un leve sonrojo en las mejillas de más alto, que desvió la mirada, avergonzado, tanto que no tenía intención de hablar.
Sonrieron en conjunto -¿Estamos en lo correcto Shiryu?- Como le gustaba tentar a su suerte el castaño oscuro
-No… No… Se… De… Que están… Hablando- Estando avergonzado por aquella acusación.
Ambos estaban riéndose por las reacciones de su compañero, estaban obtenido avergonzar al mayor.
-¡¡¡OIGAN!!! No sean así…- Shun, fue quien protesto en defensa de su amigo, sobre todo dirigió una mirada de molestia hacia el rubio.
-Oh, vamos Shun no te enfades, es solo una broma- Cuando su ahora novio, le dedicaba esa marida es que en verdad no le parecía correcto lo que hacían.