-Oh… Lo siento
No quería dar más explicaciones y menos a un desconocido.
-¿Te ayudo a levantarte? –Asentí.
El hombre tenía una gran chaqueta de color aceituna con una bufanda blanca. Era calvo y tenía unas ojeras como si no hubiera dormido por 3 días.
-Gracias –Susurré.
-¡Vaya que estás loca! –Me gritó una mujer. La mujer del carro negro.
Genial.
-¿Cómo se ocurre caminar así por la carretera? Sin mirar a los lados. ¡Un hombre inocente acaba de ser atropellado por tu culpa!
La señora era rubia, tenía el pelo amarrado en una cola y unos lentes negros. Con una gran chaqueta marrón cubriendo todo su cuerpo. Con unos tacones que se escuchaban desde el otro lado de la acera.
-Dis…
-Discúlpeme. Pero mi hija acaba de salir de una operación ocular. No se percató de que el semáforo seguía en verde y me hago responsable –Dijo el señor que me ayudo a levantarme. Sacó unos papeles de su bolsillo –Aquí están los papeles del hospital –Se los entregó y la señora los repaso tan rápido que estaba segura de que no había leído ni la mitad de lo que decía allí.
-No debí dejarla sola. Mi error.
-¿Y donde estaba usted en ese momento? –Preguntó con poca simpatía.
-Comprando unas cosas al otro lado de la calle –La señora lo sopesó por un momento –Mi hija se encontró con un buen amigo y los deje solos por un momento.
-Bueno la próxima vez tenga más cuidado con su hija. Y quédense cerca para responder las preguntas que hará la policía sobre esto.
Se limitó decir eso y se fue.
-Gracias pero no tenia que meterse en problemas por mi culpa.
Hice una mueca de dolor al ver mi mano.
-No te preocupes. Utilice los papeles que traía de mi sobrina. Te me pareces a ella. ¿Puedo ver tu mano?
La dejé mirarla. El sacó la bufanda que traía encima y la puso sobre mi mano. Yo la presione para parar el sangrado.
-Ahora a esperar que la ambulancia llegue.
Asentí. Voltee a ver el cuerpo de Steven todavía en el suelo. Me encaminé hacia el pero habían un montón de personas alrededor de él y al parecer algunas de esas personas ya lo habían reconocido.
Unos le estaban tomando fotos mientras otros estaban viendo si reaccionaba.
-¿Es él? No lo sé se ve mas pálido de lo normal.
–Estoy seguro que es Steven Savarsky.
-¿El productor? No lo creo.
-Ah ya recordé de donde lo conozco. De ese programa que fue tan famoso en su tiempo ¿Cómo se llamaba?
Diamantes Pensé. Mi programa favorito como olvidarlo. Lo veía todos los días y a la hora exacta incluso minutos antes. Hasta me maquillaba para ver ese programa como si él pudiera verme.
-No creo que podamos hacer nada hasta que llegue la ambulancia –Voltee hacia el señor -¿Puedo preguntar por qué lo hiciste?
-¿Hacer qué?
-Lanzarte hacia el auto. Si hubieras estado más cerca capaz te hubiera…
-Pensé que todo esto era un gran sueño. Y resultó ser realidad.
El señor arqueo la cejas como esperaba que lo hiciera. Necesitaba decirle esto a alguien sin importar que no me entendiera.
-¿Es alguna especie de acertijo? Si así lo es créeme que las razones para matarte son muy pocas comparado a la razones para no hacerlo.
La ambulancia llegó. Pusieron a Steven en una camilla. Luego una paramédica se acerco a mí y me observo la mano.
-¿Te encuentras bien? ¿Te golpeaste la cabeza? ¿Alguna herida mortal?
Negué. Ella tomo mi mano. Destapó la herida sutilmente luego de verla puso de nuevo la bufanda y me pidió que la siguiera. Lo hice cojeando un poco.
Tenía un uniforme azul, bastante joven, con un tatuaje en la mano en forma de una flor y con una coleta alta un poco desgreñada.
La seguí hasta la ambulancia donde Steven permanecía inmóvil. ¿Qué he hecho?
-Estará bien. Claro que el impacto lo ha dejado inconsciente, hay que esperar que se despierte para saber exactamente cuáles son las secuelas. Pero no pareció sufrir grandes daños. Solo un brazo roto.
Un alivio invadió mi cuerpo. Cerraron las puertas de la ambulancia que olían a menta. En camino al hospital los paramédicos que iban adelante iban discutiendo sobre un partido. Me distraje con eso todo el camino. La paramédica mientras me examino y también observo mi pie. Dijo que con unas cuantas cremas se quitaría, no era nada grave.
Obvio que no lo era, el que había recibido el verdadero golpe estaba en la camilla. Y era mi culpa.
En el hospital lo pasaron a un cuarto pequeño. Se escuchaban los murmullos de las personas tanto del personal como de los pacientes. Lo reconocían. Si esto seguía así, podría salirse fuera de control.
A mí me trasladaron a otra habitación donde me pusieron unos cuantos puntos. Luego me quedé esperando en la habitación de Steven a que despertara. Contactaron a sus padres que no tardarían mucho en llegar. También escuche que algunos de sus amigos más cercanos contactados por sus padres venían. Y lo escuche todo por los murmullos que se escuchaban en el pasillo.
Algunas enfermeras me preguntaron qué clase de relación tenia con él. Y muy tristemente contestaba “Ninguna”. Algunas me creían, otras no tanto.
Mientras esperaba en la habitación un hombre se acercó por la puerta. Mi momento ha llegado, ya podía imaginar quien era.
-Disculpe señorita ¿Podría permitirme un par de preguntas por favor? Soy el oficial Grames –El oficial se paro con mirada muy intimidante. Era blanco con el pelo marrón, muy alto, parecía recién afeitado, tenía un traje con una corbata azul oscuro con puntitos blancos y unos bonitos ojos claros.
-Adelante –Di un largo suspiro.
-Ya hablamos con la señora que lo atropelló
-¿En qué momento? –No me había movido de aquí solo para ir al baño.
-En el momento que le estaban poniendo los puntos. Ella dijo algo sobre que te lanzaste al carro y el chico de aquí te salvo. ¿Eso es cierto?