Dos Dimensiones

Capitulo XXI

 

-¿William? ¿Tu acaso? ¿Tu…

-Disculpa me pareces conocida y me entró una necesidad de llamarte, lamento haberte incomodado pero se me haces muy familiar.

-Si nos conocemos William pero supongo que no lo entenderías.

-¿No entendería que?

-Solo nos conocimos en un pequeño evento, nada importante.

-Disculpa pero no creo que eso sea cierto ¿Te invito un café?

-Si por favor, digo si no es molestia.

*****

Me lleva a la cafetería donde todo comenzó, la misma cafetería, la misma chica trabajando echándole ojitos a William, nada cambió. El olor proveniente de unas mesas de atrás hace que mi estomago suene.

-Disculpa, es que he tenido mucho trabajo y no he podido comer.

-Pediré un par de hamburguesas.

-Pensé que no te gustaba este lugar.

-¿De qué hablas? me la paso aquí todo el tiempo –William sopesa lo que dije -¿Cómo sabes lo que me gusta?

William no tenía el típico traje que solía usar, tampoco su lujoso carro, no observé algún reloj resaltando en su muñeca. En su lugar tenía una camisa de rayas y un pantalón marrón, un auto más sencillo, un estilo más sencillo.

-¿Te sueles montar en autos de desconocidos muy seguido? –Pregunta sin haberme dejado responder la pregunta anterior  –Eso pensé.

-No he respondido nada.

-Nos conocemos, lo recuerdo, no lo recuerdo todo, pero hay un gran hueco en mi memoria de unos recuerdos que se supone que nunca viví, sé que no estuviste trabajando todo el día, te llevaba observando un rato, mientras veía tu cara uso recuerdos fueron llegando poco a poco a mi mente, te traje aquí para que me digas que no estoy loco, para que me digas que todos eso recuerdos…

-Son reales, es decir lo eran hasta que ya no debieron ser y yo no debería estar aquí, cambiando todo de nuevo.

-Luchemos hasta que cambiemos eso –Me agarra la mano.

-No sé contra qué estoy luchando.

-Tendremos que averiguarlo.

Esa noche me quedé donde William, luego de atragantarme dos hamburguesas. Era un apartamento pequeño, tenía muchas obras de arte, y no pude evitar mirar algunos retratos que él había hecho. Se pintó así mismo en un prado de trigo.

-¿Por qué trigo?

-¿Por qué no?

-No sabía que te gustara pintar.

-Supongo que mi antiguo yo no sabía muchas cosas, algunos huecos en mi vida me hicieron producir ciertas mañas, como dibujar para sacar algunos impulsos de expresar mis recuerdos no vividos, las supuestas historias que me imagino –Sigo viendo sus obras, en una de ellas se ve una chica con un pelo rojizo perfecto, de altura pequeña, con unos ojos claros y grandes, flequillo bien hecho y una nariz fina. Era la yo de antes –Siempre te veo, siempre te he buscado en ese sitio donde solías vivir, no sé cómo pero sé que te gusta la fotografía, te gusta la fama y que hablen de ti en los periódicos, te gusta visitar esa tienda donde se que tienes una amiga que a pesar de ser “cercanas” tu siempre has presentido que en el fondo esa amistad no es del todo sincera, yo te lo he dicho –Se levanta de su sillón color verde pasto, se acerca hacia mí y me acaricia el rostro –Se que siempre he estado enamorado de ti –Me aparto un poco.

-Creo que estas muy confundido por todo esto, yo también lo estoy.

-¿Sigues enamorada de él cierto? –No respondo –Piensa en quién verdaderamente se acuerda de ti.

Y fue lo último que me dijo esa noche.

 

Días después

-Ya te dije no es que me incomode tu presencia pero ya hemos visitado a un montón de brujos y no tienen respuesta alguna para mi problema.

-Es muy pronto para conseguir respuestas Misa.

-Creo que debo encontrarlas yo, ve a trabajar tranquilo yo estaré bien.

-Ten –William posa en mi mano un teléfono.

-Sabes que no puedo aceptarlo, ya es bastante con que me dejes vivir aquí.

-Lo aceptaras Misa, tal vez no recuerde mucho mi vida anterior pero sé que gracias a ti vivía como vivía.

-Trabajaste duro para eso.

-Solo tenlo, necesito saber que estás bien –Lo tomo –Nos llegues muy tarde, nos vemos.

William en esta dimensión trabajaba de contador en una empresa, no era lo que más le apasionaba pero era lo que le daba de comer. Supongo que extrañar su antigua vida no ayudaba mucho.

-Necesito respuestas y si no las consigo, al menos conseguiré un trabajo –Me dije a mi misma.

*****

Camine y camine sin rumbo por varias calles, vi algunos trabajos en los que pedí los requisitos y entre esos estaba tener papeles, ser extranjera no era fácil y menos si ni siquiera tu estadía en el país era legal. Así que me rendí. Llegué a una calle que me pareció haber caminado antes y luego me di cuenta el porqué, llegue a la tienda donde trabajaba esa chica que decía ser mi amiga “Candace” me acerqué a la tienda con la esperanza de que Candace me viera, ¿Me recordaría? Disimulé estar mirando algunas cosas de la tienda por fuera, hasta que me decidí entrar, la vi allí con su típico labial rojo y su uniforme. Noté su mirada algo extraña. Luego de un rato viendo las cosas sentí unas fuertes pisadas de unos tacones, era Candace que se acercó abruptamente hacia mí.

-Si no vas a comprar más vale que te vayas, esta es una tienda exclusiva –Me analizo el rostro y me miro de arriba hacia abajo, incomoda.

-Candace ¿No te acuerdas de mí? –Lo pensó –No y tampoco pareces alguien que me gustaría conocer ¿Ya puedes irte? –Sonreí sínicamente.

-¿El nombre de Misa Bhandari no te hace recordar nada? –Lo pensó de nuevo –Creo que si me recuerdas ¿Cierto?

-No sé de que hablas pero quiero que te largues ya de aquí, esta tienda no es para personas de tu clase si sabes a lo que me refiero.



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En el texto hay: bruja, amor

Editado: 10.06.2021

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