Dos en Uno

Capítulo 3

CAPÍTULO }03{

 

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Me abaniqué con el cuaderno repetidas veces, frenética y sofocada por el calor.

— Oye chica, tú cómo que eres medio rara.

— Je, je, me caes cool,— le mostré el pulgar.

¿Siquiera había hablado? No la escuché, ups...

Álex, (la chama que se había dignado a hablarme) arrugó su entrecejo y sonrió de lado, mostrando una sonrisa que podría ser fácilmente de Colgate.

— Peculiar, ehm, me agradas. — pero esa sonrisa se desvaneció cómo si fuera a pasar algo serio, algo grande, y que no era para nada a tomárselo a la ligera. Se enserió en cuestión de segundos, y agregó de igual manera —: De verdad me agradas, pero enserio lo haces.

Miré a ambos lados tipo, : ¿Okey? Y dejé de abanicarme, para mirarla bien.

— Te creo, chama, claro que te creo. — volví a subir mi pulgar, mostrándole que todo estaba relax.

Poco a poco la seriedad de su rostro  desapareció y en cambio sus expresiones se contrajeron y se vieron obvias sus intenciones, : Reír.

— Además de ser extranjera eres un tanto ignorante de la situación ¿no? — rió tocándose la cara, tenía una expresión tipo, : Pobrecita, es idiota.— Mira, tú no sabes nada acerca de la pirámide ¿o sí?

Negué con el dedo índice, consternada. Ni madres de qué hablaba, pero se escuchaba realmente estúpido.

Claro que es estúpido, es más, no sé ni porqué estás aquí, debiste haberte quedado bajo la planta esa.

— Pues, si no quieres una rápida muerte social, únete a algún grupo. — Se alzó de hombros, cómo restandole importancia.

— Pero... ¿por qué es tan importante pertenecer a un grupo? O sea, es normal tener un grupo de amigos, o pertenecer a uno, más en la prepa. Pero, ¿realmente es necesario?

Yo quería ser de esas que estaban solas y eran cómo Regina George, sólo que solitaria. Aunque por el momento debía tener "amigos" populares para ganarme el respeto de todos.

— Mira, — llamó poniendo las palmas en la pared, cabreada — Este lugar no es cómo antes. No es cómo te lo imaginas. — bajó la voz, a modo de susurro — las paredes oyen y luego hablan. No puedes ir por ahí soltando incongruencias, ni hablando de los demás. A este pueblo lo controla una pirámide social. Si quieres ser aceptada sí o sí debes pertenecer a un grupo. — puntualizó, chasqueando los dedos. — me caes bien, es por eso que te lo digo. Tú puedes estar bien hablando con alguien y cuando te volteas hablan mierda.

— Pero yo creí—

— Es un jodido pueblo de gente rica, ¿qué esperabas? — Interrumpió tajante. — En esta pirámide social existen varios estatus. De quinto están los nerds no listos. Luego van los nerds que sí son listos — explicó seguido un movimiento de manos — de tercero están los nuevos ricos que son... Meh. A esos pertenezco yo. El segundo estatus pertenece a las fáciles y a los descendientes de los que fundaron el pueblo. — una sonrisa cruel decoró su cara. — sí, sí, ya sé lo que piensas, las fáciles tienen más control que los demás. Lo que pasa es que ellos así lo impusieron.

— A qué te refieres con "ellos". — por un momento me arrepentí de preguntar, pues sus ojos se entornaron más de lo que eran y se mordió los labios, cómo no queriendo decir nada.

Pero tú eres Klara por amor a Dios, mejor muerta que callada.

— Pues... de primero están ellos... los Weigels.

Enarqué una ceja, consternada, sin saber quién diablos eran esos.

— ¿Quienes son esos tipos? ¿Son cómo los putos amos del pueblo, o qué?

Me dió una mirada de : qué carajos.
Y masajeó su cien, exhausta.

— Ellos son los Weigels, son peligrosos, Klara, son muy peligrosos, dicen que tienen negocios con personas que no deberíamos ni pronunciar. Manajan todo a su antojo, tienen poder. — se me acercó un poco — y tienen parientes montados en el gobierno. No les hables ni nada, eh — hizo un mohín de gracia — aunque no tienes oportunidad de hablarles siquiera. Porque, bueno, no les importarás ni nada. Je.

Vaya. Está juerte la informeishion.

Estaba tan sorprendida que no me había percatado que empezaba a sentir un frío extraño en la nuca. A pesar de estar en la puerta delantera de la escuela donde hacía demasiado calor.

— Pero no te me asustes. — soltó — ay, apartando eso todo irá bien si te unes a algún grupo ¿Tienes alguna de las cualidades que te mencioné?

— Ehm, creo que no.

De Álex salió un bajo y claro "Mierda" e insistió:

— ¿Pero estás segura? Es que tienes que tener algo... — dejó de persistir al ver mi cara de perdida.

No era inteligente, en lo único en que me destacaba era en que era buena en matemáticas, pero, con eso no era una nerd ¿no?

No.

Tendría que tener buena nota en todas las materias, y aún así no era ser nerd.

Una fácil, olvídalo.

Nerd no lista tampoco. No me parecía en nada a una nerd. Y por último rica...

Pues, eso era lo que menos abundaba en mí. Recién había escapado de una cárcel llamada Latinoamérica. Aja, puro tercermundismo.

— ¡Ya sé qué puedes hacer! — exclamó, sonriente. — Escucha, iré a tu casa hoy a la tarde. Cómo a un cuarto para las seis. Y allí te diré qué haremos, además, te contaré un par de cosillas más... — agregó con una nota de burla — Y otra cosa, esa sonrisa que te cargas, no la quites, es mejor verte así, que... indiferente. ¿Ya me entiendes, no?

Pues, ni pensaba en quitarla.

Pero sí me encantaría ver a esos Weigels bajandose de esa nube en la que ellos mismos — con ayuda de los demás pueblerinos — se sumergieron. No sólo era algo patético que jugaran a ser "Dios" sino que también quieren decidir qué tipo de vida tienen que tener los demás y las relaciones de cada quién.

Además de patéticos, ratas. En poco tiempo los destronaría si acataba mi plan, cuando menos se lo esperen atacaré. Comenzando por hacerme amiga del lindo catire ojos azulones.




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