Dos Estaciones

CAPÍTULO II (Nicolás)

 Mis planes para acercarme a Alondra funcionaron, como lo supuse ella no me conocía o simplemente no notó mi presencia en las clases de música; sin embargo tuve la oportunidad de estar más cerca, lo cual me facilitó apreciar su belleza y temperamento. Me encanta. 

 Tiene el cabello rubio, con sus ondas naturales y con el brillo en los ojos que la hacen lucir radiante, me enamoro más de ella. Es mi crush desde hace un tiempo, la solía observar de lejos hasta el día de hoy, pero las cosas cambiarán ya que tengo pensado invitarla a salir. 

 Noto que ella se pone nerviosa cuando la observo, no se a que se deba pero pronto lo descubriré. Está centrada en su lectura y se ve tan tierna cuando se emociona. 

- Al parecer el libro esta muy bueno eh?. - le digo para poder entablar nuevamente una conversación con ella mientras toca el timbre de ingreso. 

- Ah... Sí, esta interesante aunque ya lo leí varias veces aún me emociono por cada escena. - se veía emocionada y feliz, ahora que me doy cuenta la lectura la pone de buen humor. 

- ¡Oh!, ¿algún día puedes prestarmelo para que lo pueda leer?. - le pregunté deseando que dijera sí. 

- Uhmm claro, supongo que sí. - se notaba aturdida por mí pregunta pero no se negó.

- Vale, esta bien. - dije con una sonrisa de oreja a oreja. 

 El timbre ya tocó para mí mala suerte, y los alumnos iban ingresando uno a uno al salón; hasta que un chico llamado Sebastián (su mejor amigo) se acerca a Alondra saludándola con un beso en la mejilla lo cual me fastidia.

- Hola guapa. - le dijo Sebastián con un sonrisa en el rostro. 

- Hola Sebas, ¿cómo estas?. - dijo Alondra alegre. 

- Todo bien, ¿y tú señorina, cómo estas?. - dijo Sebastián ajustándose las gafas, hasta que notó mi presencia y puso el ceño fruncido.

- Algo afligida pero bien. - dijo mientras se acomodaba en el asiento, pero Sebas no le prestaba atención.

- ¿Viniste a presentar tus deberes a la maestra?. - se dirigió a mí; rodé los ojos ya que era más que obvio y aún así preguntaba eso. 

- Así es. - dije sin más, soltando el aire. 

- Uhmm, que te vaya bien, suerte. - me dijo con una sonrisa burlona. 

- Así será. - dije con la intención de no seguir hablando con ese idiota. 

- Alondra, no olvides prestarme el libro. - dije intentando tener la atención de aquella bella chica. 

- Sí, tranquilo... Voy a prestartelo. - dijo ella con una sonrisa; al parecer ya no le caigo tan mal como en el principio. 

- ¿Te gustaría ir por un helado luego de clases?. - le pregunté. 

- No puedo, mi mamá viene a recogerme. - no era la respuesta que esperaba pero no voy a rendirme con ella. 

-  Bueno, entonces será en otra oportunidad. - dije sonriente, y la maestra Karolina iba ingresando al salón con sus libros en mano. 

- Buenos días estudiantes!. - dijo mientras colocaba sus cosas en su escritorio. 

- Buenos días maestra. - dijimos todos al unísono, y yo me dispuse a acercarme a ella para presentar mis deberes. 

- Maestra, ya tengo todas las tareas completas, ¿podría revisarlo por favor?. - ella me observaba y se puso a revisar mi cuaderno. 

- Pues al parecer te esmeraste con tu tarea, y todo está bien.- dijo mientras me lo devolvía. 

 Ahora me queda irme a mi salón a la clase de filosofía, lo cual no me agrada pero ni modo. Me despido de Alondra con la mano y ella me responde de igual forma. 

 La mañana transcurrió sin nada interesante para mí, excepto haber podido hablar con esa linda niña que ocupa gran parte de mis pensamientos. 

 

 

 

 

 

 

 

 




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