Dos Estaciones

CAPÍTULO III (Alondra)

Pasé gran parte de la mañana pensando en ese chico extraño al cual conocí el día de hoy, estaba tan absorta en mis pensamientos que Sebastián tuvo que levantar la voz para  tener mi atención mientras caminamos por el pasillo en el receso de clases. 

-¡Hey! ¿En qué tanto piensas señorina?. - me dijo él con el ceño fruncido. 

- En el proyecto de matemáticas, es todo; ¿qué me decías?. - le dije intentando prestar atención. 

- Uhmm vale, andas algo extraña. - dijo mientras bebía un poco de agua. 

- No es eso. 

- Haber cuéntame, ¿qué te trae así?. - preguntó Sebas. 

- El chico de la mañana... Nicolás, me pareció extraño y más aún que se interesara por mi libro, es todo. - no quise comentar nada más. 

- Ah, no deberías hablar con él, no es un buen chico, siempre anda metido en problemas. - me sorprendió escuchar eso y entender que Sebastián conoce a Nicolás. 

- ¿De dónde lo conoces?. - indagué en el tema. 

- Lo conozco de vista, nada más. - dijo Sebas dando a entender que no quería seguir hablando, ya que odiaba a Nicolás porque un día le había ganado en un partido de baloncesto con TRAMPA, pero no pensaba contárselo a Alondra. 

- Ya veo, ¿y qué haremos hoy?. - pregunté. 

- Podemos ir a la biblioteca de la ciudad si quieres. - me dijo con una sonrisa amable. 

- Uhmm, ¿qué te parece si hoy hacemos algo diferente?. - dije intentando sonar entusiasmada. 

- ¿Cómo que te gustaría hacer?. - preguntó con curiosidad. 

- Ir a Central Park. - parecía una niña emocionada con la idea y es que realmente quería despejar mi mente. 

- Lo que la señorina desee. - dijo Sebastián, por eso lo adoraba tanto, siempre accedía ante mis peticiones. 

- Okay. - dije mientras nos acercábamos a los salones y en mi caso ya me tocaba la clase de calculo, una de mis favoritas. 

- Nos vemos mas tarde, suerte en clases. - dijo guiñando el ojo. 

- A ti también... Procura prestar atención a la clase de laboratorio!. - dije mientras este se alejaba. 

La clase transcurrió calmada, como de costumbre, era la que más participaba y prestaba atención al maestro Damián; una persona ya mayor sin embargo con una mente brillante. Al terminar la clase y salir del salón me topé con Nicolás en el pasillo. 

- ¿Cómo te fue en clases?. - me preguntó, con su sonrisa torcida. 

- Pues bien, me fue excelente. - dije intentando sonar tranquila aunque por alguna razón me provoca ciertas sensaciones no experimentadas antes, cuando esta cerca y me observa detalladamente como ahora. 

- Me imagino, ¿dime alguna materia en la que no seas buena a parte de música?. - me preguntó con tranquilidad, aun observándome. 

- Eh... Ninguna, bueno creo que ya debería irme. - dije para zafarme de él ya que empezaba a ponerme nerviosa. 

- ¿Porqué tan rápido?. - preguntó siguiéndome el paso. 

- Tengo cosas que hacer y mi mamá me espera. - dije con hostilidad, mientras seguía caminando hasta que me detuvo con un agarre. 

- Olvidaste tu libro en la clase de Biología, uno de tus compañeros lo encontró y me ofrecí a ser quien te lo regrese; al parecer eres o estás algo distraída Alondra. - dijo mientras extendía mi libro favorito "Escucharás Mi Corazón". 

- No me había pasado antes, muchas gracias... - ni siquiera me había percatado que no lo llevaba conmigo, vaya que conocer a este chico esta poniendo mi mundo patas arriba. 

- Me debes una. - dijo en un susurro y sin mas se alejó desapareciendo en la multitud. 

Salí de la preparatoria Trinity School aturdida por todo lo que había sucedido y la señora Madison, mi madre, ya se encontraba esperándome en su coche. 

- ¿Qué tal estuvo tu día cariño?. - me preguntó mientras me subía al vehículo para emprender el recorrido a casa. 

- Me fue bien mamá, por cierto; más tarde saldré con Sebas a Central Park, necesito distraerme un poco. - le comenté sin mucha emoción. 

- Esta bien, y ¿hay algo nuevo el día de hoy?. - preguntó

- Pues no mucho, solo tropecé con un chico en la mañana, lo cual hizo que me enfadara y resultó que va conmigo en la clase de música pero yo nunca me había percatado de su presencia. - dije sin más.

- ¿Y cómo se llama?. - me preguntó con el ceño fruncido pero con la mirada puesta en la autopista. 

- Se llama Nicolás. - dije, pero ya no quería seguir hablando de él con mi madre. 

- Ya veo, y ¿que otra cosa pasó?

- Pues nada, ya no hay nada más que contar. - ya no quería seguir hablando, opté por quedarme en silencio durante el recorrido a casa con la canción de You Found Me, en la radio que me encantaba. 

Llegamos a casa y como de costumbre estábamos Isabel (la sirviente y mi nana), mi madre y yo solas en casa sin mi papá, que me imagino aún está trabajando; sin Esme, mi hermana menor que se fue hace un año a un internado porque estaba incontrolable después del fallecimiento de nuestro hermano mayor Andrew quien lo era todo para nosotras pero por desgracia ya no está aquí. 

- Mi niña, ya llegaste, ¿cómo te fue?. - dijo Isabel mientras yo me sentaba en la isla de la cocina vista al jardín. 

- Me fue excelente Isa, ¿qué preparaste el día de hoy?. - le pregunté. 

- Cociné pasta y en unos minutos lo sirvo. - dijo ella, mientras mi madre iba ingresando a la cocina y empezaba a ayudar a Isabel. 

- ¡Que rico!. - la verdad es que me encantaba todo lo que cocinara, era como si tuviera unas manos mágicas y todo le salía exquisito. 

La comida ya estaba servida y me dispuse a degustarlo en silencio, mientras mi mamá me observaba de reojo; sabía que le preocupaba verme tensa por las calificaciones pero hoy no lo estaba, otra cosa ocupada mis pensamientos o mejor dicho alguien. 

- Todo estaba delicioso, buen provecho, me retiro. - dije mientras me levantaba para ir a mi habitación. 

Al estar por fin sola, me eché en mi cama con la mirada en el techo, recordando todo desde el inicio que conocí a Nicolás, su sonrisa, sus ojos color miel, su pelo desordenado, su voz... 




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