Santiago
Demasiado cerca, es lo único en lo que pienso mientras miro hacia esa casa, ellos estaban demasiado cerca y a mí no me dejaban entrar, me muevo inquieto esperando a que Gabriela salga de esa mansión, me dijo que no vendría y aquí está, cuando llegué a casa y Carlos me dijo sentí como la rabia invadía todo mi cuerpo y no pude aguantar, sé que no debería de estar aquí, menos luego de haberme arreglado con Magda, pero es que, no puedo controlarlo. Miro hacia la casa y entonces la veo a ella salir de ahí, sonriendo, con ese vestido que me hace tragar en seco y su cabello suelto, demonios. Camina hacia mí, con elegancia aunque parece algo mareada y aprieto mis puños.
—Sabía que no valías nada y que solo pensabas en el dinero, pero de ahí a venderte? —hablo alto cuando se acerca —eso solo tiene una palabra Gabriela y es ser bastante put —maldigo cuando su mano choca contra mi mejilla y tenso mi mandíbula, al parecer ya se ha hecho costumbre.
—No voy a permitir más ofensas de tu parte y ni siquiera sé por qué Alondra me mandó aquí —ella bufa —el hombre es gay y ella lo sabía
—¿Gay? —la miro como si le hubiera salido otra cabeza mientras Gabriela solo ríe —Claro, te mandó aquí, luego me lo dijo a mí —bufo, no sé a que juega Alondra, pero odio su juego.
—Ella sabía que vendrías aquí porque ella sabe el pasado —la miro cuando habla, ya no ríe —y sabe que aun estás enamorado de mí —su sonrisa aumenta y río
—¿Enamorado? —abro la puerta del auto —no me hagas reír, no seas tonta Gabriela, tengo novia, sube y nos vamos —señalo el interior del auto
—Y yo estuve años casada con un hombre que no amaba como a ti y pensaba en ti todas las noches —sus palabras me dejan sin habla —no amas a esa chica Santiago —la miro tenso —no te ofendas, pero siendo sinceros si la amaras ya te habrías casado con ella porque llevan años juntos y ella está loca por vivir contigo —Gabriela da un paso hacia mí
—Loca estás tú si crees que siento algo por ti aparte de asco Gabriela, eso es lo único que me generas —mascullo deseando con todas mis fuerzas que fuera cierto
—Asco —ella sonríe —claro, ¿y por qué ahora miras mis labios? —se acerca más —no voy a excusarme Santiago por las cosas del pasado, sé que diga lo que diga no habrá perdón, he hecho cosas malas, he mentido, incluso me he engañado a mí misma menos en una cosa —su mirada va a mi boca —cuando se trata de ti nunca me engañé, siempre supe que te amaba —sus manos van a mi pecho y siento como mi corazón se acelera
—¿Y por eso me dejaste?
—Te he escuchado decir que este es el paraíso, que amas estar aquí, pero para mí ha sido un infierno estar cerca —sus ojos se llenan de lágrimas —cerca Santiago, cerca así —se pega más a mí —es como quemarse, es un infierno no tener el valor de tocarte cuando es lo único que deseo hacer —sonríe triste y ahora ha logrado ponerme nervioso.
—¿Cuántas copas bebiste? —bufo —entra al auto Gabriela, estás ebria —ella asiente un poco.
—Si fueras sincero —habla mirando mi boca —solo dilo Santiago, estás celoso —ríe —por eso no querías que viniera y por eso estás aquí ahora.
—Celoso, por Dios —miro al cielo —¿sabes? Me arreglé con Magda —la miro a ella, sus manos se mueven por mi pecho
—Debe tener ella muy poco amor propio —se ríe y me alejo sin deseos de verla burlarse de Magda.
—Ella es buena, me da paz —Gabriela me mira cuando hablo —es sencilla y es simple, no le gusta discutir, me gusta y nos llevamos bien —soy sincero —es la mujer con la que quiero casarme y sé que será una excelente madre mientras tú —la señalo
—Soy el fuego que provoca un infierno en tu vida —sus palabras son acertadas, pero niego —no soy simple Santiago porque lo sencillo siempre aburre y eso te encanta —sonríe volviendo a acercarse a mí —me dices cobarde por haberte dejado ¿pero qué dices de ti? —sus manos van a mi rostro —eres más cobarde que yo al negar que me amas y que Magda solo es la paz que te gustaría tener en tu vida, pero es la mujer a la que no amas —sigo mirando sus ojos, ella está demasiado cerca y mi cuerpo se vuelve un desastre —esa que sería una madre perfecta, pero que cuando estás con ella tu mente se escapa deseando todo lo que ella no es —Gabriela acerca su boca a la mía —deseándome a mí —dice rozando mis labios, sé que está ebria, que ha bebido de más y que debería detenerla, pero cuando su boca toca la mía olvido todo eso, olvido al resto del mundo y el beso comienza devastando todo lo que construí mientras ella no estaba, tirando el muro de odio que tenía puesto, mis defensas se vienen abajo y solo queda ella, la mujer que más he amado y a la que ahora sostengo de la cintura para que no se aleje de mi.
★★★
Gabriela
Sé que sin la bebida en mi cuerpo jamás hubiera sido capaz de decir ni la mitad de las palabras, pero ahora eso me da igual, este beso solo demuestra que lo nuestro aún vive, que su odio no es más grande que sus otros sentimientos y eso me hace feliz aunque Santiago acaba el beso y se aleja de mí como si tuviera una enfermedad contagiosa, luego solo me mira tenso, como si hubiera cometido un gran pecado y va hacia su auto.
—Santiago —él entra al auto sin mirarme, suspiro y voy hacia él, entro en silencio —Santiago
—No quiero escuchar tu voz —expresa arrancando el auto —si pronuncias una sola palabra juro que te sacaré del auto y te dejaré tirada —añade comenzando a conducir y solo siento como mis ojos se llenan de lágrimas.
—El beso
—Fue un error —gruñe apretando fuerte el volante —un maldito error que no volverá a ocurrir porque como te dije, Magda es mi novia, es la mujer que quiero y con la que voy a casarme, ella es
—Es la mentira que te dices todos los días —alzo la voz —porque eres un cobarde, un idiota y un poco hombre incapaz de aceptar que me amas, que aún me amas luego de todo y que —el auto se detiene de forma brusca y Santiago abre la puerta a mi lado, cuando mira mis ojos no necesita decir nada.