Dos mundos - Dos amores

Capítulo XV

WHenry

Hace un año

Estoy fuera del local de Kate, llegue un poco antes porque me gusta ser puntual. Por la ventana la veo atendiendo a los últimos clientes, se ve radiante, siempre ofreciendo una sonrisa a los demás, siento que es una persona sincera y dulce, aunque le guste parecer una chica ruda. No sé por qué me gusta la idea de pasar tiempo con ella, las mujeres siempre me han gustado sólo para pasar un buen rato y divertirme, suena mal pero soy directo y les hablo claro. Con Kate es diferente, me atrae, claro que sí, pero me gusta estar a su lado y no quiero arruinar las cosas, y siendo amigos la mantengo a mi lado sin tanto lío. Con ella puedo ser simplemente yo, no tengo que aparentar ser perfecto. Aun no le digo quien es mi familia o que soy el próximo dirigente de Petriak, no quiero que me vea o trate diferente, sé que ella tal vez siga igual conmigo, pero estoy tan acostumbrado a que me vean por mi apellido y no por quien soy en realidad, que me da miedo que reaccione igual o quiera alejarse de mí.

A las 6pm en punto entro a buscarla, pero no la veo, así que toco la campanilla que reposa sobre la barra de postres. Ella sale de la cocina con un atuendo diferente al que tenía cuando la vi por la ventana, lleva unos jeans negros al cuerpo, que resalta sus curvas, un top verde de manga larga y unas botas tipo militar negras, su cabello está suelto y su rostro se ve radiante y precioso aunque no lleve ni una pizca de maquillaje.

-¿Siempre eres tan puntual?- cuestiona divertida.

-Es una de mis tantas cualidades.- respondo sin dejar de admirarla haciéndola sonrojar, viéndose más hermosa todavía. –Te ves preciosa.

-Ok, salgamos ya que está haciendo calor.- dice abanicándose la cara con las manos.

-Después de usted mi damisela.- hago una reverencia mientras le sostengo la puerta dándole espacio para que salga, haciéndola reír.

-¿Cuándo dejarás de decirme así?

-Nunca. Y tienes que aceptar que soy todo un caballero.- le ofrezco mi brazo para que lo tome y empezamos a caminar.

-¿Adónde vamos Henry?

-Es una sorpresa no seas curiosa. Dejé el auto en la otra cuadra.- cuando llegamos donde está mi auto ella parece sorprendida.

-¿Es tuyo?- susurra sin dejar de ver el mustang. -¿A qué te dedicas?

-No es mío, un amigo me lo prestó.- miento

-Pues ha de ser un muy buen amigo, porque si fuera mío no te lo prestaría.

-Gracias por la confianza.- me hago el ofendido poniéndome una mano en el pecho y ambos reímos.

-Sube.- le pido mientras le abro la puerta del auto.

-¡Oh gracias! Es usted todo un caballero.

-Por fin lo acepta mi damisela.- le sigo el juego.

-Aprovecha porque no pienso decírtelo de nuevo.

Durante el camino me cuenta sobre su día y lo feliz que se siente de que al negocio construyó su madre le vaya tan bien. Hago una parada en el sitio donde comimos la otra vez, para comprar dos hamburguesas y bebidas. Pasada media hora llegamos a nuestro destino, un mirador que está en las colinas aledañas al norte de Petriak, desde el cual se pueden ver todas las luces de la ciudad colindante, la cual pertenece al mundo humano, aunque ellos a nosotros no nos ven, ya que estamos "escondidos a simple vista" gracias a la magia.

Ayudo a Kate a bajar del auto y se nota que no conocía este lugar, su cara de asombro la delata.

-Es hermoso.- musita

-Supongo que es la primera vez que vienes.

-Sí- afirma mientras tomo su mano y la dirijo hasta la cima donde hay una gran roca, en la que me gusta sentarme a observar la vista e imaginarme lo que sería vivir allí o al menos visitarlo. Saco la comida y le doy lo suyo, comemos en silencio y ella sigue absorta admirando la hermosa vista.

-¿Te gusta?- cuestiono

-¡Me encanta!- exclama alegre y el brillo en sus ojos me provoca una extraña sensación, haciendo que deje de mirarla. –Gracias por traerme, no sabía que este lugar existía.

-Me alegra que tu primera vez aquí sea conmigo, te dije que soy muy interesante.

-Tu ego ya está haciendo acto de presencia.- rueda los ojos fingiendo estar molesta.

-No es ego, es la verdad.

-Claro, como sea.- vuelve la vista a la ciudad. -¿Alguna vez has ido?

-No, pero me gustaría. ¿A ti?

-También, pero es un privilegio que los plebeyos no tenemos.

Yo sí tengo ese privilegio pero mi madre hasta la fecha se rehúsa, según ella allá no hay nada para mí. Sin embargo, ella y mi padre si han ido al igual que otros miembros importantes de nuestro gobierno; siendo esta la manera de mantenernos al tanto de todo. De hecho algunos habitantes de Petriak han decidido irse a vivir allá aunque eso conlleve a limitar el uso de sus poderes o que en caso de querer volver no puedan. Pienso en decirle quien soy, pero desecho rápidamente la idea y decido cambiar de tema.

-Cuéntame más sobre tus habilidades.

-Puedo sanar heridas y algunas enfermedades, mientras no sean muy graves; eso lo aprendí de mi madre. También puedo manipular pequeños lapsos de tiempo.

-Es increíble. Puedo saber por qué no eres una maestra en el instituto.

-Eso es más fácil para las personas con mayores recursos y estoy bien haciendo lo que hago. ¿Qué hay de ti?

-Pues aparte de ser sumamente guapo- no puede evitar reír –se usar la telequinesis y manipular y crear fuego.

-Es asombroso. Me impresionas.

-¿De qué hablas? La manipulación del tiempo es mejor.- lo es de verdad.

-Es algo magnifico, y por eso no debe ser tomado a la ligera.

-Entiendo. También soy un excelente combatiente, sino es que el mejor.

-¿El mejor?

-Así es.- le guiño un ojo logrando que nuevamente su rostro se enrojezca como un tomate. –Si quieres te enseño algunos movimientos, así ya no debo estar salvándote.

-Tenía todo bajo control.

-Claro.- me burlo- ¿Qué dices? Soy un buen maestro.- lo piensa por unos segundos.
 



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En el texto hay: fantasia, romance, drama

Editado: 27.03.2024

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