Dos mundos - Dos amores

Capítulo XVIII

Kate

Hace un año

Hace una semana que no sé nada de Henry, estoy molesta, es un mentiroso porque me dijo que no se iba a dar por vencido pero no me ha buscado. Aunque debería estar contenta, eso fue lo que le pedí, que me dejará en paz. Me siento tan confundida, quisiera con todas mis fuerzas creerle que siente algo por mí, pero temo salir lastimada.

Pasé todo el día pensando en él, dos veces marqué su número pero me arrepentí, es mejor dejar todo así aunque me muero por verlo.

Estoy en la pastelería terminando de recoger todo para irme, tengo una cita con Josh en una hora, me ha insistido tanto que terminé aceptando, dejándole en claro que sólo en plan de amigos. El sonido de la puerta abriéndose me hace salir de la cocina, encontrándome con una desagradable sorpresa. Sebastian está recostado en la puerta con una expresión que me causa una mala vibra.

-Hola hermosa.- camina acercándose.

-¿Qué quieres? No estoy de humor para soportarte.

-Me haces falta. Y debemos hablar de nosotros.

-Primero, no existe un nosotros y segundo, no tenemos nada de qué hablar. Hace mucho que no somos amigos y empeoraste todo besándome a la fuerza. ¿O ya lo olvidaste?- no puedo creer lo descarado que es, pensé que después del día que me besó y Henry lo golpeó no volvería a molestarme.

-Cómo olvidarlo si ese imbécil entrometido se atrevió a golpearme.- está muy cerca de mí y en sus ojos se nota la furia al recordar lo sucedido ese día. Me aparto y camino hacia la puerta abriéndola.

-Te lo merecías por bruto. Y como ya te dije no tenemos nada que hablar así que vete.- le señalo la salida mientras sostengo la puerta. Pero furioso se aproxima cerrándola de un solo golpe y pone el seguro.

-¿Y qué si no me voy? Vas a llamar a tu nuevo amiguito.- me toma de la cara con sólo una mano apretando mis mejillas y causándome dolor.

-Suéltame que me lastimas.- lo empujo y trato de alejarme, pero me agarra por el cuello y me pega a la pared inclinándose hasta dejar su rostro en mi cuello.

-Hueles tan bien Kate- pasea su nariz por mi cuello, me provoca náuseas. De nuevo intento soltarme sin lograrlo.

-Déjame, no me toques- su agarre en mi cuello se hace más fuerte y respirar se me dificulta.

-He estado esperando a que tu perro faldero te dejara sola- esboza una sonrisa de lado –Pero parece que ya se aburrió de ti, por dicha porque me facilitó las cosas, de seguir tan cerca de ti tendría que sacarlo del camino.- me cuesta respirar, su mirada y sus palabras me asustan.

-Eres mía Kate, mía y de nadie más. Lo vas a entender a las buenas o a las malas, métetelo en la cabeza de una vez.- suelta mi cuello y por fin respiro bien hasta que me besa, me resisto pero es en vano. Sus manos bajan a mi trasero, apretándolo, no soporto que me toque, le doy un rodillazo en la entrepierna. Retrocede unos pasos maldiciendo y con las manos en la zona que he golpeado.

-No soy ni seré tuya nunca y no te atrevas a tocarme otra vez. Entiende que no siento nada por ti.

-Eso es porque no me das la oportunidad de demostrarte que te puedes enamorar de mí.- este demente no es el mismo chico que conocí en la adolescencia, definitivamente está loco.

-Ya te lo he dicho muchas veces, no va a pasar nada entre nosotros. Eras mi amigo y te apreciaba, pero tu obsesión conmigo logro que me alejara.- furioso se acerca y sin pensarlo dos veces le planto el puño en la cara.

-¡Vaya! Tus entrenamientos con el entrometido han servido de algo, golpeas bien. –se limpia la sangre de la boca con la mano y sonríe. –No creas que no he estado al tanto de lo que haces.

-¿Me estuviste espiando? Eres un maldito acosador de mierda. ¡Lárgate!- grito

-Sólo vigilaba lo que es mío, no sabes lo que odie verte con ese estúpido. Llegue a pensar que estaba interesado en ti, por lo visto me equivoqué.

-Cállate, no sabes nada- agarra mis muñecas llevando mis manos hacia la pared por encima de mi cabeza.

-Por las buenas o por las malas. ¿Qué parte no entiendes?- trata de besarme otra vez, pero vuelvo el rostro. –No me digas que a ti sí te gusta ese tipo.

-No es tu puto problema.

-Lo es porque no lo quiero cerca de ti de nuevo, eres mía Kate. Vámonos, si tengo que encerrarte hasta que puedas amarme, pues lo haré- me arrastra con él hacia la salida.

-Estás loco, eres un maldito loco. No iré contigo a ninguna parte.

-Lo harás aunque tenga que obligarte.- el cuerpo me tiembla y el pánico me invade, porque sé a lo que se refiere al decir que me obligará, Sebastian tiene el poder de dormir a las personas con el simple acto de posar sus manos en sus cabezas. Si lo hace conmigo me llevará con él y me encerrará como ha dicho, antes no lo creía capaz de tanto, pero la oscuridad en sus ojos me confirma que es capaz de eso y más.

-No, no te atrevas- me remuevo desesperada tratando de soltarme y alejarme, las lágrimas caen por mi rostro al sentir que posa sus manos en mi sien y lo último que veo es su retorcida sonrisa.




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