Alexander Waverley se convirtió en mi confidente más cercano. Nuestras conversaciones íntimas y largas caminatas por los jardines evocaron una extraña conexión entre nosotros.
El enigma de mi presencia persistía, y a pesar de mis esfuerzos por ocultar mi verdadera identidad, sospechas comenzaron a surgir entre los demás personajes. Lady Margaret, la astuta antagonista, me miraba con ojos inquisitivos. Parecía detectar algo extraño en mí, algo que no encajaba en el lienzo literario establecido.
Mis noches eran las peores. Cuando el mundo ficticio se sumía en la oscuridad, mi mente se llenaba de pensamientos intrusivos sobre mi vida en el mundo real. ¿Cómo había llegado aquí? ¿Existiría una forma de regresar? Los sueños eran escenas fragmentadas de recuerdos mezclados con eventos de la novela.
Los personajes secundarios también comenzaron a cobrar vida y tomar un papel más relevante en mi vida dentro de la novela. El simpático jardinero, Thomas, se convirtió en mi aliado inesperado. Sus ojos amables parecían ocultar un conocimiento más profundo, y pronto descubrí que compartía mi secreto. Él también había sido arrastrado desde el mundo real hacia esta historia.
Thomas me advirtió sobre la influencia que tenía esta novela en la realidad. Si la trama se desviaba demasiado de lo establecido, podría tener consecuencias devastadoras en ambos mundos. Sin embargo, su presencia también me dio esperanza. Juntos, podríamos descubrir el enigma que nos había llevado a esta situación y tal vez encontrar una manera de regresar.
El romance también hizo su aparición en la historia. Me sentí atraída tanto por Alexander como por el carismático conde de Westwood, quien comenzó a cortejarme con intensidad.
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Editado: 03.08.2023