Mientras el amor entre Alexander y yo florecía, una nueva revelación sacudió mi mundo. En una tarde soleada, recibí la visita de un hombre imponente, con una mirada seria y una presencia que denotaba autoridad. Era Lord Reginald Sinclair, el apoderado de mi familia y el encargado de revelarme mi doloroso pasado.
"Anne, debo hablarte sobre tus raíces y tu verdadera identidad", dijo Lord Sinclair con solemnidad mientras me conducía a una sala privada. "Eres la heredera de un título nobiliario. Eres Lady Anne Huntington, condesa de Glenworth".
Mis ojos se abrieron con sorpresa y asombro ante sus palabras. Nunca habría imaginado que detrás de la simpleza de mi vida anterior se ocultaba una herencia noble.
"Tu padre, el conde de Glenworth, murió hace muchos años, dejándote como su única heredera", continuó Lord Sinclair. "Tu madre, desconsolada por la pérdida, decidió alejarse de la alta sociedad y vivir una vida más sencilla. Fue entonces cuando decidieron ocultar tu verdadera identidad y te enviaron a vivir al campo, lejos de las miradas curiosas".
Las lágrimas nublaron mis ojos mientras asimilaba la magnitud de la verdad que se revelaba ante mí. Durante años, había vivido sin saber quién era realmente, sin saber que mi destino estaba ligado a un título y una posición noble.
"¿Por qué me lo ocultaron? ¿Por qué me enviaron lejos de mi verdadera identidad?", pregunté con voz entrecortada.
Lord Sinclair suspiró. "Tu madre estaba destrozada por la pérdida de tu padre, y quería protegerte de las intrigas y las responsabilidades que conlleva un título noble. Pero ahora que eres mayor de edad, ha llegado el momento de que asumas tu posición como condesa de Glenworth".
El peso de mis nuevas responsabilidades y mi verdadera identidad me abrumó. No sabía si estaba preparada para enfrentar el mundo de la alta sociedad y los deberes que venían con mi título.
"Entiendo que esto puede ser abrumador, Lady Anne", continuó Lord Sinclair con comprensión. "Es por eso por lo que he sido enviado para educarte en tus deberes como condesa y asegurarme de que encuentres un matrimonio adecuado que garantice la prosperidad de la familia y el título".
El temor y la inseguridad se apoderaron de mí ante la idea de un matrimonio concertado. Quería seguir mi corazón y estar con Alexander, pero sabía que había obligaciones que debía cumplir como heredera.
Lord Sinclair notó mi inquietud y dijo con seriedad: "Lady Anne, entiendo tus sentimientos, pero debes comprender que tus decisiones también afectan a la familia y al título. Debes pensar en el futuro de la casa de Glenworth".
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Editado: 03.08.2023