Dos mundos, un amor

Capítulo 14: Escuchando la Verdad

Una noche, mientras caminaba por los pasillos del palacio, escuché voces apagadas que provenían de una sala cercana. Me acerqué sigilosamente y reconocí la voz de Lord Sinclair. No pude resistir la tentación de escuchar lo que estaba sucediendo.

"Estoy seguro de que este matrimonio será beneficioso tanto para Glenworth como para la familia del conde", decía Lord Sinclair en tono confidencial. "La alianza fortalecerá nuestras posesiones y asegurará un futuro próspero".

Mi corazón se detuvo en mi pecho al escuchar esas palabras. Temía lo peor, y mis sospechas se confirmaron cuando escuché el nombre del caballero al que estaba destinado a casarme.

"El conde de Harrington ha expresado su interés en casarse con Lady Anne", continuó Lord Sinclair. "Es un partido perfecto para ella, y estoy seguro de que su matrimonio fortalecerá nuestras conexiones en la alta sociedad".

Me retiré rápidamente, el peso de la verdad aplastándome el pecho. Sentí una mezcla de enojo, tristeza y desesperación. Lord Sinclair estaba decidido a imponer su voluntad sobre la mía, sin importar cuánto dolor causara.

Decidida a confrontar la situación, busqué a Alexander y le conté lo que había escuchado. Sus ojos se llenaron de rabia y preocupación al escuchar la noticia.

"No puedo permitir que te obliguen a casarte con alguien más", dijo con determinación. "Lucharemos juntos contra las manipulaciones de Lord Sinclair y encontraremos una forma de estar juntos".

Al día siguiente, me enfrenté a Lord Sinclair y le confronté directamente sobre su intento de negociar un matrimonio pactado sin mi consentimiento.

"¡No permitiré que me obligues a casarme con alguien que no amo!", le dije con voz firme. "Mi corazón le pertenece a Alexander, y no me someteré a tus manipulaciones".

Lord Sinclair frunció el ceño y me miró con desprecio. "Debes comprender la importancia de este matrimonio para Glenworth. No puedes permitir que tus sentimientos personales se interpongan en el camino del bienestar de nuestra familia".

"Pero también soy un ser humano con deseos y emociones propias", le respondí con valentía. "No puedes decidir mi futuro por mí. El amor no se puede forzar ni manipular".




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