El conde de Harrington notaba mi constante preocupación y tristeza, y un día, mientras estábamos a solas en una de las salas del palacio, me miró con ternura y dijo: "Anne, me duele ver que estás tan afligida. ¿Hay algo que pueda hacer para que te sientas mejor?"
Me sentí conmovida por su gentileza, pero sabía que no podía compartir mis verdaderos pensamientos con él. "Es solo que... extraño a mi familia y mi hogar", respondí con sinceridad, aunque sabía que era solo una parte de la verdad.
El conde asintió comprensivamente. "Entiendo tu nostalgia, querida. Pero prometo hacer todo lo que esté a mi alcance para que te sientas cómoda y feliz aquí".
Sus palabras me llenaron de gratitud, pero también me recordaron la necesidad de seguir adelante con mi plan para encontrar la reliquia y regresar a casa. Fue entonces cuando una idea surgió en mi mente.
"Conde de Harrington", dije con un brillo de esperanza en mis ojos, "hay algo que podrías hacer por mí que me haría sentir mejor".
Él me miró con curiosidad. "Por supuesto, Anne. Dime qué puedo hacer".
"Me gustaría tener un día de completa libertad", le dije con determinación. "Un día para explorar los alrededores del palacio y disfrutar de la naturaleza. Sería un gran consuelo para mí".
El conde pareció complacido con mi solicitud. "Eso es algo que puedo hacer por ti, sin duda alguna. Mañana mismo, te llevaré a dar un paseo por los jardines y los alrededores. Será un día solo para ti".
Mis ojos se iluminaron con emoción. "Gracias, conde. Significará mucho para mí".
El día siguiente, el conde de Harrington cumplió su promesa y me llevó a dar un paseo por los hermosos jardines del palacio. Mientras caminábamos, me sentí como si estuviera recobrando una pequeña parte de mi libertad.
Pero mientras disfrutábamos del paseo, también me di cuenta de que la vigilancia de Lord Sinclair se había relajado. Aproveché la oportunidad para explorar y buscar pistas que me condujeran a la reliquia que me permitiría salir de este mundo de ficción.
Mientras me desplazaba entre los árboles y los senderos, una idea tomó forma en mi mente. Recordé que en la biblioteca del palacio había un antiguo mapa de la región, y si lograba acceder a él, podría encontrar pistas que me condujeran a la reliquia.
Decidida, me separé un poco del conde de Harrington y me dirigí sigilosamente a la biblioteca. Con cuidado, busqué el mapa y lo desenrollé con manos temblorosas. Mis ojos recorrieron cada detalle, y finalmente encontré una pista: una antigua leyenda que hablaba de una reliquia escondida en los confines de la región.
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Editado: 03.08.2023