Dos mundos, un amor

Capítulo 30: El Giro del Destino

Mi amor por el conde de Harrington crecía con cada día que pasaba. Su bondad, ternura y dedicación habían conquistado por completo mi corazón. Aunque tenía en mi poder la reliquia que me permitiría regresar a mi mundo, decidí no utilizarla. Había encontrado en el conde a un hombre digno de mi amor, y no quería perder lo que habíamos construido juntos.

Los días transcurrían felices y llenos de amor. El conde y yo compartíamos momentos de alegría y complicidad, y cada día descubríamos más cosas que nos unían. Mi decisión de quedarme en este mundo había sido la correcta.

Sin embargo, la felicidad se vio amenazada cuando Lady Margaret, movida por la envidia y la ambición, descubrió la existencia del medallón y sus poderes. Sabía que, si ella tuviera en sus manos la reliquia, podría usarla para obtener todo lo que deseaba.

Un día, mientras el conde de Harrington y yo paseábamos por los jardines, Lady Margaret se acercó con una sonrisa falsa en el rostro. "Queridos Anne y conde, permítanme felicitarlos por su amor. Es realmente conmovedor", dijo con sarcasmo.

El conde la miró con desconfianza, pero yo decidí mantener la calma. "Gracias, Lady Margaret. Nuestro amor es sincero y verdadero", respondí.

Ella rió maliciosamente. "Pero, querida Anne, ¿qué tal si te doy un pequeño regalo para celebrar tu felicidad?" dijo, mostrando el medallón en sus manos.

Mi corazón se aceleró ante la vista del medallón. ¿Cómo había logrado tomarlo? Lady Margaret sonrió con triunfo y de un gesto lo arrojó al suelo. Antes de que pudiera hacer algo para detenerla, pronunció unas palabras misteriosas y el medallón empezó a brillar intensamente.

En un abrir y cerrar de ojos, todo a mi alrededor se desvaneció. El mundo de ficción que tanto había llegado a amar se desvaneció frente a mis ojos, y me encontré en mi cama en el mundo real.

Aturdida y confundida, miré a mi alrededor y reconocí mi habitación. Había regresado a mi realidad, pero mi corazón se llenó de tristeza al darme cuenta de que había dejado atrás al conde de Harrington y todo lo que habíamos construido juntos.

Mi mente se llenó de preguntas y dudas. ¿Cómo había llegado aquí? ¿Había sido todo un sueño? Pero entonces, recordé las palabras de Lady Margaret y el brillo del medallón.

Lágrimas brotaron de mis ojos mientras pensaba en el conde y en todo lo que habíamos vivido juntos. Había encontrado el amor verdadero en un mundo de ficción, y ahora me encontraba nuevamente en la realidad, sin saber si volvería a verlo alguna vez.




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