Dos razones para amarte.

Capítulo 5. Pague 1 y lleve 2



Dorian  

—Invité a mi amiga a venir unos días acá. Espero que no te moleste, no está sola  tiene dos criaturas. Y por el papá, ni te molestes, ni siquiera sabe quién es. 

—No quiero gente desconocida en mi casa, Jack. 

—No son gente desconocida, es mi amiga. Tengo cinco años sin verla. 

—No. 

—No seas aguafiestas. Papá nos dejo esta casa a los dos. 

—No quiero a nadie aquí. 

—Demasiado tarde, ya los invité y a esta hora deben estar llegando. 

Mi hermano se ríe porque sabe que no habrá forma que los corra de la casa estando aquí. ¿Hijos? No me gustan los niños, son molestos, gritones, andan corriendo por toda la casa y gritan, definitivamente no. 

Si me gustaran los niños ya hubiera tenido un par, tener treinta años y estar soltero no es de por gusto. Me gustan las mujeres, me gustan un par de piernas cada fin de semana o cada noche, pero no un par de niños llorones y molestos que quieren jugar todo el día. 

—¿Por qué siempre haces todo sin decirme? 

—Porque te conozco, Dorian. Sabía que me dirías que no, y no viene sola. Trae a Jimensa, nuestra amiga. 

—¿Crees que esto es un hotel? 

—Hay suficientes habitaciones. 

—No me importa, tienen una semana para quedarse luego ves cómo los sacas de aquí. 

¡Refulgente! Tengo que soportar personas en mi propia casa. Me molesta la gente desconocida, los años no han pasado en vano. Le prometí a mis papás cuidar esta casa y es lo que hago, La Hacienda es un tesoro para ellos y también para mí. 

Salgo a dar una vuelta en mi caballo, las fincas son mi mayor orgullo así como los Lagos y las tierras ganaderas, pero lo que más me gusta es trabajar en la empresa de vinos, el orgullo de mi familia. Nuestra propia marca de vinos, más de quinientas personas bajo nuestro mando y los restaurantes que también están bajo mi cargo. 

Mi padre logró levantar un imperio con su arduo trabajo y no pienso dejar que se venga abajo. 

Mi jinete es el mejor sangre pura de todos los qué hay en la finca, cada uno es seleccionado y cuidado perfectamente por especialistas, me gusta darle lo mejor a mis animales. Guardo a Jinete en su caballeriza, le hecho su heno y me dirijo a los jardines traseros. 

Me llevo una no muy grata sorpresa al ver a un mocoso apretando a un ganso. ¿Qué demonios cree que hace? Son domésticos pero podría perder la calma y atacarlo, me refiero al mocoso. 

—¡Oye tu! — me acerco apresurado —¿Qué demonios estás haciendo con los gansos? 

—Le doy un abrazo —me mira de pies a cabeza. 

El niño no tendrá más de cinco años. Es castaño y ojos claros, es muy lindo, pocos niños me parecen lindos. 

—A los animales como ellos no les gustan los abrazos. Suéltalo, ahora. 

—Mamá dice que a todo el mundo le gustan los abrazos. 

—Tu mamá es una tonta. 

Siento un frío golpe en mi pierna solo unos segundos después de decir eso, mierda. ¿Quién carajos? Volteo a ver y veo al mismo mocoso que tengo enfrente. ¡Se duplicó! 

—¡2x1, genial! —exclamó adolorido—Pague uno y lleve dos. 

—Mi mami no es ninguna tonta— es decir que me pego por eso, mocoso e insolente, ya verá con quién se está metiendo.  

—Y tu con tu hermano son un par de maleducados. Ya mismo se largan de mi casa, no se quienes sean, pero los quiero fuera de aquí ya mismo.  

Lo cojo de su camiseta para llevarlo con los irresponsables de su papá, de pronto el segundo clon grita a su mamá casi dejándome sordo. 

—¡Mamá! 

La mamá pato sale como un flash de la casa, suelto al niño porque si a algo le tengo miedo, es a una mamá enojada. 

—¿Qué haces, Don? — mi hermano grita desde la puerta. 

La chica se termina de acercar y yo no puedo meditar palabra alguna al verla. 

Es Kristen... 

—¿Qué pasa? Cariño. —No desprendo mis ojos de ella, como es posible, ¿desde cuando tiene gemelos? ¿Me reconocerá? 

—Lamento mucho si lo han molestado, señor.  

—Mami— el niño tira de su blusa—Dijo que eras una tonta. 

Kristen levanta una ceja hacia mi dirección. 

—Es mentira, no dije eso. Que niños tan mentirosos, eh. 

—Mis hijos no dicen mentiras, señor. Podrán ser un desastre y todo, pero no mienten. 

—El señor me regañó por estar abrazando a pato. 

—Es un ganso — repito. 

—¡Es un pato! Él puede ser lo que quiera ser. 

—Es un jodido pato —confirmo—Tu eres un pato, él es un pato, yo soy un pato. 

—No tu no— abraza a su mamá—Tu eres un pollo. 

Genial, ahora soy un pollo. 

—¿En qué momento pasamos a ser animales? Si bien recuerdo que me diste una patada —digo viendo al chiquillo. 

—Defendí a mamá. 

—Eres todo un héroe —ironizó—Apuesto a que tu mamá puede defenderse sola. 

—Señor, lamento si mis hijos lo han molestado.  

—Ya puede irse, señor.—bien, bien, no saben que es mi casa. 

—Está es mi casa —escupo. 

Kristen no me mira a los ojos, evita mi mirada y algo en sus mejillas cambió. ¿sabrá quien soy o tendrá el presentimiento? Sigue siendo hermosa, su cabello tan rojo como lo recuerdo, esos ojos mieles y mirada dulce. No me he olvidado de ella, lo que hice fue nefario, me aproveche de ella de una forma inhumana. 

No he podido olvidar esa noche que pasamos juntos... 

—Don ¿qué sucede? –Jack coge a uno de los gemelos, —Son mis sobrinos, son hermosos, cierto. 

—¿Se llama Don? —cuestiona uno de ellos. 

—Se llama Dorian pero le gusta que le digan Don. 

Kristen frunce sus cejas y me ve de reojo. Vamos, nena. Acuérdate de mí, esa noche estoy seguro que me vio el rostro, lo recuerdo vagamente aunque el hecho que esté frente a mí y que no me reconozca me hace pensar que fue solo una idea mía. 

—Un gusto Dorian, me gusta llamar a las personas por su nombre y no con apodos tontos. 

—¿Eso no cuenta con los animales? 

—Pregúntale a mi hermano, ese asunto es con él. 




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