CAPÍTULO 16: Alexter
He pasado todo el día pensando en Melissa. Suena agradable decir su nombre sin tantos formalismos. Quisiera conocerla mejor: ¿cuáles son sus gustos? ¿Tendrá novio? Nunca he visto que venga nadie por ella. Siempre se va con Lucas y la otra chica. El muchacho de la otra noche la veía embobado, pero ella parecía no notarlo, por lo tanto, no puede ser su novio. Mientras me pierdo en recordar lo sonrojada que se puso por mi invitación, llegan unos cuantos mensajes a mi celular.
Hola, cariño, ¿cómo has estado?
Me tienes olvidada.
¿Todavía molesto por haberme ido sin avisarte?
Alex, ¿es que no pretendes responderme?
Los mensajes de Melina interrumpen mis pensamientos, y por un momento, me siento culpable. Ella está en Nueva York, ocupada con su trabajo, y aquí estoy yo, pensando en otra mujer. Pero no puedo evitarlo. Melissa ha despertado algo en mí que no sentía desde hace mucho tiempo, algo que ni siquiera Melina logró encender en todos estos años.
Melina, ¿cuándo regresas? —le escribo directamente. Tengo que aclarar mi situación con ella. No puedo seguir fingiendo que todo está bien cuando mi corazón está dividido.
Tengo que arreglar algunos asuntos aquí, pero creo que en una semana o dos. ¿Por qué? ¿Pasa algo, cariño?
No, solo que necesito hablar algo contigo, y no quiero que sea por teléfono —respondo, sintiendo el peso de mis palabras. Sé que la decisión que he tomado no le va a gustar, pero es lo correcto. No puedo engañarla, y menos a mí mismo. Si quiero que las cosas vayan bien, tengo que cerrar este ciclo con ella.
¿No será que me estás extrañando y quieres que vuelva pronto?
La dejo en visto, no porque quiera, sino porque si le digo que sí por salir del paso, le voy a dar falsas esperanzas. Y si le digo las cosas por mensaje, me vería como todo un cobarde. Esto es algo que debe hablarse en persona, mirándonos a los ojos, aunque sé que será difícil.
Mientras tanto, no puedo evitar pensar en Melissa. Esa sonrisa tímida, esa manera en que se ruboriza cuando nuestras miradas se cruzan, esa seguridad con la que se defiende de Melina… Todo en ella me atrae. Pero, ¿qué estoy haciendo? Tengo una novia, una relación de años, y aunque nunca ha sido perfecta, siempre ha sido cómoda. Melina es lo que todo lo que lo que un hombre puede desear: una mujer exitosa, hermosa, con una carrera brillante. Pero ¿es eso suficiente? ¿Es suficiente para construir una vida juntos?
Por otro lado, Melissa… Ella es diferente. No es solo su belleza, aunque no puedo negar que es impresionante. Es su manera de ser, su sinceridad, su pasión por su trabajo. Cada vez que la veo, siento algo que no puedo explicar, algo que va más allá de la atracción física. Es como si ella encendiera una chispa en mí que había estado apagada durante años.
Pero, ¿qué pasa con Melina? Hemos estado juntos tanto tiempo… ¿Cómo le digo que ya no siento lo mismo? ¿Cómo le explico que, después de todos estos años, he encontrado a alguien que me hace sentir vivo de una manera que ella nunca lo hizo? No quiero lastimarla, pero tampoco puedo seguir viviendo una mentira.
Miro el teléfono de nuevo, esperando que Melina no insista más. Afortunadamente, no hay nuevos mensajes. Me recuesto en mi silla, sintiendo el peso de la decisión que tengo que tomar. Sé que no puedo seguir así, atrapado entre lo que se espera de mí y lo que realmente siento.
Mañana es sábado, y aunque Melissa rechazó mi invitación, no puedo evitar pensar en ella. Tal vez debería intentarlo de nuevo, pero esta vez de una manera más sutil. No quiero presionarla, pero tampoco quiero perder la oportunidad de conocerla mejor. Después de todo, ¿qué tengo que perder? Melina está lejos, y mi corazón ya no está con ella.
Pero, ¿y si Melissa no siente lo mismo? ¿Y si todo esto es solo una ilusión mía? No puedo negar que la posibilidad de ser rechazado me aterra. Sin embargo, algo me dice que vale la pena intentarlo. Por primera vez en mucho tiempo, siento que estoy viviendo para mí, no para cumplir con las expectativas de los demás.
Mientras cierro los ojos, intentando ordenar mis pensamientos, una imagen de Melissa aparece en mi mente. Esa sonrisa, esos ojos… No puedo evitarlo. Estoy perdido, y lo sé. Pero, por primera vez, no me importa.