Dos Vidas ,un Camino

Parte 17

CAPÍTULO 17: Alexter

Los días pasan, y Melina nada que regresa. Hablamos lo necesario por mensajes, pero cada vez siento que la distancia entre nosotros crece más. Mientras tanto, sigo buscando la manera de acercarme a Melissa. Las horas se me hacen eternas, y el trabajo, que antes me apasionaba, ahora me parece aburridísimo. Salgo de vez en cuando de mi oficina, con la excusa de estirar las piernas, pero en realidad es para ver si está en la sala de descanso o con Lucas. Pero es en vano. ¿Estará en su cubículo? ¿Y si voy a verla? ¿Y qué le digo? “Hola, Srta. Villanueva, solo pasaba por aquí a verla”. No tiene sentido que vaya hasta allá; nunca lo hago. Cuando necesito algo de mis empleados, simplemente los hago llamar con Lucas.

¡Eso es! Le voy a decir a Lucas que necesito que le diga que venga a mi oficina. ¿Pero bajo qué excusa?... No necesito excusas, soy el jefe. Tomo el teléfono y marco el número uno, que me comunica directo con Lucas.

—González, por favor, dígale a la Srta. Villanueva que venga un momento —le digo, tratando de sonar serio y disimular lo nervioso que estoy.

—De acuerdo, Sr. Montenegro. ¿Le informo a la Srta. Olimpo también? —noto en su voz que está algo preocupado. Lucas siempre ha sido muy observador, y probablemente ya sospecha que algo pasa.

—No, solo a la Srta. Villanueva —respondo, colgando sin darle oportunidad de seguir tratando de averiguar qué pasa.

Ahora, ¿qué le digo? ¿Para qué la hice venir? Me empiezo a poner nervioso. En ese momento, tocan la puerta, y hago como que estoy leyendo y firmando documentos, tratando de parecer ocupado.

—Adelante —digo, sin levantar la vista.

Melissa entra, y noto que está nerviosa. Se ve tan tierna, con esa expresión de incertidumbre en su rostro. Me esfuerzo por mantener la compostura.

—¿Quería verme, Sr. Montenegro? —pregunta, con una voz suave pero llena de curiosidad.

—Sí, adelante, toma asiento —digo, aún serio y sin mirarla directamente. Ella se sienta, y yo río por dentro al notar lo tierna que se ve, toda nerviosa. Me encanta cómo se ruboriza ligeramente, como si estuviera esperando una reprimenda.

—Me han informado que tu desempeño ha sido muy bueno estos últimos días —comienzo, mirándola fijamente y contemplando su rostro. Sus ojos ámbar brillan bajo la luz de la oficina, y no puedo evitar sentirme atraído por ellos.

¡Ah!, sí, es bueno saber que es de su agrado mi desempeño —responde, con una sonrisa tímida—. Pero debo recordarle que es un trabajo en equipo. Le recuerdo que es un proyecto llevado a cabo por la Srta. Olimpo y yo.

—Sí, sí, claro está —digo, tratando de no sonar demasiado distraído. Ella queda en silencio, observándome mientras yo lo hago de igual manera. Solo nos miramos el uno al otro, y aunque ninguno dice nada, no es un silencio incómodo. Es como si el tiempo se detuviera por un momento.

Ella es la primera en romper el silencio.

—Sr. Montenegro, si no se le ofrece nada más, me retiro a continuar con mi trabajo —dice, haciendo un movimiento para levantarse. La verdad es que no quiero que se vaya, pero no tengo excusa para retenerla más tiempo.

—He estado pensando en la invitación que te hice para tomar un café —digo, casi sin pensarlo—. Me gustaría que aceptaras.

Ella se queda quieta, como si no esperara esa propuesta. Sé que probablemente la va a rechazar de nuevo, pero no puedo evitar intentarlo.

—De acuerdo, Sr. Montenegro —responde, con una voz tan suave que casi no la escucho. No puedo creerlo. Quiero celebrar, pero sé que sería poco profesional e infantil.

—Puedo pasar el sábado como a las tres por ti —le pregunto, tratando de mantener la calma. Ella asiente, sonrojándose un poco.

—Sí, está bien —dice, con una sonrisa tímida.

—¿Me puedes dar tu número de teléfono para avisarte cuando esté cerca? —pregunto, extendiéndole una hoja de papel. Ella lo anota con cuidado, y noto cómo sus manos tiemblan ligeramente.

—Si no necesita nada más, me retiro —dice, algo nerviosa pero tratando de disimularlo.

—No, nada más. Gracias, Melissa —respondo, usando su nombre sin el formalismo habitual. Ella me mira por un segundo, como si notara el cambio, y luego sale de la oficina, dejándome con una sensación de triunfo y nerviosismo.

Paso el resto del día más tranquilo, pero no puedo evitar contar las horas hasta el sábado. Por primera vez en mucho tiempo, siento que estoy tomando el control de mi vida, y no puedo esperar para ver a dónde me lleva esto.

NOTA: Si te esta gustando mi historia no olvides 💬 te estare leyendo,darle ,agregar a tu biblioteca 📚 y compartir↪️ .




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.