CAPITULO 18: Alexter
Me despierto temprano, como es costumbre. El sol apenas comienza a asomarse por el horizonte, y el aire fresco de la mañana me invita a salir a trotar. Mientras corro, mis pensamientos no dejan de girar en torno a Melissa y la invitación que le hice para tomar un café. La idea ha estado rondando en mi cabeza desde aquel día en la oficina, y no puedo evitar sentir una mezcla de emoción y nerviosismo.
¿Qué pensará ella? ¿Habrá aceptado solo por cortesía, o realmente le interesa pasar un momento conmigo? No lo sé, pero algo en su mirada aquel día me hizo pensar que tal vez no soy el único que siente esta extraña conexión.
Después de terminar mi rutina, regreso a casa, me ducho y me preparo un café. Mientras sostengo la taza entre mis manos, decido que no puedo esperar más. Necesito hablar con ella, aunque sea por teléfono. Marco su número y espero, conteniendo la respiración mientras suena la línea.
—Hola, Melissa. ¿Cómo amaneces? Espero no haberte despertado —digo, tratando de sonar casual, aunque sé que es temprano y tal vez no sea el mejor momento para llamar.
—Buenos días, no se preocupe, ya estaba despierta. ¿Dígame? —responde con una voz suave y amable que inmediatamente me tranquiliza.
—He estado pensando en la invitación que te hice para tomar un café —comienzo, tratando de sonar relajado, pero ella me interrumpe antes de que pueda continuar.
—Sr. Montenegro, no tiene que cumplir con eso si no quiere. Como le dije, no quiero problemas con su novia, y sé que usted está muy ocupado —responde, con un tono de voz que suena un poco cabizbaja, como si estuviera intentando poner distancia entre nosotros.
Sus palabras me toman por sorpresa. No esperaba que sacara el tema de Melina tan pronto, y menos que pareciera tan incómoda. Pero no quiero que piense que esto es solo una formalidad o un capricho momentáneo. Necesito que entienda que esto es importante para mí.
—No es que quiera cancelar —aclaro rápidamente, buscando las palabras adecuadas—. Más bien quería preguntarte si, en vez de un café, no te gustaría ir a comer un helado o... no sé, lo que tú quieras.
Ella se queda callada unos segundos, como si estuviera evaluando mis intenciones. No quiero que piense que soy demasiado atrevido, pero la verdad es que un café se toma rápido, y después ella se iría. En cambio, si hacemos algo más, podría estar más tiempo con ella y así conocerla un poco mejor.
—Sr. Montenegro, creo que con el café estaría bien —responde seria, y noto un ligero tono de cautela en su voz.
Me siento un poco desanimado. Tal vez me he apresurado y la he asustado. No quiero presionarla, pero tampoco quiero que piense que esto no significa nada para mí.
—De acuerdo, entonces un café será —digo, resignado, aunque no puedo evitar sentir una punzada de decepción.
—Nos vemos en la tarde —responde ella, y luego se despide con un breve "adiós" antes de colgar.
Luego de terminar la llamada, me quedo allí, sosteniendo el teléfono en la mano, pensativo. No sé qué es lo que me pasa, pero cada vez que pienso en ella, siento que el mundo se detiene. Es como si todo lo demás perdiera importancia, y solo existiera ese momento, ese intercambio de miradas y palabras.
Pero también sé que esto no es sencillo. Melina está en medio, y aunque no he hablado con ella todavía, sé que debo hacerlo pronto. No es justo para nadie seguir arrastrando esta situación.
Mientras me dirijo a la cocina para prepararme otro café, no puedo evitar preguntarme qué pensará Melissa de todo esto. ¿Se habrá dado cuenta de lo que siento? ¿O simplemente me ve como su jefe, alguien con quien debe mantener una relación estrictamente profesional?
La verdad es que no lo sé, pero una cosa es segura: no puedo seguir ignorando lo que siento. Y tal vez, ese café sea el primer paso para descubrir si hay algo más entre nosotros.