Dos Vidas ,un Camino

Parte 22

CAPITULO 22: Alexter

Luego de llegar a mi casa y no querer ni comer, paso todo el resto del sábado meditando sobre lo que debo hacer y lo que tengo que hacer. Ya no puedo seguir posponiendo mi situación con Melina. Entre pensar y sobrepensar lo que debo hacer, me quedo profundamente dormido.

—Hola, hijo. ¿Es que no piensas levantarte hoy? —es mi madre abriendo las ventanas de mi habitación.

—¿Qué hora es? —pregunto, sintiéndome desorientado.

—Son pasadas las nueve —responde, acercándose a mí y sentándose en la orilla de la cama. Sonríe, pero noto que hay preocupación en sus ojos.

—¿Tan tarde? Creo que ayer estaba muy agotado —digo, aunque mi agotamiento no era físico, sino mental. Tenía mucho tiempo sin dormir tanto.

—Anoche llegué un poco tarde y ya estabas dormido. No quise levantarte, pero ahora... ¿me puedes contar cómo te fue en tu salida de ayer con la chica que aún no me presentas? —pregunta, con esa curiosidad que solo una madre puede tener.

Agarro mi cabeza, sintiendo cómo el peso de la situación me aplasta.

—Fue un desastre —confieso—. Pensé que todo iba bien, pero creo que metí la pata con ella.

—Cuéntame, cariño —dice con su dulce voz, esa que solo una madre tiene.

—Para resumir, le dije lo que sentía por ella. Y, para mi sorpresa, ella también se siente atraída por mí, pero... —hago una pausa, sintiendo cómo las palabras se atoran en mi garganta.

—¿Pero...? —pregunta, animándome a continuar.

—La besé, y fue una sensación que no te sé explicar. Sé que ella se sintió de la misma forma que yo. Pero luego todo se fue en picada.

—Continúa, que me tienes en ansias —dice, inclinándose un poco hacia mí.

—Pasó lo que me dijiste... Preguntó por mi relación con Melina, y no supe qué decir más allá de la verdad. Le dije que todavía no he podido aclarar las cosas con ella, y ella solo se fue. Me dejó ahí solo, viendo cómo se iba. ¿Qué podía hacer?

—No te lo quiero decir... —dice mi madre, y sé exactamente a qué se refiere.

—Sé que me dijiste que aclarara mi relación con Melina antes de hacer o decir algo, pero es como tú también me dijiste: quiero estar todo el día viéndola y cerca de ella.

—¿Y ahora qué vas a hacer? —pregunta, y sé lo que tengo que hacer, pero no sé cómo lo voy a hacer. No hasta que Melina regrese.

—Tengo que hablar con Melina, pero no quiero que Melissa se aleje más.

—Y para colmo, se llaman casi igual —dice mi madre en tono cómico, intentando hacerme reír, pero no funciona—. Lo correcto es que, antes de tratar de seguir adelante con esta nueva muchacha, termines cuanto antes tu relación con Melina —hace una pausa—. Yo pensé que de verdad Melina era tu futuro. Pobre muchacha.

—Mamá, ¿sabes que no me estás ayudando con ese comentario? —digo, sintiendo cómo la culpa me carcome por dentro. Es la verdad: me hace sentir el peor hombre saber que voy a acabar con una relación de años. Pero si no lo hago, ¿dónde queda mi felicidad?

Luego de la conversación con mi madre, me aseo y llamo a Antonio.

—Hermano, ¿cómo estás? —pregunto, intentando sonar normal.

—Bien, y ustedes, ¿cómo han estado? No te vi casi la semana pasada en la oficina —responde.

—Sí, es que tuve que ausentarme dos días porque Clara no se sentía muy bien. Así que la tuve que llevar al médico a hacerse unos exámenes —explico.

—¿Pero ella se encuentra bien? —pregunto, preocupado. Clara siempre ha sido muy sana, aunque el tono de voz de Antonio me hace creer que no es nada grave.

—Sí, sí. Luego hablamos, pero dime, ¿pasa algo? Te noto serio —dice Antonio, y noto cómo su voz se llena de preocupación.

—Serio no, más bien preocupado. ¿Nos vemos hoy en el Redmoon? —pregunto, pero luego recuerdo que Clara ha estado algo indispuesta—. Mejor hablamos mañana en la oficina. Salúdame a Clara y dile que espero que se mejore.

—Seguro, hermano —responde antes de colgar.

Luego de hablar con Antonio, decido ir a correr. Tengo tiempo que no me ejercito, y creo que eso me va a ayudar a tener la mente distraída.

—¿Vas a salir, cariño? —pregunta mi madre desde la cocina.

—Sí, voy a salir a correr un rato. ¿Por qué? ¿Se te ofrece algo?

—No, solo quería decirte que Melina me llamó. Al parecer, no va a regresar aún.

—No me ha dicho nada —digo, y esto realmente me preocupa.

—¿Y qué piensas hacer?

—Hoy nada. No puedo hacer nada, pero ya para mañana se me ocurrirá algo —respondo, besándola en la frente—. No te preocupes, ya pensaré en algo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.