CAPÍTULO 45: Melissa
Estoy de regreso a la que ha sido mi casa en los últimos dos años. Este lugar, con su vista al mar y su tranquilidad, ha sido mi refugio, mi escape de todo lo que me lastimaba. Pero ahora, incluso aquí, siento que no puedo escapar de mis propios pensamientos. Necesito volver a poner mis sentimientos y pensamientos en calma, pero sé que no será fácil.
Durante todo este tiempo, estuve tratando de olvidar a Alexter. Creí que lo estaba logrando. Creí que había cerrado ese capítulo de mi vida, que había sanado. Pero anoche, él reapareció, y con él, todos esos sentimientos que pensé que había enterrado. ¿Por qué volvió? No se supone que estaba en Madrid. ¿Por qué tuvo que aparecer justo cuando empezaba a sentir que podía seguir adelante?
Decido distraer mi mente. Abro mi laptop y trato de trabajar, pero no logro concentrarme. Las palabras en la pantalla se mezclan con imágenes de él, con recuerdos que no quiero revivir. Cierro la laptop con frustración y me dirijo a la cocina. Preparo un poco de café, esperando que el ritual de hacer algo tan cotidiano me ayude a calmarme. Me siento en una silla que tengo en la parte de atrás de la casa, justo frente al mar.
Me concentro en las olas, en su movimiento constante, en el sonido relajante que hacen al chocar contra la orilla. La brisa suave acaricia mi piel, y el aroma salado del mar llena mis pulmones. Trato de despejar mi mente, de encontrar algo de paz en este lugar que tanto amo. Pero no lo logro.
No puedo evitar sentir todavía cómo me sujetó anoche. Su mano en mi brazo, firme pero suave, como si temiera que me fuera a caer. Ese simple contacto me trasporta de inmediato al día en la feria, al dulce roce de sus labios con los míos. Recuerdo la primera vez que lo vi en el Redmoon, su presencia imponente pero cautivadora. Y antes de eso, la primera vez que lo vi en el ascensor de la oficina, cuando ni siquiera sabía quién era. Sus ojos negros, bellos y misteriosos, que me hacían perderme en ellos.
Por un momento, me permito recordarlo solo a él, sin los hechos que evitaron que pudiéramos llegar a algo. Me permito recordar la forma en que me miraba, como si yo fuera la única persona en la habitación. La manera en que su voz se suavizaba cuando hablaba conmigo, como si cada palabra fuera solo para mí. Y su sonrisa, esa sonrisa que rara vez mostraba, pero que cuando lo hacía, iluminaba todo a su alrededor.
Pero luego, los recuerdos dolorosos regresan. La discusión con Melina, la confusión, la sensación de que todo era un error. Y lo peor de todo, la idea de que tal vez nunca fuimos más que un malentendido. Cierro los ojos y respiro hondo, tratando de alejar esos pensamientos. No quiero recordar el dolor. No ahora.
Me pregunto si él también piensa en mí. Si, en algún lugar de Madrid, o tal vez aquí mismo, está recordando esos momentos como yo lo hago. O si, por el contrario, ha logrado seguir adelante, dejándome atrás como un simple recuerdo.
El sol comienza a ponerse, pintando el cielo con tonos de naranja y rosa. Me quedo allí, observando cómo el día se convierte en noche, sintiendo cómo el frío de la tarde comienza a envolverme. Sé que no puedo quedarme aquí para siempre, atrapada en mis recuerdos. Pero por ahora, me permito este momento de debilidad. Por ahora, me permito recordarlo.
Durante estos dos años, he aprendido a vivir sin él. He aprendido a sonreír de nuevo, a disfrutar de las pequeñas cosas. Pero anoche, con solo un encuentro, todo eso se desmoronó. ¿Cómo puede alguien tener tanto poder sobre mí?
Alexter, ¿por qué volviste? ¿Por qué apareciste justo cuando empezaba a sentir que podía seguir adelante? ¿O acaso nunca te fuiste de verdad, y siempre has estado aquí, en mi mente, en mi corazón?
¿Y si lo busco? ¿Y si voy hasta donde está y le pregunto si todavía piensa en mí? ¿O si, por el contrario, ya me ha olvidado? Pero, ¿qué pasa si la respuesta no es la que quiero oír? ¿Estoy preparada para enfrentar eso?
¿Y si estoy equivocada? ¿Y si lo busco y solo logro lastimarme más? Pero, ¿y si hay una posibilidad, por pequeña que sea, de que todavía sienta algo por mí? ¿No vale la pena arriesgarse por amor?