Dos Vidas ,un Camino

Parte 47

CAPÍTULO 46: Melissa

El sonido del teléfono me saca de mis pensamientos. Es mi madre.

—Hola, mamá —digo, tratando de sonar normal.

—Hola, cariño. ¿Cómo estás? —pregunta, con esa voz cálida que siempre me tranquiliza.

—Bien, supongo. Solo... pensando en algunas cosas.

Hay un silencio incómodo antes de que ella hable de nuevo.

—Melissa, sé que no es mi lugar decirte qué hacer, pero creo que hay algo que necesitas escuchar. A veces, el destino nos pone en caminos que no entendemos, pero siempre hay una razón. No dejes que el miedo te impida seguir el camino que te corresponde.

Sus palabras me golpean como un puñetazo. ¿El destino? ¿El camino? ¿Estará hablando de Alexter?

—Mamá, ¿crees que debería...? —empiezo a decir, pero me interrumpo.

Ella respira hondo antes de responder.

—Solo te digo que no cierres puertas de tu camino que podrían llevarte a tu donde necesitas estar. La vida es demasiado corta para vivir con arrepentimientos.

Colgamos poco después, pero sus palabras resuenan en mi mente. ¿Será que el destino está tratando de decirme algo?

La noche cae sobre la casa de playa, y con ella llega un silencio que solo el mar parece romper. Me acuesto en la cama, mirando el techo, tratando de vaciar mi mente. Pero es inútil. Alexter sigue aquí, en mis pensamientos, en mi corazón. Cierro los ojos y, poco a poco, el sueño me arrastra.

Estoy de vuelta en la playa, pero no soy la Melissa adulta que conozco. Soy una niña, pequeña y descalza, con el vestido blanco que solía usar en mis veranos de infancia. El viento juega con mi cabello, y la arena tibia se cuela entre mis dedos. A lo lejos, veo a un niño un poco mas grande parado en la orilla, llorando. Su llanto es suave pero desgarrador, como si llevara todo el dolor del mundo en sus pequeños hombros.

Corro hacia él, con el corazón latiendo fuerte, y cuando finalmente lo alcanzo, le pregunto,

—¿Por qué lloras?

El niño levanta la cabeza, y sus ojos negros, llenos de lágrimas, me miran fijamente.

—¿Y a ti qué te importa? —responde, con un tono defensivo.

—Es que nunca había visto a un niño llorar —digo, arrodillándome a su lado.el no me mira—Mi amigo Paúl dice que los niños no deben llorar, que eso es para niñas.Pero mi papá dice que las lágrimas nos ayudan a limpiar el corazón y demuestran amor. Porque se puede llorar de tristeza, pero también de felicidad. Y en cualquiera de los dos casos, un abrazo siempre ayuda. ¿Quieres uno?

El niño me mira, y por un momento, parece que quiere decir algo más. Pero antes de que pueda hablar, el sueño se desvanece, y me despierto con el corazón acelerado.Esta vez el sueño fue diferente

Me siento en la cama, tratando de recuperar el aliento. Ese sueño... Es el mismo que he tenido desde que era niña, pero esta vez parece más vívido, más real. ¿Qué significa? ¿Por qué ahora, después de tanto tiempo, vuelve a aparecer?

Me levanto y me dirijo a la ventana. El mar está tranquilo, reflejando la luz de la luna.Pienso en Alexter,no se por qué. Me pregunto si debería ir a buscarlo, si debería enfrentar mis miedos y hablar con él. ¿Y si todavía siente algo por mí? ¿Y si todo este tiempo apartados ha sido un error?Pero luego, las dudas regresan. ¿Y si ya no siente nada? ¿Y si lo único que logro es lastimarme más? No sé si estoy lista para enfrentar esas respuestas.

Me siento en la cama, mirando el mar a través de la ventana. Por primera vez en mucho tiempo, siento una chispa de esperanza. Tal vez debería ir a buscarlo. Tal vez debería darle una oportunidad a lo que pueda surgir entre nosotros. Pero no ahora. Necesito tiempo para pensar, para prepararme. Necesito estar segura de que esto es lo que quiero.

Por ahora, me permito soñar con la posibilidad de un futuro juntos. Y tal vez, solo tal vez, ese futuro no esté tan lejos como creo.




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