Marie presintió que su maestro había llegado.
Entonces le dijo a Lord Tomás que un primo muy lejano había venido de visita.
Esa noche, Marie invitó a Nina a cenar.
Cuando Vlad vio a Nina, quedó paralizado,
sin saber qué hacer.
La miró y dijo:
—Qué belleza… eres una luz que ilumina esta noche.
Nina sonrió y respondió:
—Muchas gracias, aunque eso sonó muy romántico.
Vlad inclinó la cabeza y dijo:
—Mis disculpas. Me presento: Vlad, el conde Drácula.
Luego tomó su mano
y la besó suavemente.