La risa estridente de mi amiga llego hasta mis oídos, provocando que soltara todo el aire que había contenido en esos segundo de impresión, ella mejor que nadie conoce mi opinión sobre Alexander y más en estas fechas. Llámenme masoquista si así lo desean, pero siempre que se acercaba el quince de septiembre, hacia la misma rutina; Quedarme en casa viendo películas de romance y recordando aquella época de felicidad, aquella en la que pensé que el amor era igual que en los cuentos de hadas.
A pesar de que ya han pasado varios años, mi corazón se niega a olvidar aquellos sentimientos que una vez tuve hacia él, y mi subconsciente se niega a borrar aquellos recuerdos, aquellos momentos que vivimos juntos, todas esas salidas y todos esos “te amo” que estuvieron cargados de sentimientos. Al menos de mi parte si tuvieron sentimientos.
-Deberías de haber visto tu cara –dijo sin parar de reír- debí haberte tomado una foto.
La fulmine con la mira y camine hacia las escaleras con la furia instalada en mi rostro. No estaba enojada con Nadia por aquella broma de mal gusto. Al contrario, Estaba enojada conmigo misma por haber reaccionado de aquella manera. Era como si estuviera demostrándoles a todos lo que más quería ocultar.
-Vamos Kath. –Dijo sosteniéndome del brazo- vamos a divertirnos. Hay muchos chicos guapos en esta fiesta.
Y vaya que tenía razón, la gran mayoría de los chicos no apartaba sus ojos de nosotras, y yo como toda la arpía que puedo llegar a ser, les lanzaba varias miradas de desprecio; aunque eso no evito que ellos me lanzaran miradas de deseo. Me empezaba a sentir acosa, todo el tiempo me preguntaba que era lo que poseía que hacía que una parte de la población masculina se sintiera atraída hacia a mí.
-No es por nada pero… ¿A que no adivinas quien está aquí?
-Estoy cien por ciento segura de que es Jonathan Riddle.
-Hola mi preciosa damisela.
-Hablando del diablo.
-Vamos preciosa, no me trates así –dijo pasando su brazo sobre mis hombros- hola Nadia, ¿sabe mi hermano que estas aquí, sola? –dijo con un tono de malicia.
-Dudo mucho que a tu hermano le moleste que Nadia este aquí, mucho menos sabiendo que está conmigo –dije apartando su brazo- ahora si nos disculpas, ya nos vamos.
Tome a Nadia por el brazo para sacarla de aquella mansión. Ella sabía que yo no me llevaba muy bien con Riddle, a pesar de tener aquellos encuentros casuales, pero esa era una de dos relaciones que tenia con aquel tipo. La segunda era por cosas de la empresa.
-Lamento que no hayas podido disfrutar más tiempo de la fiesta –dije mientras esperábamos a James.
-Descuida, ya se estaba tornando un poco aburrida.
Permanecimos en silencio varios segundos hasta que James detuvo el auto frente a nosotras, se bajo y nos abrió la puerta. Luego volvió al asiento del piloto, encendió el vehículo y emprendimos marcha hasta la casa de Nadia. El trayecto era silencioso, ninguna de las dos decía algo. Ambas estábamos tan enfrascadas en nuestros pensamientos que no nos dimos cuenta de que ya habíamos llegado a la vivienda de Nadia.
-Te pasare a buscar en dos días –dijo con una leve sonrisa- no quiero que estés amargada todo el dia.
Sonreí levemente y asentí. James volvió a la carretera, esta vez con dirección a mi casa y nuevamente yo me enfrasque en aquel crucero de recuerdos que hacía más de tres años navegaba sin rumbo alguno. Muchas veces me pregunte que ganaba con estar recordando un pasado que no tuvo futuro, pero esa no era más que otra de las múltiples interrogantes que carecían de respuesta alguna.
Al llegar a casa me encamine a mi despacho, eran aproximadamente las dos de la madrugada, me senté en el escritorio y abrí aquella pequeña gaveta que siempre mantenía cerrada con llave. Tome uno de los múltiples sobres que se encontraban en este y lo abrí.
Lamento que todo haya terminado de esta manera, que a pesar del gran amor que siento por ti, no me queda más remedio que decirte “adiós”.
Puede que sea difícil olvidarte, o peor aún, puede que sea imposible, pero quiero que sepas que te di lo mejor de mí, te quise como se quieren pocas cosas, te ame mas allá de lo imposible… pero nunca estuviste para mi, sin embargo siempre supiste como mantenerme atada a ti. Un gesto, una sonrisa, una palabra que me llenaba de ilusión. Pero tal vez aunque no me querías, necesitabas que yo te quisiera. Adiós aunque no te importe ni pese.
Seguiré con mi vida, así como sé que tú seguirás con la tuya.
Atte: Katherine.
Leer aquellas palabras provocó que el vacio de mi corazón se hiciera un poco más grande. Escribí aquella carta pero jamás se la envié, al igual que las otras, pensé que si lo hacia él creería que le estaba dando una nueva oportunidad y no era así. Por tal razón decidí conservarla.