Drag Me To Hell

Capitulo IV

En contra de mi voluntad tome una ducha y me vestí con unos jeans negros, una blusa de lana de color gris con un corazón de color negro dibujado en el centro, unas vans del mismo color, un gorro de lana color gris y mis lentes de sol. Hoy sentía que mi alma estaba de luto por la pérdida de quien una vez fue feliz. Bajo la atenta mirada de Nadia me maquille levemente, como siempre, con tonalidades entre gris y negro, solo para tratar de ocultar las leves ojeras que estaba empezando a hacer acto de presencia bajo mis ojos.

-¿Eres consciente de que hay otros colores aparte del negro y sus derivaciones?

-Nadia, déjame ser feliz –dije con un leve deje de tristeza.

Negó levemente con una sonrisa llena de comprensión, me tomo de la mano y a paso de vencedor salimos de mi enorme fortaleza de soledad para ir a quien sabe dónde, pero antes de salir decidí pasar por la cocina para tomarme una taza de café. Luego de unos minutos subimos a su auto y emprendimos viaje a uno de los centros comerciales más populares de toda la ciudad, según Nadia era necesario que despejara mi mente con un dia de compras. Al llegar empezamos a visitar algunas tiendas, compramos varias blusas, uno que otros vestidos, algunos zapatos y varios jeans.

-¿Cómo te sientes?

-¿En serio quieres escuchar la respuesta? –dije mirando fijamente mi vaso de capuchino.

-Deberías de tomar la decisión de buscar otro amor.

-¿Para que? –Pregunte fijando la vista a todas las personas que pasaban frente al escaparate de aquel restaurante- ya ni siquiera sé lo que es el amor.

-Amor es… pensar en la felicidad del otro en vez de la tuya.

-Ya déjate de cursilerías Nadia. Eso no es más que algo efímero.

-Deja de lamentarte, no es tu culpa que eso pasara, fue culpa de Jade…

-Ya déjalo –dije a punto de perder el poco control que me quedaba- fue mi culpa por no luchar por eso que ambos queríamos.

Me levante de la silla y tome mis bolsas bajo la atenta mirada de mi amiga, salí del lugar y detuve un taxi para ir  a mi casa. Durante el camino pensé en lo que Nadia había dicho… quizás ella tenía razón y ya era momento de enterrar el pasado e iniciar una nueva vida, puede que al principio sea difícil pero debía de hacer un esfuerzo.

-¿Tan pronto volviste? –Pregunto Claudia al verme entrar en la cocina- ¿sucede algo?

Negué levemente y me senté en el desayunador mientras Claudia dejaba frente a mí un trozo de pastel de fresas. Me brindo una leve sonrisa y tomo asiento frente a mí.

-¿Quieres hablar de ello?

-¿Crees que realmente este amargando mi vida por un pasado que pudo haber tenido un buen futuro?

-Ay, mi niña. La vida no es más que un juego de azar. Quizás en aquel entonces no era el momento adecuado para que estuvieran juntos o tal vez el no era la persona correcta para ti. Quizás el destino te tiene varias sorpresas.

Empecé a jugar con los trozos de fresas que estaban sobre el glaseado, lleve un pequeño bocado a mis labios y mire a Claudia fijamente.

-¿Qué me aconsejas que haga?

-¿Por qué tienes tanto empeñó en forzar una solución? –me dedico una mirada llena de intriga.

-Simple curiosidad –susurre continuando con mi pastel.

-bueno mi niña, si yo fuera tu, dejara que el destino realice su función.

Las horas pasaron entre varias llamadas de Magdalena, mi padre y el Señor Abbiate. Este último me causo miedo, o mejor dicho, inseguridad. Estaba comenzando a dudar en que mi padre había tomado la decisión correcta. Yo no consideraba necesaria la unión de ambas empresas, pero  dado a que aun no era la dueña de la empresa al cien por ciento debía de soportar tales decisiones. Pero de algo estaba segura, y eso era, que si yo fuera la dueña, evitaría a toda costa esta locura la cual mi padre llama “complicidad”.

-¿Qué sucede Magdalena? –dije al contestar la quinta llamada que magdalena me hacía en todo el dia.

-El joven Abbiate está aquí y desea hablar con usted. Ya le he dicho que es su dia libre…

Solté un leve suspiro al escuchar aquel apellido, escuche atentamente lo que Magdalena me decía, o al menos eso creía.

-¿Eh… Señorita De La Rosa? ¿Sigue ahí?

-Lo siento. Si, sigo aquí.

-¿Qué quiere que le diga al joven Abbiate?

-Que es mi dia libre y que no iré a la oficina ni aunque el mundo se esté acabando.



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En el texto hay: destino

Editado: 25.06.2020

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