Drag Me To Hell

Capitulo VI

Las notas musicales de aquella canción empezaron a resonar por toda la habitación como si fuera un eco en una cueva.

No me hables de injusticia si te fuiste sin aviso ¿y que hago yo? ¿Y que hago yo? Cuanto tiempo esperando un regreso pero en vano ¿y que hago yo? ¿Y que hago yo?

Y ahora que regresas tú pretendes que este juego continúe y digo no, y ahora que regresas tú pretendes que este juego continúe y digo no.

Tormento, masoquismo o tortura. Llámenlo como ustedes quieran, pero para mí, escuchar este tipo de canciones triste me transportaban a un lugar de relajación, de paz, de meditación. Eran aproximadamente las diez de la mañana y yo seguía dando vueltas en mi despacho, no sabía porque me sentía nerviosa o ansiosa, pero de algo si estaba segura; y ese algo era que haría hasta lo imposible con tal de no ir a la empresa. Pero debía de ser responsable, olvidar mis miedos, mis inseguridades y asistir a la empresa, debía de ser fuerte.

El dia de hoy le pedí a James que me llevara al trabajo, estaba segura de que si salía en mi auto seria un peligro en las calles pues mi mente estaba en el más allá, por decirlo de algún modo. Al llegar a la empresa deseaba fervientemente no tener que toparme con ese tal Joseph o con Alexander, pero como bien me he dado cuenta, el destino me odia así que la primera persona que veo es la ultima que quiero ver en mi vida.

-¿Acaso piensas que estas son horas de llegar?

-¿Acaso te crees mi padre para recriminarme mi horario? –digo enarcando una ceja, mirándolo fijamente de pies a cabeza.

-No, pero eso le da una mala imagen a la…

-¿Escuchaste eso? –pregunto interrumpiendo su absurdo monologo.

-Yo no escucho nada.

-Exacto. –Digo con una leve sonrisa llena de malicia y un toque de desprecio- no quiero escuchar absolutamente nada que venga de ti.

Proseguí mi camino hasta mi oficina sintiéndome bajo la atenta mirada de Joseph, entre en esta y cerré la puerta de una manera que haría pensar a cualquiera que esta caería en cualquier segundo. Solté un leve suspiro mientras me sentaba en mi enorme y cómodo sillón, analizando el devastador dia que me esperaba. Primero pensamientos tortuosos que no salían de mi cabeza, por más que intentaba sacarlos de mi mente estos se negaban rotundamente a salir, y ahora el insoportable de Joseph fastidiando por mi hora de llegada a la empresa.

-¿Señorita De La Rosa? –La voz de Magdalena me saco de mis pensamientos- El joven Abbiate desea hablar con usted.

La mire durante unos segundos preguntándome en que momento de mi divareo habría entrado, pero reaccione al momento de escuchar aquel apellido.

-Dile que no me interesan sus sermones y que me deje trabajar en paz.

Magdalena asintió levemente y salió de mi oficina dispuesta a dar aquel mensaje, pero ni bien salió de la oficina cuando aquella voz llego hasta mis oídos. Sentí como la puerta era cerrada lenta y tortuosamente, igual que en las películas de terror cuando el fantasma abre la puerta para llamar la atención de sus víctimas, y como si el destino se empeñara en hacerme sufrir con tan solo escuchar aquella voz grave, esa que muchas veces me saco varios suspiros y acelero mi corazón.

No sabía cómo reaccionar ante aquel simple e insignificante hecho, a pesar de no haberlo visto pude reconocer su voz. Aquella que tantas veces me derritió, aquella que siempre me susurraba aquellos “Te amo” en mi oído. Me trague aquel nudo  de sentimientos que se había formado en mi garganta, tome mi bolso y como toda la cobarde que soy, salí de la oficina rogándole a quien sea que este allá arriba llevando las riendas de mi vida, no encontrarme con él. Con el causante de mi dolor, de mis insomnios. Con el culpable de que aun siga viviendo en mi tormentoso pasado.

-¿Y entonces saliste huyendo? –Asentí levemente afirmando a la pregunta de Nadia- ¿Pero él no sabe que tú eres, prácticamente, la dueña de la empresa?

-Creo que no. A menos de que su hermano le haya dicho algo.

-¿Qué piensas hacer?

-No lo sé…

El sonido de mi móvil me hizo sobresaltar, no quería hablar con nadie y el simple hecho de que aquel aparato empezara a entonar las notas musicales de Shunka Sentimental, me hacia entrar en pánico. Así que decidí entregarle el móvil a Nadia para que contestara en mi lugar.

-¿Diga? Ahh, ¿Qué tal estas Damien? Si, está conmigo –Nadia me brindo una mirada mientras escuchaba atentamente lo que sea que mi hermano le estuviera diciendo- ¿Quiere saber si iras a la cena de gala que hacen todos los años en casa de tus padres? –se dirigió a mi mientras cubría el teléfono para que Damien no la escuchara. Me encogí de hombros restándole importancia- dice que sí. Está bien.



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En el texto hay: destino

Editado: 25.06.2020

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