Drag Me To Hell

Capitulo X

El inicio de otra noche de melancolía solo podía significar una cosa; un sueño profundo y desolador. Pero para mi desgracia, solo podía tener pesadillas.

Así es, Pesadillas. Eso era lo que tenía cada vez que recordaba todo lo que sufrí. Habían pasado exactamente cuarenta y ocho horas desde que estaba en el hospital y únicamente recibí las visitas de Nadia y Damien, los cuales hacían hasta lo imposible por sacarme una sonrisa. Por alguna extraña razón, también recibía las insistentes llamas de un número desconocido, normalmente me negué a responder aquellas llamadas pues no sabía quién podría ser y tampoco me interesaba del todo, pero al final terminaba contestando aquellas llamas, pero sin obtener respuesta alguna. En cuanto descolgaba el teléfono; la otra persona cortaba la comunicación.

-Buenas días Señorita De La Rosa –dijo la enfermera mientras entraba en la habitación- ¿Cómo se siente?

Escuchar la misma pregunta por quien sabe cuántas veces en dos días haría entrar a cualquier persona en la demencia, y con cualquier persona me refiero a mí.

-Igual que siempre –respondí con frialdad.

Luego de haber recibido mi dosis de medicamentos, tuve tiempo para pensar bien las cosas, tuve tiempo para recapacitar sobre mi situación… si seguía pensando y viviendo en el pasado, terminaría muerta. Puede que esta sea la decisión más difícil que haya tomado en toda mi vida, pero también era la correcta.

Nuevamente el tiempo pasó lenta y tortuosamente, en todo el dia no recibí ni una mísera visita ni una llamada, era como si hubiera muerto en vida. Aun no moría y ya todos lo daban por hecho. Varias lágrimas recorrieron mis mejillas, lágrimas que brotaban sin razón alguna, no me sentía triste ni frustrada ni mucho molesta como para que aquellas lágrimas estuvieran saliendo, pero de eso se trata la vida, ¿no?... de reír un momento y llorar al otro.

-¿Qué les paso después? –la voz de una chica se escuchaba a la distancia.

-Ella tomo el silencio de él como un “no me importas” –la otra voz hizo una pausa para luego decir:- y él tomo su ausencia como un “ya tiene a otro”

-Vaya… Nadia, ¿crees que el amor verdadero renazca en ellos?

-No lo sé –susurro con pesadez- ambos son igual de tercos y orgullosos, aunque aun se amen, no creo que se declaren.

Lentamente abrí los ojos topándome con una habitación totalmente oscura, aquello no había sido un sueño sino un recuerdo. Nadia tenía razón, mientras sintamos aquella herida y nuestro orgullo continúe predominando sobre el amor, ninguno de los dos diremos lo que sentimos. Pero ya no habrá posibilidad alguna de que eso llegue a suceder, pero vale la pena intentarlo, ¿no?

El resplandor del sol entraba en la habitación como si esta no poseía techo alguno, las cortinas estaban corridas y la ventana abierta, dándole paso libre a los intensos rayos del sol. Lentamente abrí los ojos para encontrarme con el rostro de Nadia, lleno de preocupación. La mire fijamente y fruncí el ceño preguntándome que era lo que le sucedía a mi amiga.

-¿Pasa algo?

-Que bueno que despiertas –sonrió forzadamente- no te preocupes, no ha pasado nada.

-Nadia, a mi no me puedes mentir.

-No quiero decírtelo debido a tu estado de salud –dijo temerosa.

-Nadia –dije con un tono de regaño.

-Es sobre la empresa –dijo cerrando los ojos con fuerza- sin ti todo se está viniendo abajo

La mire sorprendida y empecé a quitar aquellos cables y aparatos de los cuales estaba conectada, bajo la mirada de preocupación de Nadia trate de bajarme de aquella camilla y fui hasta el pequeño armario para buscar algo de ropa que mi amiga había traído en dado caso de que me dejaran salir.

-Ves, por esta razón no quería decirte. –Dijo asustada- estas cometiendo una locura.

-¡No puedo creer que no me hayan dicho nada! –dije sintiendo la furia recorrer cada centímetro de mi cuerpo- tres días, tres días estando encerrada en este lugar fue el tiempo suficiente para que ese inepto llevara la empresa al desastre.

-Calmate Kath –suplico mi amiga.

-¿Cómo pretendes que me calme si todo lo que mi padre y yo construimos está a punto de derrumbarse en menos de lo que canta un gallo?

-No le reproches nada –dijo mientras veía como me ponía unos zapatos de color negro- creyó que podría manejarlo sin tener que molestarte.



#45912 en Novela romántica
#30182 en Otros
#2483 en No ficción

En el texto hay: destino

Editado: 25.06.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.