Me dejo cuando más lo necesite, y prometió nunca hacerlo.
No comprendía el motivo de porque varias lagrimas empezaron a recorrer mis mejillas, trate de retenerlas pero se me hacía imposible, era como si tuvieran vida propia. ¿Cómo podría seguir con mi vida si mi pasado, literalmente, me perseguía? Era imposible llevar a cabo la decisión de seguir con mi vida; si aquel sentimiento seguía latente y, más difícil era si el causante de aquel amor estaba a escaso metros de distancia.
-¿Estás bien?
Asentí levemente sintiendo como las manos de mi mejor amiga recorrían mi espalda, tratando de brindarme confort. Hacía más de media hora que Alexander y Jade salieron de la empresa al mismo tiempo que Nadia entraba.
-Sé que no lo estas, lo veo en tus ojos -susurró sin dejar las caricias- sé que estarás bien, pero debes ser más fuerte de lo que eres.
¿Más fuerte de lo que soy?, me gustaría creer que soy fuerte. No, no lo soy. No soy más que una simple chica que finge poder con todas las adversidades que la vida Le pone en el camino… No soy más que una chica con inseguridades, con miedos, con sueños, con deseos y el mayor de esos deseos; es ser amada por alguien que no desee cambiar nada de mí, alguien que se enamore de mi actitud, de mi horrible lenguaje, de mi tono de voz lleno de sarcasmo, de mi manera de salirme del tema, de mis muecas, de mi manera de confundirme porque soy lenta en ciertas cosas, de mis chistes sin gracia, de mis exageradas carcajadas. ¿Por qué quiero a alguien que se enamore de mí en ese aspecto? Eso es fácil, porque así es como me siento segura, así es como realmente soy, así es como me siento libre. En cambio, estoy rodeada de personas que juzgan por las apariencias lo cual me lleva a ser lo que soy: una chica fría y sin sentimientos que vive torturada por su pasado.
-¿Cómo es que me conoces tan bien?
-Prácticamente soy tu hermana, es mi deber conocerte mejor que nadie.
Sonreí levemente al escuchar sus palabras. Ella era algo más que mi hermana, ella era mi pase a la realidad.
-¿Recuerdas aquel dia en que él se quedo detrás de la puerta cantando, solo para ti?
La mire extrañada por aquel recuerdo que golpeaba en su cabeza.
-¿A que te refieres?
-Aquel dia en que Alexander fue hasta tu casa y te canto “Wish you were here” de Avril Lavigne.
Aquel dia llego a mi mente como si hubiera sido ayer, recordaba cada segundo como si lo estuviera viviendo en aquel momento. Me olvide de mi amiga, me olvide del lugar en el que me encontraba, me olvide de absolutamente todo, era como si hubiera viajado en el tiempo.
-También recuerdo lo que me dijiste… -susurre con los ojos empañados por las lágrimas- me dijiste: Olvida lo que dijo y recuerda lo que hizo.
-Sí, pero también soy consciente de que aun lo amas.
-Todavía me siguen dando nervios cuando nuestras miradas se vuelven a encontrar.
Ese era uno de mis momentos de sinceridad, era un momento terrible en un lugar totalmente equivocado, pero ya no podía hacer nada, ya no podía dar marcha atrás… el momento demandaba tristeza, demandaba salir; y así como una vez leí en uno de mis libros favoritos el dolor demanda sentirse. Y en aquel momento, demanda sentirse.
Las horas continuaron su transcurso de forma lenta, en poco tiempo logre que la oficina volviera a su rumbo normal, realice varias llamadas que habían pendientes para luego hacerle una pequeña llamada al incompetente de Joseph. El teléfono sonaba, pero nadie respondía; al final deje de insistir y opte por dejarle un mensaje con palabras no muy dignas de una señorita como yo… luego de varios minutos me centre en mi trabajo.
-Señorita De La Rosa, debería de irse a casa a descansar –la voz de Magdalena resonó como un eco, pero no como ese clásico eco repitente que normalmente se escuchan en las cuevas, este era uno bastante lejano, como si realmente fuera un susurro- ¿Señorita De La Rosa?
Me removí levemente en mi asiento haciendo que mi rostro quedase de lado, demostrando que me había quedado dormida hacia poco menos de media hora.
-Señorita… Katherine, despierta.
-Cinco minutos más.
-Señorita no puede quedarse a dormir en la oficina, vaya a casa a descansar.
-Pero si estoy en casa –dije medio dormida.
-Yo la llevo –dijo una voz masculina, la cual no logre identificar, pero se me hacia familiar, como si en algún punto de mi vida la hubiera escuchado.
-Es mejor retirarse y dejar un bonito recuerdo, que insistir y convertirse en una verdadera molestia. –en cada una de sus palabras se podía sentir el dolor, era como si estas se clavaran en tu corazón para que sintieras el mismo dolor que ella está sintiendo- no se pierde lo que no tuviste, no se mantiene lo que no es tuyo y no puedes aferrarte a algo que no se quiere quedar. Si eres valiente para decir “Adiós”, la vida te recompensara con un nuevo “Hola”