Drag Me To Hell

Capitulo XIII

Me hiciste mil promesas y hoy te vas, me dejas con la soledad, me quedo con mi soledad. Yo nunca he sido buena para odiar, porque nunca aprendí a llorar mis ojos no saben llorar. Confundí costumbre con amor, disfrazando esos errores que ahora cambian de color. Confundí por ti mi corazón Lo llenaste de mentiras, lo llenaste de dolor.

El cielo estaba tenido con un color rojizo, era algo único, algo especial… era uno de esos atardeceres que solo se ven una vez en la vida, de esos que no se repiten a menos de que hayan pasado varios años.

Me equivoqué, te vas y no me dejas nada, ahora lo sé; yo nunca estuve enamorada y aunque me diste tantas cosas, fueron espinas cuando prometiste rosas y no me quedaré callada. Contigo estuve equivocada, contigo estuve equivocada.

Las notas de aquella canción resonaban por todo el despacho, hacia más de media hora que estaba escuchando aquella canción mientras contemplaba aquel atardecer. Me di la vuelta para rellenar mi vaso con aquel liquido ardiente, últimamente había tomado la costumbre de tomar Whisky cada vez que me encerraba en esta habitación.

-¿Por qué lo haces? –la voz de Elliott resonó por sobre la música. Observe su reflejo a través del enorme ventanal que tenía enfrente- esto no te hace bien –susurro mientras bajaba el volumen de la música.

-¿Acaso no te enseñaron a tocar antes de entrar?

-Lo hice… pero era más que evidente que no me escuchaste. –Me brindo una sonrisa de lado mientras dejaba su saco en el perchero- ahora, cuéntame ¿Por qué lo haces? ¿Por qué te atormentas de esta forma?

-¿Qué haces aquí?

-Yo pregunte primero. ¿Por qué lo haces?

-¿Hacer que? –dije haciéndome la desentendida.

-Sabes a lo que me refiero.

Sus penetrantes ojos azules me observaban desde el sofá, sus ojos reflejaban desesperación, impotencia, ansiedad y un sin número de cosas. Nuevamente la canción empezaba a reproducirse mientras el palmeaba el sofá para que me sentara junto a él.

-Kath, quiero ayudarte; pero no podre si no abres tu corazón.

Lo mire unos instantes y avance hasta el sofá, me senté junto a él y observe las cenizas de la chimenea, lo pensé durante unos minutos, solo para terminar dando como respuesta un simple “no lo sé”.

Ahora tengo una razón para olvidarte, duele más tenerte cerca que extrañarte

No quiero que me pidas más perdón, igual tú siempre tienes la razón, con cada error viene una explicación. Te sobra más valor para correr, fui yo quien siempre tuve que entender, que para amar hay que saber perder. Confundí costumbre con amor, disfrazando esos errores que ahora cambian de color. Confundí por ti mi corazón Lo llenaste de mentiras, lo llenaste de dolor.

-¿Cómo es eso posible? –Lo mire fijamente esperando a que continuara- todo tiene un por qué

-No lo sé, simplemente no lo sé –susurre mirando mis manos- por más que trate de buscar la respuesta, nunca lo voy a lograr.

-Se que puedes hacerlo…

El silencio que predomino el lugar solo era quebrado por aquella deprimente canción, cada nota, cada palabra, cada recuerdo que chocaba con mi mente eran una completa tortura. Poco a poco sentía como las lágrimas recorrían mis mejillas. Me había quebrado delante de un completo desconocido.

-Una vez me enamore –susurro Elliott, provocando que lo vea- para mi, ella lo era todo… pero un dia; conoció a alguien más… -en un momento de su silencio me pareció ver como una pequeña lagrima recorría una de sus mejillas, se veía tan vulnerable. Sin darme cuenta, el estaba abriendo su corazón, solo para que yo abriera el mío.- yo no sabía si seguir intentándolo o dejarla ir. Era estúpido esperar algo que dolía, pero también era estúpido dejar ir todo lo que quería… por eso, fui al extranjero… para despejar mis ideas. Cuando regrese, ella estaba rota, destrozada… ya no era la misma chica alegre de la que un dia me enamore. Podo después de un mes, ella falleció.

No sabía que decir ni que hacer, no sabía cómo demostrarle apoyo, como hacerle saber que entendía lo que sentía, que sabía perfectamente lo que era amar a alguien que no te ama. Lentamente acerque mi mano a la suya y la sostuve un momento, tratando de decirle que lo apoyaba.

-No te imaginas cuanto la extraño –sonrió levemente- siempre la llevo en mis pensamientos…

-¿Cómo lo haces? –Pregunte curiosa- me refiero, a que no pareciera que sufres por amor.



#45914 en Novela romántica
#30183 en Otros
#2484 en No ficción

En el texto hay: destino

Editado: 25.06.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.