Drag Me To Your Hell

Capitulo 3:Mi primera vez.

Pov Angel

Llegué unos minutos antes a la dirección que me dio ella, al parecer estaba bastante desolado el lugar, el viento frío chocaba contra mi piel, no vine preparado para esto.

Había muy pocos postes de luz, y muy pocos estaban en funcionamiento haciendo que las calles de este barrio se vieran muy tétricas, no había ningún tipo de ruido, algunas casas con las luces prendidas y otras completamente apagadas. ¿Qué hora es aquí?

Me quedé contemplando la vista recostado en unos de los postes averiados, mi atención se la llevó el ruido de alguien caminar, pasos suaves y lentos, en minutos había alguien a mi lado con su capucha puesta, devorando una manzana, vestido completamente de negro y unos borcegos del mismo color.

—¿Quieres? —En su mano se ve una brillante manzana roja.

—Que graciosa. —Suelta una pequeña risita.— ¿Qué hacemos aquí?

—Te traje ropa, supuse que no vendrías preparado.

De su mochila sacó una sudadera de color blanco y un gorro de color bordo. La ropa era de mi talle, espero que no la haya robado.

Una vez listo caminamos hacia la casa que teníamos enfrente. No sé escuchaba nada, la luz de la sala y de la cocina estaban prendidas. su casa se veía como la de una familia de clase media baja. A pesar de no tener los mejores recursos la casa estaba muy limpia y cuidada, aunque no se sentía como un hogar.

Subimos por las escaleras, todas las puertas estaban cerradas excepto una, al entrar vimos a una niña llorando en el piso recostando su espalda en la cama.

—¿Qué le sucede?—Pregunté mientras me arrodillaba para estar a la misma altura que la niña.

—¿Ves a algún ángel que no seas tú en esta casa? —me mantuve en silencio.— Erica Robles, diez años, morirá en unas semanas.

—¿Cómo?

—Su padre abusó de ella, su madre no lo sabe, vive trabajando para mantener a todos y no se entera que ocurre aquí. Su padre se encarga de cuidar la casa y cuidar de ella. Morirá en unas semanas por un desgarro vaginal, ha intentado suicidarse dos veces.

No podía creerlo, me senté junto a la niña y la abracé con todas mis fuerzas, su llanto fue cesando como si mi tacto le transmitiera absoluta paz.

La mujer de negro se quedó viéndonos sin mostrar alguna emoción, la niña se durmió y con cautela la acosté en su cama.

—Debemos hacer algo.

—Ya te dije, no podemos.

—¿Dejarás que sufra?

—¿Acaso ves a algún ángel guardián aquí? —Hice silencio de nuevo .—Ahora entiendes esto de otra manera, los libros que te di eran para esto.

¿Lo había planeado desde un principio?

—Dices que nosotros somos los malos, pero aquí no hay nadie que la proteja.

—Arriba la protegeré.

—No irá, vendrá conmigo. A causa de esto golpea y maltrata a sus compañeros de clase, su padre toma eso como excusa y la “castiga” de esta manera.

—Pero…

—Sus pecados son de violencia, además del suicidio que es también un pecado de violencia—con la palma de su mano apretó suavemente en mi pecho.

Mi cuerpo comenzó a sentirse pesado, las lágrimas comenzaron a brotar sin saber porqué, una presión en mi pecho apareció, cada vez dolía más. Mi mente se nublo y solo podía pensar en cómo terminar con todo esto lo más rápido posible, y ahí entendí cada estrofa, cada oración, cada párrafo de los libros que leí, lo entendía desde otra perspectiva completamente diferente.

—¿Qué es esto? —pregunte en un hilo de voz.

—Lo que estás sintiendo ahora, ella lo siente hace años. Lo que estás experimentando es la tristeza. Depresión, ansiedad, estrés, miedo, ira.

El cuerpo me pesaba cada vez más y más, el dolor ya era algo inaguantable, no tenía heridas físicas pero dolía tanto por dentro. ¿Cómo un cuerpo tan pequeño podía soportar tanto dolor?

—¿Qué castigo tendrá?

—Ninguno.

—Pero acabas…

—Sus acciones fueron el resultado de un ángel ausente y un parásito como padre. Le ofreceré un trato.

El dolor comenzaba a desaparecer, me arrodillé a un costado de su cama. Su mejillas aún estaban algo húmedas, acaricié su cabello rubio y la arrope. ¿Cómo alguien puede hacerle esto a su propia hija?

—¿Qué clase de trato?

—Su alma irá al bosque de las almas

pérdidas a cambio de castigar a su padre cuanto quiera cuando él muera.

—No es justo.

—Claro que lo es, irá a un lugar donde no sufrirá de esta manera, y en su momento podrá devolverle todo el sufrimiento que le ha causado a ella.

Se oía razonable pero el solo hecho de que esté en el infierno es un castigo.

—Debemos irnos. —Susurró en mi oído.

Bajamos por las escaleras y escuchamos la puerta principal abrirse, la madre llegaba de trabajar, llevaba un uniforme de enfermera, mire el reloj de la cocina, eran las tres de la mañana.




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