Pol
Nada en el mundo se comparaba a cómo se veía el cielo, en la tierra el aire era muy pesado por la contaminación, las baldosas de las calles habían perdido su color entre tanta suciedad, la gente siempre llevaba un rostro triste, preocupado y muy pocas personas tenían una sonrisa genuina.
No creí que fuera así y mucho menos el dolor que sufrían, creía que hacíamos nuestro trabajo de una manera tan meticulosa y perfecta que el mal casi no invadía en sus vidas, pero lamento y hasta me avergüenza aceptar que mi visión era muy errada a la realidad.
"¿Dónde estaba el ángel guardián de Erica y por qué no la había ayudado en un momento de tanta vulnerabilidad?" Esa pregunta rondaba en mi cabeza desde anoche evitando que duerma con tranquilidad, haciendo que me despertara repetidas veces y solo pensara en el tornero que pasaba día día aquella pobre niña por culpa de nosotros.
Tenía tantas preguntas que sentía que mi cabeza explotaría en cualquier momento. Agradezco que las ojeras no fueran algo de mi preocupación.
El camino a mi portal fue muy silencioso y eso solo fue un pase libre a qué mi cabeza siguiera yendo a mil kilómetros por segundo.
Quisiera decir que volví a escuchar la dulce voz de Leizel ese día, pero no fue así. Me acompañó hasta la entrada del portal, se dio media vuelta y se fue. No se despidió, ni siquiera me miró, solamente me dejó ahí. Sólo, con la brisa mañanera congelándome el rostro.
Hace horas había agarrado mi mano y me había ayudado a desahogarme mientras me abrazaba y esperaba a que me tranquilizara, pero ahora es muy distinto, ni siquiera cuando la vi por primera vez en el Edén había notado esa mirada tan fría como la que llevaba esta mañana.
Parecía que tenía más de una personalidad, una cálida y empática, y otra fría y distante. Dos personalidades completamente diferentes pero que parecen contrarrestarse con un perfecto balance.
[...]
La Biblia dice que hay siete arcángeles pero sólo se nombran a tres, con el pasar del tiempo se fueron sumando más mientras que otros tantos bajaron su rango o simplemente desaparecieron.
Nuestro clan en la actualidad está conformado por diez arcángeles, cada uno con una misión específica. Algunos fueron creados especialmente para ser arcángeles, otros ganaron este título mediante sus acciones.
—Dios me pidió informarles que debemos tener cuidado.
—¿A qué te refieres Clarice? —Preguntó Garo.
—Hoy confirmó la existencia de los hijos de Satán. Debemos tener mucho cuidado. —Desplomó sobre la mesa de mármol blanco fotografía de dos jóvenes, un hombre y una mujer.
—¿Por qué? Estamos seguros aquí. —Hablo Liú.
—Ese es el problema, ellos tienen la capacidad de poder entrar aquí y pasar desapercibidos.
—¿Pero cómo es que Dios no sabía de su existencia? —Interrogó Morel.
—Satanás sabe jugar sus cartas, al igual que sus hijos, debemos tener cuidado. Y ante todo vigilar las entradas y portales. Quién sabe cuáles son sus intenciones.
—¿Pero como alguien que viene del infierno puede entrar sin una autorización? No hay forma de que pase sin que mueran en el intento.
—Eso es cierto Morel, pero al igual que Satanás llevan la marca de Dios. Podríamos no preocuparnos, pero también llevan la marca oscura.
—¿Eso es algo posible?
—Al parecer lo es, Satanás es el ejemplo y sus hijos ahora también lo son.
Clarice y Garo debatían qué podríamos hacer, mientras que yo solo pensaba si podría volver a ver a Leizel, necesito respuestas cuanto antes.
Leizel
El grupo estaba reunido, todos hablaban entre sí en un volumen bajo mientras yo solo observaba a los cinco jóvenes que me acompañaban. Natasha sobre el regazo de Anatoly miraba los papeles sobre la larga mesa de vidrio. Mi hermano y Erion susurraban a un volumen casi inaudible, Gianna acomodaba sus lentes con nerviosismo repetidas veces.
—Se me ha informado que ya saben de nosotros. —Señalo a mi hermano y a mí.—Planean como atacar, pero como siempre están bajo nuestras expectativas no es algo de lo cual nos tengamos que preocupar. De igual manera no debemos tomarnos esto a la ligera.
—¿Qué quieres hacer? —Preguntó Erion acomodándose en su asiento.
—Nuestro grupo está incompleto. Así que mientras tanto no seguiremos con nuestro plan principal.
—¿Cómo haremos para encontrarlo? —Habló Natasha mientras sonreía por las caricias proporcionadas de su acompañante.
—De eso me encargo yo, mientras tanto debemos organizar una pequeña visita a los pelirrojos.
—¿Qué tienes en mente hermanita?
—Creo que es un buen momento para pedir lo que es nuestro.
Todos se mostraron muy atentos a cada palabra que emitía, Gianna tomaba nota de los detalles importantes y cada uno hacía un pequeño apunte de las tareas que les daba. Todos a gusto con sus trabajos siguieron compartiendo opiniones y consejos, mientras que yo desde la punta de la mesa analizaba cada pequeño detalle de nuestro plan, cada acción que estaban tomando y las posibles consecuencias.
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Editado: 04.05.2021