Pol
Mis pulmones iban a explotar, correr no era mi pasatiempo favorito. Lei me pidió que me escondiera detrás de un gran árbol y que no volteara a verla, por más que no la veía podía escuchar, quejidos de dolor, y puedo jurar que escuche como un hueso se rompía.
Fueron solo un par de minutos, pero en estos momentos la tensión de la situación hacía parecer que un segundo eran horas. Vino a buscarme, en su rostro había un pequeño corte en la frente y otra en la mejilla, intenté limpiar la sangre en su rostro pero se rehusó, me jalo de la sudadera y me arrastró hasta el marco del portal. "Voy yo primero y reviso el perímetro, luego vengo por tí, no te muevas." Me dijo entre jadeos de cansancio. Cruzó el marco dorado, mire en todas direcciones esperando que no me encontraran, los cuerpos de los ángeles totalmente noqueados en el piso a unos cuantos metros de mí no me tenían muy tranquilo si soy sincero.
Cada vez hacía más frío, la piel se me erizaba, un escalofrío recorría mi cuerpo en cada pequeña brisa que aparecía. Seguía inmóvil tal como me lo ordenó. Me abracé y acaricié mis brazos esperando así entrar un en calor.
Justo cuando creí que se estaba tardando demasiado atravesó solo su mano y su rostro del portal, tomó mi mano y me indicó que pasara en silencio. Al pasar, un clima cálido me recibió, mire a mi alrededor y no había nadie, eso es demasiado inusual. Había un gran silencio.
—No te preocupes, solo necesitamos ir a la tierra y estaremos a salvo. —habló en un pequeño susurró lo suficientemente bajón para que sólo yo escuchara.
—Siempre hay gente rondando, y esto nunca está en silencio.
—Pol escúchame bien, tenemos dos opciones, refugiarnos en la tierra o en mi casa, pero no creo que quieras la segunda opción. —me arrastro detrás de ella, parecía conocer el lugar mejor que yo.
—¿Por qué no nos podemos quedar aquí?
—¿Es enserio? —se detuvo y giró hacía mí— Por si no te diste cuenta nos está persiguiendo todo el bendito cielo.
—Todavía no saben lo de Miguel, estoy seguro. Deben estar buscando la...
Nos detuvimos detrás de un edificio, vimos pasar a algunos ángeles con sus equipos de combate. Me pidió que regulara mi respiración para aprovechar cada segundo y descansar todo lo posible, me advirtió que luego de salir de nuestro repentino escondite no pararíamos de correr hasta llegar a una zona segura y que no podríamos volar para que no nos puedan ver.
—Pol, ellos ya lo saben todo. —hablo en un tono bajo.
—¿A qué te refieres?
—Ellos ya saben de nosotros, de las veces que fuimos a la tierra, que hicimos, lo saben TODO. —Recalco la última palabra.
—Pero... No entiendo cómo.
—Te lo explicaré todo cuando estemos en un lugar seguro pero ahora presta atención, en unos segundos pasará otro grupo de ángeles, esperaremos exactamente 15 segundos y correremos al portal V, ese al parecer nunca lo usan y borraremos los registros antes de atravesarlo para que no nos puedan rastrear. ¿Entendido?
¿Cómo sabía que ese es el portal que menos usábamos? Si ella sabe el porqué nos buscan ¿Entonces por qué hoy se arriesgó y fue al Edén?
Justo como ella dijo, unos segundos después pasó un grupo, esperamos los quince segundos y corrimos, aún no entiendo como una mujer tan pequeña corre tan rápido pero de alguna forma lo hacía. Mis pulmones me imploraban un descanso al igual que mis piernas, el aire quemaba en mi garganta y podía sentir grandes y dolorosas punzadas en el pecho a causa de casi no poder respirar.
Evitamos cualquier atajo ya que no eran seguros según ella. Sugerí la idea de volar a un nivel bajo y así ahorrar un poco de energía, pero Lei insiste en correr.
Al llegar al portal V, tomamos el pequeño aparato que registra las salidas y entradas de este portal, ella lo desarmo contra el piso y tomó todas las partes que se habían salido, tomó la tarjeta donde guardaba toda la información y la guardó en el bolsillo de su pantalón. Me miró y supe rápidamente que estábamos en gran peligro, en el poco tiempo que estuve con ella puedo decir que sabe esconder sus emociones, sus ojos y su lenguaje corporal nunca mostraron nada, pero hoy no. Sus ojos irradiaban duda y temor.
Pasamos el portal y una gran luz nos cegó por unos segundos, al abrir los ojos nos encontrábamos en un callejón, Lei rompió el aparato igual que el anterior y guardó la nueva tarjeta, me tomó de mi sudadera y me volvió a arrastrar hasta una calle repleta de gente, era de noche y la ciudad era iluminada por miles de luces artificiales, anuncios y luces de vehículos.
—¿Dónde estamos? —pregunte en voz alta tratando de tapar con mi propia voz el ruido de la ciudad.
—Bienvenido a Tokio Pol.
La vista era increíble, los letreros con caricaturas y garabatos captaron mi atención por completo, era un poco más alto que la gente aquí por lo que podía ver a todas estas personas caminar a gran velocidad, centrados en sus asuntos y hablando por teléfono. Lei tiro de mi sudadera y pidió que me inclinara hasta su altura.
—Nos están buscando por todos lados, buscaremos uno de mis portales, necesito que no me sueltes. Perdernos aquí sería el fin. Sígueme la corriente en absolutamente todo.—susurro en mi oído.
Cubrió su cabeza con la capucha de su sudadera, imité su acción, tomó mi mano y entrelazo sus dedos con los míos. Sus pequeñas y delicadas manos eran frías y suaves, caminábamos a un ritmo acelerado pero no tanto, estábamos realmente cansados.
Caminamos unos quince minutos hasta que salimos del amontonamiento de personas. Estábamos parados frente a un gran edificio, tan alto que podría apostar que en los días nublados los últimos pisos se perdían entre las nubes, entramos al hall evitando el contacto visual con cualquier persona, fuimos a los ascensores y apretó el botón que nos llevaba al piso 66. Ninguno dijo nada y soltó mi mano. Su rostro estaba cansado, sus párpados estaban cerrados, parecía como si durmiera.
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Editado: 04.05.2021