Dragantropía - Al otro lado del bosque

Capítulo dos - Gladius mortis

 


No durmió en toda la noche. No estaba muy seguro de que fuera a hacer lo correcto, pero en el momento en que abrió esa carta no hubo vuelta atrás.

No sabía cuánto tiempo estaría fuera, pero sí que no volvería pronto. No tenía maleta. Su madre y él nunca habían salido del pueblo, por lo que se limitó a meter un poco de ropa y otras cosas dentro de su mochila.

J.J. bajó a la cocina y encontró a su madre, como todos los días, preparando el desayuno.

—— Come antes de que se enfríe ——dijo mientras servía el desayuno.

—— No me da tiempo, mamá. He quedado con…

Antes de terminar la mentira, su madre le interrumpió.

— Está bien, hijo. Por lo menos llévate esto para comer después ——le entregó una bolsa de papel mientras lo miraba como si no fuera a verlo nunca más.

—— Gracias, mamá.

El joven se sentía mal por dejar a su madre, pero era algo que tenía que hacer. Él la abrazó y ella lo apretó fuerte contra sí. Después él se marchó.

Eran las 8:59 y 19 segundos cuando J.J. Wyatt llegó al punto de encuentro. Allí lo esperaba el señor Auden Berycloth.

—— Perfecto, señor Wyatt, llega usted puntual a nuestro encuentro. Si no lo hubiera sido, habríamos tenido un problema con nuestro transporte.

—— Bueno, es casi la hora, faltan 10 segundos. Ponga su mano sobre el letrero y vamos al primer salto.

El joven parecía algo confuso.

—— ¡Vamos, señor Wyatt, deprisa!

J.J, apurado, puso su mano en el letrero, tal y como el señor Berycloth le había pedido.

——Abra los ojos, señor Wyatt. No se pierda estas vistas.

J.J. abrió los ojos y comenzó a ver un pueblo tras otro, una ciudad tras otra. Cada vez que tocaban el letrero de bienvenida de las ciudades, se producía un salto volador que les llevaba a la siguiente ciudad.

El joven Wyatt no podía creer lo que estaba pasando. Él, que nunca había salido de su pueblo, ahora estaba viajando de ciudad en ciudad y teniendo las mejores vistas de una forma inexplicable.

—— Siempre es tan emocionante viajar con el hechizo “Tactus caelo” ——dijo sonriendo el señor Berycloth.

—— ¿Cómo puede ser que estemos viajando de esta manera?

—— Es fácil. Solo es un hechizo de salto al cielo.

—— Entonces, ¿eres un mago?

—— No, señor Wyatt, yo soy un hada ——le dice entre sonrisas—— Y también le diré que soy el secretario en Hyland.

—— No entiendo eso de hadas. ¿Realmente existe todo eso?

—— Claro que existo. ¿No me ves?

—— Bueno, es que en los cuentos las hadas son pequeñas y…

—— ¿Y? ¿Tienen alas, verdad?

—— Sí, señor Berycloth.

—— Sí. Nosotros, las hadas, en ciertos momentos nos transformamos en esos diminutos seres con alas. Usted los conoce por los cuentos ——le replicó.

—— Nunca creí que un personaje de cuento fuera real.

—— Ay, señor Wyatt, los humanos son seres bastante inteligentes, pero no lo suficiente como para crear de forma ilusionaría mi mundo de encantos y hechizos.

—— ¿Entonces cómo es que hay tantos cuentos de magia?

—— Sencillamente, porque siempre hay descuidados que se dejan ver o capturar, o criaturas que se dejan embaucar y hablan demasiado.

J.J. lo miraba muy intrigado.

—— Somos más poderosos e inteligentes que los humanis, pero como somos viejos visitantes de su mundo, nos mantenemos ocultos. En realidad, llevamos tanto tiempo aquí que puede que ya no seamos ni visitantes, sino nativos de este mundo ——reflexiono el secretario.

—— ¿Qué quiere decir? No le entiendo.

—— No quiero saturarle de información. Seguro que el líder del clan al que ha sido destinado podrá ayudarle con sus dudas ——sentenció riendo.

—— ¿Clan? ——comentó extrañado el joven.

—— Perdone, creo que no me he explicado correctamente. Le seguiré contando de camino al barco.

J.J. no entendía nada de lo que le decía. ¿Iban a viajar en barco? ¿Cómo? Si la ciudad donde estaban no tenía puerto ni costa, era una ciudad de interior. Pese a ello, se limitó a seguir al señor Berycloth por aquella calle repleta de gente pero tranquila. Podía escuchar con toda claridad lo que el señor Berycloth le estaba contando, como si ellos dos fuesen los únicos en aquella calle. ¿Sería alguna otra clase de hechizo o encanto?, pensaba el joven evitando preguntar.

—— Hyland es un lugar tan fascinante como misterioso. Hay muchas cosas que no sabe ni el ser más antiguo que yace allí ——el señor Berycloth se paró un momento e hizo una reflexión—— Señor Wyatt, si tuviera que describirle Hyland en una sola palabra, definitivamente sería atrayente. Cuando oyes hablar de ese lugar, cuando lo ves por primera vez, querer irse es una idea que nunca a nadie se le pasa por la cabeza. ——Reanudaron la caminata—— No le quiero aburrir con mis necios pensamientos. Le iba a hablar sobre los clanes… Ludo Nigrum, señor Wyatt, tuvo cuatro grandes fundadores. Ellos fueron muy buenos amigos, pero también muy distintos entre sí. Los futuros participantes serían también muy diferentes entre ellos, por lo que decidieron agrupar a los jugadores en cuatro clanes. Cada fundador eligió un distintivo que representaría a su clan. Los cuatro grandes clanes son el clan de la hoja, al cual pertenecí; el clan de la roca luna, muy bueno, ya que todos los grandes magos conocidos hoy en día pertenecieron a él; el clan del fuego, del cual fueron miembros los grandes líderes del mundo encantos y hechizos, y por último, el clan dragón.



#11848 en Fantasía
#16856 en Otros
#2105 en Aventura

En el texto hay: bruja, lobos, dragon

Editado: 02.05.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.