Prefacio

En la inmensidad de la creación, más allá de los límites de cada universo, en el espacio entre espacios, una pequeña luz se movía desafiando la voluntad de los dioses. Aquella luz desafiaba no solo la voluntad de los dioses sino la del universo mismo, superaba la velocidad de la luz impulsada por una fuente de energía inconmensurable e irracional con un destino, con una sola misión. Esa luz era el destello de una voluntad pura, el deseo de preservar la vida y la esperanza para conseguir algo que se gestaba imposible.

Los 18 universos brillaban con una luz tan hermosa y majestuosa, era tan embriagante la calidez de esa luz que el Rey de Todo miraba desde su trono la magnificencia de la creación del dios Sarama, sus ojos infantiles estaban perdidos en la inmensidad cuando un pequeño destello llamó su atención, aquella pequeña luz cautivo los inocentes ojos del todopoderoso Zen Oo Sama quien, con pura curiosidad, voló hasta quedar frente del Octavo Universo, la luz giraba alrededor de la esfera de color azulado y luego volaba hasta el segundo, quinto y onceavo. La mirada del Rey de Todo seguía la brillante luz que rebotaba entre esos universos, también entre el catorce y el diecisiete. Tal fue la concentración Zen Oo que llamó la atención del Gran Sacerdote.

-Gran Zen Oo ¿Puedo saber que le genera tanto interés?

-Es esta luz, viaja rebotando entre los universos, pero no entra a ninguno ¿Sabes qué es? El Rey de Todo señalo la pequeña partícula con su alargado y azulado dedo, por su parte el Gran Sacerdote dibujó en su cara un rostro de confusión y comenzó a seguir la luz con gran detalle. Luego de unos instantes sacó su báculo y comenzó a observar cada universo.

-Esa pequeña luz es una nave muy especial, se encuentra viajando no solo en el espacio entre espacios, su velocidad le permite viajar también en el tiempo, aun no converge de forma significativa pues no ha entrado en contacto con ningún universo, pero en caso de hacerlo creara otras líneas temporales.

- ¿Y eso es algo malo? Zen Oo Sama ahora miraba a él Gran Sacerdote con una mirada expectante y curiosa, casi como un niño que mira su programa favorito.

-En principio no es un problema, pero al existir diferentes tiempos existirán diferentes Zen Oo, razón por la que puede haber conflictos, lo mejor es que la línea del tiempo sea solo una.

- ¿También existirían otros tu?

-Oh no Zen Oo, yo existo en todos los tiempos y en todos los tiempos le cuidaré. El Rey de Todo levanto su mano con un caramelo de color blanco y rojo mientras regalaba a él Gran Sacerdote una sincera sonrisa. Es todo un honor para mí recibir esto gran Rey de Todo.

- ¿Qué hace esa nave entonces? Zen Oo nuevamente había fijado su atención en la luz.

-Parece que está buscando algo, algo que se encuentra en los universos centrales de los trillizos.

- ¿A qué te refieres?

-Como recordara gran Rey de Todo, existen 18 universos ubicados de forma sucesiva, cada universo tiene un gemelo que resulta de la suma de sus números y que esta sea igual a 19, por ejemplo el universo diez y el universo nueve son hermanos gemelos, también el primer y el número 18, pero todos estos universos están armados en cúmulos de tres, haciendo seis grandes grupos que forman las seis puntas de una estrella, sumado a nuestro universo especial da paso a la estructura de siete grandes cúmulos. Zen Oo Sama se mostraba confundido por lo que el Gran Sacerdote se disculpó. -Los universos 2, 5, 8, 11, 14 y 17 son los que ha recorrido la nave, investigaré que hay en ellos. 

El Gran Sacerdote buscó a una velocidad alucinante en cada estrella y planeta de cada universo intentando encontrar anomalías, luego de un instante se mostró sorprendido. 

-Creí que habíamos acabado con todos ellos.

- ¿Con ellos? La voz infantil de Zen Oo hizo que el rostro hasta ahora serio del Gran Sacerdote se calmará.

-Una plaga de parásitos multiversales sin nombre, eran los únicos habitantes del reino de la nada y su función no era mas que alimentarse de cualquier desecho que terminara en ese sitio, siempre resultado del trabajo excesivo e ineficiente de los dioses de la creación, los Kaioshin. Zen Oo prestaba atención mientras asentía con su ovalada cabeza. -Gracias a una rebelión hace algún tiempo lograron abandonar ese lugar, poco después se convirtieron en una plaga, los ángeles fueron encomendados a buscar guerreros poderosos para eliminar a dichas entidades con el poder de la destrucción naciendo así los dioses destructores, pero veo que no los eliminaron a todos, esos universos están infestados y pueden representar un problema para toda la creación, además si esa nave llega a interferir en algún universo se crearan otras líneas.

El rostro del Rey de Todo se tornó frio e inexpresivo y con un movimiento de su mano esos universos fueron borrados de toda la creación. Daishinkan sonrió y comenzaron a caminar hacia los aposentos sagrados cuando su báculo, que había estado volando a su lado todo este tiempo, comenzó a brillar, lo tomó en sus manos nuevamente y su sonrisa se desvaneció.

-Al parecer aún quedan un par de estos parásitos, se mueven a grandes velocidades en el antiguo universo 9 ahora 6 y el universo 10 que a partir de ahora será el 7.

-Déjalos, es trabajo de los dioses de la destrucción encargarse de eso, si no lo hacen también los eliminaré.

-¿Qué piensa hacer con la nave Zen Oo Sama?

-Déjala también, me gustó así que la permitiré.

Mientras el Gran Sacerdote y el Rey de Todo caminaban de forma impasible hacia sus aposentos la brillante nave se precipitó a el universo 7 rompiendo la barrera de la velocidad de la luz muchas veces, danzando entre los planetas y estrellas de todas las galaxias buscando su objetivo sin éxito aparente.

No sabía la causa, la computadora acababa de detectar la desaparición de seis universos de golpe, por lo que tuvo que reajustar sus cálculos. Por mucho tiempo la nave recorrió el inmenso espacio hasta asegurarse que en ese universo no quedaba encontrar lo que buscaba.