Dragones y Brujos

capitulo 21 - ¡verdad o mentira!

En un lugar distante, se encontraba el menos esperado de todos, Kimiri, atrapado entre la duda y la mentira que le susurraba Reur. La confianza que había depositado en él lo consumía por dentro, una agonía silenciosa. Era difícil para cualquier persona aceptar que quien había sido un pilar de apoyo podría apuñalarlo por la espalda. ¿Apuñalar? Esa idea era incierta, o tal vez no lo era. La balanza de la confianza y la duda pendía en su mente, cada argumento, cada sospecha, cada rumor, un peso más en la balanza. Sin embargo, los recuerdos, las enseñanzas y la compañía eran factores que aumentaban su confianza.

Orefiyet, su leal dragón, interrumpió sus pensamientos. - Sus inquietudes no me dejan dormir, mi amo. ¿Aún no decides?

- Tal vez puedas leer mis sentimientos, Orefiyet, pero... ¿cómo es que sabes que estoy tomando una decisión? - Kimiri preguntó, sintiendo que su dragón leía su mente.

- Cuanto más fuerte es el lazo entre amo y sirviente, más estamos conectados, hasta el punto en que llegamos a sentir los sentimientos y pensamientos del otro a la perfección.

- Vaya, eso suena aterrador - respondió Kimiri entre risas. - ¿Tú qué me aconsejas?

- Lo mejor sería investigar, averiguar por qué Reur atacó a ese pueblo y...

- ¿Qué?

- Amo, lo que más me preocupa es esa magia extraña que sintió en ese pueblo.

- Sí, aunque no estoy seguro - respondió Kimiri. - Cuando Reur atacó esa isla, sentí una sensación que no había sentido antes. Es una magia muy poderosa la que encontró, pero... cuando se lo pregunté, me dijo que no había encontrado nada.

- Lo mejor es no confiarnos, mi amo. Hay que ser precavidos - advirtió Orefiyet.

- Tienes razón - dijo Kimiri, subiendo sobre Orefiyet. - Vamos, hay dudas que tengo que aclarar.

Ambos volaron hacia el campamento central, pero se escondieron en un rincón de la orilla. Kimiri deseaba responder a sus dudas por sus propios medios, así que se ocultaron para observar lo que Reur traía consigo. Los barcos se acercaban; sabían que Reur estaría a bordo, ya que no le gustaba volar. Tal vez porque siempre le provocaba dolores de cabeza y le lastimaba los ojos y los pulmones. Su salud había sido siempre su prioridad, incluso obligaba a Kimiri a curarle las heridas y a alargarle la vida. Gracias a eso, era un anciano de 75 años, pero con la fuerza y apariencia de un adulto de 35.

Esperaron y esperaron, pero cuando finalmente bajaron, no había nada en particular, solo la furia y el enojo que Reur traía consigo.

- ¡Esa maldita bruja me las va a pagar! - gritó Reur, y de repente, una magia extraña y oscura emanó de él, como si ardiera en fuego lento.

- ¡Cálmate! - le gritó su hermano. - No gastes ese poder, sabes que es limitado.

- Tienes razón - dijo Reur. - Mejor dejaré que mi querido niño se encargue de esto. Por fin, Kimiri podrá matarla y quedarse con su poder.

- Jajaja, temporalmente - concluyó su hermano. Eso fue todo para Kimiri; su mente comenzó a explotar de ideas. Le era difícil creerlo, pero esa era la verdad, no la mentira ni la falsa confianza, era pura verdad.

De inmediato, se subió a su dragón; bueno, Orefiyet lo obligó a subir, ya que estaba completamente pálido y confundido como para tomar decisiones por sí mismo. Se aferró a Orefiyet como se había aferrado a la idea de que Reur era la única persona en quien podía confiar, una que nunca lo dejaría, pero ya lo había hecho, o tal vez nunca iba a estar ahí.

- Amo, vámonos - dijo Orefiyet. - No hay nada que hacer. Y se lanzó al río, nadando con mucho cuidado de no causar ningún ruido.

Mientras tanto, para Kimiri, todo estaba claro.

- Así que esa es la verdad, querido amigo. Ya no más mentiras.




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