☳☳✿★✿☳☳
La luz de la luna que se filtra por la ventana del cuarto, alumbra su rostro, obteniendo otra imagen diferente de él. Permanezco inmóvil, observándolo pasmada por lo que presencio. Él voltea y retrocedo hasta casi caer de trasero. Está sin camisa, mostrando sus pectorales perfectos, junto a la pequeña porción de ese tatuaje que tiene en su cadera, sus orbes son de otro mundo.
¿Ojos de serpiente? Las pupilas las tiene de manera alargada, mientras sus iris han aquerido una tonalidad verde. Ya no están sus orbes marrones oscuros. Esto, es tan extraño. Echo un vistazo a su cabello, topándome con un color blanco. ¿Pintado? ¿Desde cuándo le gusta teñirse?
—¿Pasmada? —pregunta, esbozando una sonrisa seductora—. Pensé que todos se fueron.
—Tú….
Se acerca a paso depredador, haciendo que retrocediera hasta la pared. ¡Este hombre me pone de nervios!
—¿Qué ocurre? Viendo tu comportamiento, siento que he atrapado a un conejo —dice, quedando a un paso de mí. Trago en seco, sin poder mirarlo fijamente, por su aura imponente—. ¿Podrías al menos soltar una palabra por lo que ves?
¿Por lo que veo?
Con lentitud y nervios, alcanzo a mirarlo, mientras mi corazón no para de latir dentro de mi pecho. De nuevo, choco con sus ojos extraños. ¿Debería de sentir miedo? Tal vez, solo esté jugando conmigo.
Todo se puede esperar de los hermanos D.
—Dragos.
—¿Si, conejita? —pregunta, acentuando una de sus manos en la pared, junto a mi cabeza—. Dilo. Escucharé lo que deseas soltar.
Entreabro los ojos y los vuelvo a cerrar.
¡He quedado sin palabras!
—Tú…..—balbuceo. ¡Casi no lo puedo mirar! ¡Demasiado cerca!—. ¿Estás disfrazado para una fiesta?
Él parpadea varias veces y luego ríe estrepitosamente.
¿Me he equivocado? ¿Qué más puede explicar?
—Tu juicio es muy infantil.
—¿Me equivoco? —cuestiono, sin dejar de mirar su cabello blanco—. ¿Te lo teñiste?
—No. Es natural. Es una marca de nacimiento que la familia llevamos —explica, tomando uno de los mechones de mi cabello y enredándolo en su dedo—. ¿Quieres saber la verdad?
Lo miro petrificada. Siento las piernas ponerse lánguidas.
Conociendo a Dragos, el hermano mayor de los Klein, dudo que hable en serio. Le gusta molestarme. Este momento, no será la excepción. Suspiro y lo miro ceñuda.
—Si estás molestándome, te sugiero que dejes de hacerlo. Caso contrario….
—¿Caso contrario? —cuestiona, mientras una de sus manos, acaricia mi brazo, sobresaltándome y haciendo que soltara una pequeña risa melodiosa—. ¿Nerviosa, conejita?
—Deja de jugar.
—Me encanta hacerlo.
—Soy menor que tú —ataco, aclarando mi garganta—. Esto puede considerarse como acoso.
Otra risa y estoy a punto de caer al suelo.
—¿Acoso? Mucha imaginación, Halle —musita, tomando una de mis manos y llevándola hasta su cabello—. No es tinte. Es cabello verdadero. Tampoco te estoy acosando. Me gusta ver tus expresiones en tu bello rostro.
Agrando los ojos, llenándome de sorpresa.
¿Cabello natural? ¿Un fallo genético? ¿Qué hay de sus ojos?
—¿Cómo…
—Llevamos sangre de un antepasado muy poderoso —contesta en un susurro, sin dejarme de observar. Sin esperarlo dos veces, lleva la palma de mi mano, hasta su corazón, sintiendo su latir apresurado—. Nuestros latidos son irregulares. Pero, estamos sanos.
—¿Estás diciéndome la verdad?
—Sí. Ahora que ya sabes la verdad, no hay necesidad de ocultarlo —indica, teniendo una sonrisa de lado—. ¿Otra pregunta?
¡Tengo demasiadas!
—¿De qué antepasado llevan sangre? —inquiero en un susurro, tocando su piel con las puntas de mis dedos—. Tus ojos son…
—Como lagartos, serpientes. O de cualquier reptil —completa muy cerca de mi oído—. ¿Qué animal sobrenatural tiene alas y escupe fuego?
Lo miro pasmada por su pregunta tan clara.
No puede estar pasando. ¡No debe ser verdad! Esas criaturas son mitológicas. ¡No existen! Es como si estuvieran diciendo que las hadas y duendes son reales.
No puede ser.
—Dragón.
—Bingo —afirma, agarrando mi mano y entrelazándola con la suya—. Llevo sangre de dragón en mi cuerpo, conejita.
Nunca esperé que algo que creía sobrenatural y de cuento, fuera realidad.
Lo compruebo al verlo pestañear y cambiar su pupila, mientras que con su porte alto y pronunciado, hace que todo mi cuerpo se derrita como mantequilla. Al principio, pensé que era un juego, pero…
Nunca creí que sería verdad.
Espero que esto sea un sueño. ¡De verdad lo deseo!