Dragos | Serie: Sangre de dragón

CAPÍTULO 1

HALLE

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Mis manos no dejan de moverse con nerviosismo. ¿En serio debo estar pisando la casa de esta familia? Definitivamente, es una mala idea. He intentado alejarme de ellos. Respiro profundo y camino al lado del mayordomo principal. O así le digo al señor de traje negro que me recibió en la entrada de la puerta.

¿Cuántos años han pasado desde que pisé este sitio? Todavía, recuerdo que los hermanos D, hicieron mi infancia de cuadritos. Sobre todo, Devon y Duncan. Esos malditos cretinos, si lo encuentro aquí……

Les patearé las pelotas.

¿Fue mala idea venir acá? No está mal pisar terreno de esta familia. ¿Debo mencionar que aquí está mi primer amor de infancia? Es el mayor de los hermanos D, uno que siempre sonreía de ensueño.

Dragos.

Por favor que no me encuentre con Devon o Duncan. Lo suplico, Dios.  

—¿Señorita Halle? —pregunta el mayordomo, deteniéndose en una puerta de la enorme casa—. Me dijeron que usted es amiga de infancia de la familia.

—Sí —contesto con una sonrisa—. Fui su amiga de infancia, solo que… Tuve que cambiarme de casa, yéndome por varios años.

Sonríe.

—¿Viene para una entrevista de uno de ellos? Me dijeron que le condujera al joven Dawson, pero….

—No pasa nada —contesto, queriendo que terminara toda la maldita entrevista para mi trabajo de la universidad—. Solo quiero hacer mi tarea.

Al menos, no son Devon y Duncan.

Asiente con la cabeza y abre la puerta del cuarto, encontrándome con un amplio lugar. Las paredes son de color naranja pastel. Es muy grande, más de lo normal. Algo de esta habitación, me trae un olor nostálgico. Trato de recordar, mientras observo cada rincón del sitio.

—Puede esperar aquí, señorita Halle. Cualquier cosa puede avisarme —informa el mayordomo—. Con permiso.

Sale de ahí, dejándome sola en la habitación masculina.

¿Dawson? Enarco el ceño, mirando todo el alrededor. Detengo mi escudriño en  un anaquel lleno de películas antiguas. ¿Le gustaba eso? Él era de libros, no de esto. En mi cabeza, se planta un recuerdo de infancia que no olvidaré.  

—¡Prepárate, Dragos! ¡Un día te atraparé!

—Quiero ver eso, pequeña Halle —pronuncio sonriendo—. Hazlo. Atrápame si puedes.

—¡No me crees!

—Lo hago.

Esa vez, no creía en mí. Por ello, se me ocurrió una brillante y estúpida idea de niña sin razonabilidad.

—Sellaré mis palabras.

Lo agarré del cuello de la camisa y en segundos, uní mis pequeños labios con las de él, dandole mi primer beso al idiota de Dragos.

—Prepárate, Dragos. Te atraparé

Oh no, no, no.

Retrocedo tres pasos. Esta habitación no es de Dawson, sino de Dragos. ¡A él le gustaba coleccionar películas! ¡Debo de salir de aquí! No deseo verlo, más aún, cuando recuerdo que le hice la última vez que estuve a su lado.

¡Vergüenza total!

Intento caminar a la puerta, pero me tropiezo con mis propios pies, venciendo mi cuerpo para adelante; sin embargo, antes que chocara mi cara contra el suelo, unas manos detienen mi caída, espantándome. Un olor nostálgico, se apodera de mi ser.

Oh, no.

—Parece que has crecido mucho, Halle —habla nada menos que mi primer amor de infancia. El mayor de todos los hermanos D y el presidente de la empresa “Group Klein”. Me estabilizo y volteo a mirarlo, topándome con un hombre con el dorso desnudo. Carga una toalla enredada en el cuello, mientras se seca el cabello negro.

—Dragos.

Sonríe de maravillas, como lo solía hacer antes.

—Hola de nuevo, pequeña Halle.

Ingurgito saliva, recordando su encanto de hombre. Sobre todo, ahora que ya es un adulto demasiado atractivo. Es mayor por seis años conmigo. La diferencia de edad, no es tan grande.

Pectorales perfectos, delineados y perlado de las gotas de agua que le caen de manera tan sensual. He quedado petrificado, deleitándome de su presencia. ¡Su cuerpo ha cambiado por completo! La última vez que lo vi, tenía trece años. Ya no es un niño, es un hombre en todo el sentido de la palabra.

—Hola de nuevo, Dragos. Vine…..—Al ver que aún me tiene sujetada, sobresalto, alejándome cuanto antes de él—. Hacer una entrevista para una tarea. Pensé encontrarme con Dawson.

Él ríe. Se sienta en su amplia y elegante cama de dos plazas.

—Mi hermano está en la compañía, asumiendo su papel de vicepresidente —contesta, secando su cabello. Sigue sin apartar su mirada oscura—. Como ves, estuve esperándote.

¿Lo estuvo?

Aclaro mi garganta y me siento en la silla de su escritorio.

—Será breve.




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