Dragos | Serie: Sangre de dragón

CAPÍTULO 4

HALLE

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Volteo a escudriñar toda la oficina del vicepresidente de la compañía más reconocida del país. Puedo decir que es muy amplia y elegante a la vista. Dawson siempre ha sido ordenado en lo que hace. O eso, es lo que recuerdo de mi niñez. Fue el único bien centrado. Es un año menor que Dragos, bordea los veinticinco. No tengo ganas de involucrarme con él, ni con los demás hermanos D.

—Veo que ya tienes novio —habla Dawson, bebiendo un poco de té que mandó a ordenar con su secretaria. Su aire es muy serio. No hay ningún atisbo de seducción.

Pero, sí es bien apuesto.

Ojos oscuros, llenos de madurez y vestuario que se le apega a su cuerpo. Todo un empresario preparado y con aura que atrae a cualquier fémina.

—No soy su novio —objeta Patrick por mí. He quedado adherida por el cambio que no me he dado cuenta de lo silenciosa que me encuentro—. Es un honor pisar la empresa reconocida del país. Más aún, conocer al vicepresidente Dawson Klein.

Es verdad.

Debo hacer la entrevista.

—Es placer es todo mío, al poder conocer al amigo de mi amiga de infancia —declara Dawson—. ¿Puedo preguntar el motivo de la visita? Pensé que te mudaste de aquí.

Lo hice.

—Una larga historia —contesto sonriendo con incomodidad—. Vine por una entrevista. Debo sacar diez en mi nota para quedar exonerada en unas pruebas.

—Deberes de universidad. —Deja la taza de té sobre su escritorio—. Puedo ayudarte en eso. No tengo ningún problema. —Hace una pausa y aprieta un botón del teléfono de su mesa de trabajo—. Amanda, ¿puedes contactar con el presidente? Dile que más le vale que tenga listo todos los contratos que he dejado, leídos hasta el final y firmados.

—Correcto, vicepresidente —contesta la dichosa Amanda.

Él vuelve a mirarnos.

He quedado sorprendida por sus palabras. ¿Acaso Dragos no cumple correctamente con su rol?

—El presidente, suele escaparse de sus obligaciones —dice Dawson, como si adivinó lo que pensé—. Por ello, destiné a alguien que fuera hasta él y le recordara de su rol de esta empresa.

¿Ir hacia él? ¿Tanto es?

—Oh, vaya —suelta Patrick, sorprendido igual que yo—. No sabía que el presidente Dragos fuera así.

¡Ni yo!

—¿Podemos hacer la entrevista con tranquilidad? —cuestiono con nerviosismo. No quiero encontrarme de nuevo con Dragos—. Así puedes volver a tu trabajo.

—No me incomoda, pero me gusta hacer las cosas rápido —contesta con elocuencia—. Puedes comenzar la entrevista, Halle.

Bien.

Puede que tenga su aspecto frío, pero las palabras que suelta, tienen un tono lleno de calidez. Un Klein amable y a la vez de aspecto frío.

Termino de hacer la entrevista y me voy de aquí.

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Mi idea fue terminar e irme, pero he aquí a un lado del vicepresidente con mi amor no correspondido, enfrente de la oficina del dichoso presidente Klein, quien se lo escucha silencioso desde afuera. En mi cabeza, se originan muchas cosas, como encontrarlo con mujeres alrededor.

Será incómodo verlo con una mujer en sus piernas.

Veo de reojo a Patrick, encontrándolo con una cara entusiasmada. Suspiro e intento sonreír. ¿Tanta emoción es estar en la compañía más reconocida del país? Bueno, debe de serlo. Sin embargo, no puedo sentir el mismo sentimiento.

Conozco a los seis hermanos D de la familia Klein.

—¿Seguro que no incomodamos? —inquiero en un susurro—. Puedo irme con la entrevista que tengo en mis manos.

—Para que tengas una buena nota, debes incluir las palabras finales del presidente.

No quiero.

—Pero…

—Hazle caso al vicepresidente, Halle —concuerda Patrick, tomando mi mano y mirándome con un entusiasmo que contagia. No puedo evitar sonreír al verlo de esta manera—. Muy bonita sonrisa.

—Cállate, idiota.

Medio que Dawson estira la mano para abrir la puerta, esta se abre, saliendo una chica llorando. Nos quedamos congelados, observando su espectáculo deprimente. ¿Un amante?

—De nuevo —susurra Dawson. Suspira y camina adentro. Nosotros vamos detrás, quedando quietos, al apreciar a Dragos de pie y arrimado al escritorio.

La oficina es bien amplia y elegante con un anaquel lleno de películas antiguas en su formato de VHS. Lo adornan cuadros y unas plantas artificiales que dan un toque rústico. Anclo mis ojos en la figura de Dragos. Tiene su traje de empresario con su camiseta de manga larga remangada blanca y su chaleco negro, junto a una corbata rallada de rojo vino que hace juego con su pantalón oscuro y sus zapatos mocasines.

Demasiado atractivo.

Más cuando usa unos lentes, mientras lee unas hojas; sin embargo, las deja al notar nuestra presencia. Su mirada oscura baila en su hermano y en nosotros. Siento mi piel estremecer.




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