Drakkar: ignition

Capítulo 10: El Tabú y sus Consecuencias

Capítulo 10

El tabú y sus consecuencias

 

- Cane?

él sonrió y sentí mi corazón detenerse. no lo había vuelto a ver desde el mediodía de ayer, cuando Carter y yo montamos la escenita para que se largase. me había dolido como el infierno atraparlo en medio de una de sus aventuritas, en especial con esa perra sádica que había planeado hacer picadillo conmigo solo por un comentario que aquí el caballero había hecho.

- sabes que no deberías estar aquí, cierto? - su voz aún mantenía ese eje de diversión, pero algo más se alzaba detrás de su sonrisa.

- lo sé, pero tú también estas aquí. - me excuse, sus ojos dirigieron una profunda mirada a mi brazo y su expresión fue sombría.

- estas heridas.

- lo superare- su rostro se llenó de frustración ante mi respuesta y comenzó a acercarse lentamente.

- no podías dejar que te capturasen y atendieran tu brazo?

me encogí de hombros e inmediatamente lamente hacerlo ya que un fuerte latigazo de dolor me atravesó el cuerpo. intenté esconderlo lo mejor que pude.

- que puedo decir? no me gusta ser una chica fácil.

Caleb me miro, con esos ojos azules por lo que pareció una eternidad e hizo ese extraño gesto de frustración donde sonrió solo para morder su labio inferior y al final soltar todo el aire que tenía dentro.

- ¿Que voy a hacer contigo, Pierce?

sacudió la cabeza y comenzó a acercarse despacio- al menos deja que te cure eso

pero ese simple movimiento fue suficiente para ponerme tensa y volver a marcar mi posición de ataque. mi gesto lo tomo por sorpresa y se detuvo al instante.

- no me dejaras acercarme?

- no

él sonrió y continúo avanzando.

- en serio me harías daño por intentar ayudarte?

- lo intentaría

- al menos sabes que no lo lograrías. - dijo acortando aún más la distancia entre nosotros, ya se encontraba a menos de tres metros de mí.

- Estabas con el escuadrón de Jason? - el asintió, pero no se detuvo- porque no te vi?

- te llevo siguiendo de cerca desde que saliste en la línea de partida, Pierce. cuando vi lo que hacías, solo me escondí y esperé.

- Y no fuiste capaz de ayudarme cuando estuve en problemas? - la incredulidad en mi voz era obvia incluso para mí. - Eres un cobarde, Cane.

- y sin embargo aquí estoy- se detuvo lo suficientemente cerca para que si yo le atacaba las dagas apenas lo rozaran. - dejando que apuntes tus dos punzones hacia mi corazón.

- son dagas- lo corregí- pueden cortar mucho más que tu corazón si las uso correctamente.

- son un bonito accesorio. te las regalo tu novio? - la forma en que lo dijo fue, seca, con un deje de ironía oscura que me dejo en blanco por un par de segundos.

- estas intentando provocarme para que te arranque la cabeza? ¿es eso lo que quieres? - le amenace.

- y crees que te dejare hacerlo?

cerro la distancia que nos separaba en un abrir y cerrar de ojos y sin siquiera pensarlo: ataque. su cuerpo giro rápidamente hacia la derecha, eludiendo mi ataque e inmovilizo mi muñeca con fuerza para impedir el siguiente, mas no iba a terminar allí. Hice un movimiento de manos y cambié mi daga izquierda de posición para golpearlo por su espalda. Cane lo noto y se despegó de mi lo suficiente como para hacerme una llave en la mano que me sujetaba, pero yo fui más rápida, gire en su misma dirección, me tire al suelo logrando soltarme de su agarre, para mi mala suerte la daga que tenía en esa mano salió volando, pero no podía concentrarme en eso, barrí con una patada el aire a mi alrededor para poder alejarlo de mí.

- Has mejorado

- gracias- le sonreí cínicamente antes de volver a embestir

el volvió a esquivar el golpe, pero esta vez no me agarro, si no que retrocedió mientras yo seguía intentándolo frenéticamente. su cuerpo se movió más allá de mis estocadas, como si estuviese jugando. Le lance una patada alta, pero él se alejó de un salto hasta ponerse a salvo.

- ya te cansaste- dijo en tono de burla, pero la verdad era que me faltaba el aire, mis piernas temblaban de tanto en tanto y no iba a poder mantener el agarre de la daga estable por mucho más. la pérdida de sangre no era que ayudase mucho a mediar en la situación.

- si te dejaras golpear esto ya habría terminado.

- sabes que no puedo dejarte hacer eso, Pierce. tengo que capturarte.

- vas a tener que esforzarte más que eso

no podía ganarle en una pelea cuerpo a cuerpo. pero aún tenía ventaja a mi favor.

- oh no! no lo harás- dijo previendo mis movimientos y empezó a correr hacia mí.

yo sentí la daga abandonar mi mano y caer en su funda antes de que mis pies empezasen a moverse. Había jugado este juego miles de veces y si había algo de lo que podía estar segura, era que con habilidades rangers o sin ellas, entre Caleb y yo…era la más rápida.




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