Drakkar: ignition

Capitulo 17: Revelaciones inesperadas

CAPITULO 17: 

Revelaciones inesperadas

 

Daniel J Ryan, apodado durante las últimas dos horas como: siguiente en la lista de los suicidas, era mi instructor de turno. mi visita a casa de Carter había tomado más de lo que planeaba. su hermano había aparecido en medio de nuestro abrazo y lo que había sido un perfecto momento de amistad se convirtió en algo incómodo. para que su hermano no me rebanase con la espada que traía en su mano, tuvimos que explicarle lo que había ocurrido y por qué su hermano menor estaba sangrando. el punto es que me demore 2 horas más en abandonar la herrería y cuando me di cuenta tuve que salir corriendo hacia la puerta sur, para mi mala suerte: ya me estaban esperando…llegue con retraso.

Daniel se había quejado sonoramente por mi falta y había pasado el primer cuarto de hora intentando mostrar lo grande y lo malo que podía ser. la verdad es que mi día no había empezado ni medianamente bien y mi paciencia tenía un límite. Él era como un gatito jugando constantemente con mi limite, estaba a punto de romperlo y probablemente le explotaría en la cara, pero todavía no.

por suerte para él, había empleado los próximos seis cuartos de horas restantes en enseñarme el protocolo necesario para verificar la entrada y salida de cada ciudadano dentro del refugio. lo que me sorprendió era la cantidad de gente que iba y venía sin que nadie nunca lo notase.

- existen 4 entradas principales, 3 de comercio y una de escape en caso de ataque- sus manos se movían rápidamente por el mapa que reposaba en la mesa. intentaba mirar el boceto y comprender con exactitud ¿cómo diablos iba a mantener vigiladas las 8 entradas en un periodo de tiempo tan corto? - el ataque ha provocado que todos estén un poco alterados hasta que el líder y las familias nobles decidan el futuro que le depara el clan. así que no será extraña la entrada y salida de soldados y mercaderes.

- y yo tengo que registrar su hora de salida, llegada, mercancía trasladada, equipamiento, motivo de ingreso o egreso, nombre y apellido y número de identificación, todo eso de cada una de las personas que entren y salgan por la puerta? - quizás no noto la ironía en mi voz, pero me di cuenta que me ignoraba cuando dejo pasar mi mirada atónita.

- no será la única en llevar el registro, señorita Pierce. 

- ya, eso me lo imaginaba.

- no serán tantos como imaginas y una vez que te acostumbres veras que la mayoría de los motivos de salida son los mismos para cada ocasión. no es un trabajo tan pesado.

 quizás para él, pero en mi mente no podía dejar de contar la cantidad de habitantes del clan.

"maldito dragón!!" me queje internamente mientras seguía escuchando todas las cosas que tendría que mantener en orden a la vez que hacia mi guardia.

por suerte (o mala suerte) para mí, pase el resto de la tarde parada a lo largo del muro, mirando en caso de que algo extraordinario pasase. Yo veía todo normal, tranquilo; pero todos se mantenían algo paranoicos. Caleb había tenido razón, los dragones nunca andan solos, así que el clan parecía estar esperando a que apareciesen más en las cercanías....

nada sucedió, inclusive cuando vinieron a relevarme de mi turno al caer la noche.

- te espero mañana a la hora correcta, Pierce- dijo el próximo en la lista de suicidios.

- aquí estaré.

respondí más para mí que para él y simplemente moví mi trasero lejos de allí. ni todos los sucesos del día, ni toda la bazofia delirante del soldado J Ryan habían logrado desviar mi mente del único y verdadero objetivo que ocultaba mi subconsciente. lo único que realmente me tenía intranquila más allá de mi propio drama existencial...

la aparición del jinete dragón en las ruinas.

por esa simple idea mis pies se movían más rápido que mis pensamientos y me guiaron hacia el único lugar en todo el clan donde, si existía la más remota posibilidad de que mis ojos no me hubiesen engañado, pudiese encontrar una explicación.

pero estaba jugando con fuego, apostando todo o nada a mi teoría...la única que quizás podría devolverme el sueño que tanto deseaba.

la puerta de la cabaña se abrió fácilmente permitiéndome pasar a través de la barrera mágica sin dificultad. el interior de la misma era un espacio amplio, para nada ordenado, miles de baúles con su contenido desperdigado por doquier, frascos de pociones, ingredientes, pergaminos, ropa, incluso juraría que pude ver una que otra gema de mitral debajo de todo aquel desorden. sin embargo, detrás de aquel increíble caos, se asomaba la pelirroja cabeza canosa de la mujer más inteligente del clan, la profesora MacGrammer. su diminuta estatura yacía escondida tras todos aquellos objetos que probablemente servirían para algún fin investigativo.

- si...de seguro podría reaccionar si se agrega un poco de esto...- pude escucharla hablando sola.

poco a poco me abrí paso entro todos aquellos...útiles del saber, por llamarlos de alguna manera, hasta que me vi impedida por una enorme montaña de trastes viejos tren el cual aún podía oírla murmurar.

- eh...disculpe. profesora MacGrammer. - intente llamarla, pero seguía absorta en sus pensamientos. supe que me había ignorado por completo cuando un destello de arena dorada salió volando en mi dirección y tuve que esquivarlo antes de que estallase en miles de diminutas partículas. - Profesora!?- llame esta vez un poco más alto esperando que ningún otro destello de magia volase en mi dirección.




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