Drama Queen

Capítulo 6: Sustancias alcohólicas y otras formas de morir socialmente

Capítulo 6: Sustancias alcohólicas y otras formas de morir socialmente

Now payback is a bad bitch, and baby, I'm the baddest. You fuckin' with a savage, can't have this, can't have this. And it'd be nice of me to take it easy on ya, but nah...

Summer—Mérida estaba ahora parada sobre uno de los parlantes y a mi lado estaban Freddie y Patrick, que bailaban apretados de un par de chicas disfrazadas de latas de Coca—Cola y Pepsi. El DJ me había dado un micrófono al ver como yo cantaba todas las canciones que él pasaba, desde Titanium hasta Havana.

Debajo de esa improvisada tarima, un enorme grupo saltaba en mi dirección, coreando conmigo la canción o gritando mi nombre. El resto del alumnado estaba sacándose fotos en la cabina, a juzgar por los flashes que provenían de su interior a cada rato, besándose en los rincones no iluminados del salón o durmiendo sobre las sillas ubicadas a cada lado.

If you talk, if you talk that talk, baby. Better walk, better walk that walk, baby!

Y tan pronto como alcancé la nota alta de la canción, todos comenzaron a gritar, elevando sus vasos de ponche y coreando mi nombre aún más fuerte que antes.

—¡Quien fuera Peeta para meterte los bollos al horno! —gritó un desubicado en el público, y le siguieron así piropos un poco más subidos de tono.

—Me diste, Scarlett —gritó Frank no—se—como—se—llamaba, apuntando a su pecho—. ¿Por qué no vienes a buscar la flecha? —y bajó su mano a sus partes nobles.

Freddie—Hawkeye se acercó a mí y puso su mano en mi cintura, apretándome contra su pecho, y se las ingenió para arrastrarme fuera del escenario, resguardándome de distintas clases de insinuaciones, que variaban desde agarrarme del brazo a intentar tocar cualquier parte de mi cuerpo. Me empujó afuera del gimnasio para que pueda "tomar aire" por que, según él, estaba mareada.

—Claro que no, si eres tú el que esta todo borroso.

Pude sentir la bilis subiendo lentamente por mi garganta, quemándome en el trayecto. Él simplemente palmeo mi espalda, dejando que escupa todo el líquido fuera de mi organismo. O una buena parte de él, al menos. Al parecer, el fresco aire no ayudaba a que pase el mareo sino que simplemente lo acentuaba aún más.

—No quiero imaginar como despertaras mañana, Scar —susurró acariciando mi mejilla, que en esos momentos estaba congelada. A pesar de que la campera que llevaba era obviamente más abrigada que su remera sin mangas, el chico se sentó a mi lado en el cemento y me rodeó con sus brazos, apretándome a su pecho. Y si que resultaba reconfortante.

—¿Cómo es que tú no tienes frío?

Se encogió de hombros. Conociéndolo como lo hacía, probablemente estuviese muriéndose de frío; pero el cerebrito era bastante orgulloso, como había podido comprobar con anterioridad, y jamás iba a admitírmelo. No podía sentir su piel puesto que la chaqueta de se interponía entre nosotros, por lo que acerqué mi mano a su brazo y tracé todo el recorrido de su muñeca a su hombro, tratando de brindarle calor: tal como me imaginaba, su piel se había enchinado por el frío y comenzó a temblar un poco. Sin embargo, no me fue indiferente la dureza que ahora tenían sus músculos.

Cuando apreté un poco su brazo, el simplemente elevó los ojos, clavándolos en los míos, mirándome de una forma penetrante. Sus hermosos ojos marrones estaban ahora completamente oscuros, y podía sentir como si indagara así en mi alma... Él jamás me había mirado de esa forma, lo que me inhibió un poco, logrando así que alejara mi mano de su cuerpo.

—Gracias por sacarme de ahí —musité en un momento de lucidez, y Freddie dejó de estudiarme para entonces brindarme una de sus brillantes y acogedoras sonrisas. Las que antes me parecían encantadoras, y ahora eran completamente seductoras.

—No iba a dejar que esa bandada de monos te gritaran toda clase de improperios —contestó, restándole importancia al asunto al mover su mano como espantando a un mosquito.

Pero para mí, si tenía importancia. Así que me acerqué y le planté un largo beso en la mejilla. Pude sentir su piel calentarse bajos mis labios. Se había ruborizado... ¿Qué tan adorable era eso? Quería pellizcar sus mejillas con mis manos, tal como la tía Jennifer lo hacía conmigo cada vez que la veía.

Fred abrió la boca para decir algo, pero entonces pasó lo impensable: un grupo de ositos de goma se acercó a nosotros y tiró de Fred, logrando que se pusiera de pie, y lo empujaron alejándolo de mí, llevándoselo quien—sabe—a—donde. Mi mente no pudo procesar la situación con la rapidez que hubiese deseado, y solamente me quedé con la imagen de Freddie siendo tironeado por una bandada de ositos de goma de colores brillantes.

Eso había sido raro...

—¡Te he buscado toda la noche, Simba! —canturreó Summer a mi lado, hipando. Me las había arreglado para volver a entrar al gimnasio y encontrar a mis amigos sin tropezar con mis pies o con alguien más, haciendo una escena— ¿En donde te habías metido?

—Estaba con Freddie antes de que lo secuestren esos ositos de goma.

Ella simplemente me miró y asintió, comprendiendo todo lo que acababa de decir. Lo que significaba que ella estaba igual o peor que yo.

Comenzó a sonar Summer de Calvin Harris, y la rubia comenzó a gritar y saltar, arrastrándome al centro de la pista, metiéndome en el gentío de adolescentes borrachos. Era una fiesta demasiado descontrolada para tratarse de un baile de bienvenida, ¿no es cierto? Pues resulta que Ridgewell era conocido por ser un instituto muy poco convencional, lo que traía unas ventajas absolutamente increíbles. No era como si el alcohol corría como agua y los profesores se hacían los desentendidos del tema, pero la falta de profesores "chaperones" hacía que fuera facilisimo ponerle alcohol a los ponches.

Cuando volví a la tierra, observé a mi amiga, a mi lado, que saltaba de arriba abajo, empujando a algún que otro compañero en el proceso. Era efusiva, intensa, a veces un poco insoportable, totalmente enamoradiza e incoherente: Summer Hamilton era el yin de mi yang, tan parecida y tan diferente a mí a la vez. Mi alma gemela existía, y era una extraña adolescente rubia de un metro sesenta que se cruzó en mi camino por una extraña casualidad de la vida.



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En el texto hay: humor, romance, drama amor

Editado: 22.01.2021

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