Capítulo 25: Destapando la olla. Primera parte.
Mi abuela, Edna Evergreen, no se parecía para nada a las típicas abuelas que todo el mundo tiene: no usaba perfumes penetrantes, su ropa tenía cualquier cosa menos lana, no era buena para tejer ni cocinar y su cabello, a pesar de tener algunas canas, seguía siendo del mismo rubio brillante de siempre. Sin embargo, ella tenía uno de esos refranes propios que jamás en mi vida comprendí y, a pesar de la falta del sentido, ahora comienzo a hacerlo.
"Si temes quemarte con el agua, no destapes la olla cuando esté hirviendo."
Y suena estúpido, pero el punto es que detrás de la ingenuidad de la frase, comprendía el punto. Yo temía quemarme con el agua, pero el agua estaba hirviendo y tenía deseos irrefrenables de destaparla.
Diablos, el agua llevaba mucho tiempo hirviendo sin que yo lo notara.
—¡Este lugar es increíble! —exclamó en voz chillona mi rubia amiga, lo suficientemente alto para la escuchara sobre la música que salía de los enormes parlantes que por poco hacían rebotar mi cerebro.
—Lo sé, deberíamos venir aquí más seguido. —respondió Johnny, pero Summer entonces frunció el entrecejo.
—¿Qué?
—¡Qué deberíamos venir más seguido!
—¿¡Qué!? ¡No te oigo!
—Te dije...
Y simplemente rodé los ojos y me puse a inspeccionar, dejándolos gritarse entre sí tranquilos. Ni bien entramos nos recibió una pista de baile con varias bolas de espejos de diferentes tamaños siendo iluminadas por luces de todo tipo de colores, y algún tipo de música electrónica sonaba acribillándome la cabeza mientras las personas bailaban poseídas. Más adelante había una barra con unas cuantas personas atendiendo a la fila que pedía sus bebidas a gritos y delante había unos cuantos asientos con adolescentes charlando entre sí. No pasaba desapercibido que las personas ahí dentro eran, en su mayoría, estudiantes de Ridgewell que festejaban la victoria de las Panteras, tal como nosotros hacíamos, pero de igual manera el lugar —que era casi tan grande como el gimnasio— estaba a rebasar de personas.
—Hola Dave, mi hermano —exclamó Johnny mientras chocaba puños con un hombre de unos 25 años de edad que se aproximó a nosotros con una sonrisa en el rostro—. Ellos son Summer, su novio Patrick —Señalaba con el dedo a medida que nos nombraba— y Scarlett.
—Bonjour, mon amour. —dijo melosamente el veinteañero besandome la mano, aunque era obvio que él estaba bromeando, bastó para hacer que Johnny frunza el ceño.
—Ella es mi mejor amiga —sentenció pasando un brazo por mi espalda protectoramente—, y su novio es el cerebrito más musculoso que verás en tu vida, así que yo que tú tengo cuidado.
—Entendido —rió Dave, captando la indirecta—directa que Johnny acababa de lanzarle, y cabeceó para que lo siguieramos. El color carmesí se había expandido en mis mejillas y no sabía que podría disimular la vergüenza que sentía al menos por la proxima hora—. Hemos decidido abrir la zona V.I.P. para los ganadores y sus amigos, así que ustedes pasan directamente por aquí.
Y luego le dijo algo al guardia que custodiaba la escalera metálica, que con un asentimiento de cabeza nos dejó pasar de inmediato.
—¡Somos V.I.P! —chillé en voz baja a Summer, que dio pequeños saltitos en su lugar.
—¿Y qué pasaba si ganaba Whitmore? —preguntó Patrick, ajeno a nuestra conversación.
—Estarían ellos aquí sentados, y créeme que estoy muy aliviado de no tener Tiburones jactándose de su superioridad durante toda la noche. —respondió Dave negando con la cabeza.
—Llevan tiempo sin poder sentirse superiores a nosotros. —dijo Johnny en una sonrisa con ese tono jocoso.
Dave fue, en su época, uno de los jugadores estrellas de Ridgewell. Luego de tener que retirarse del fútbol americano por una lesión, inició una asociación con una importante cadena de clubes nocturnos e hizo lo posible para traer Sunrise lo más cerca nuestro que se pueda. Un club para mayores de dieciséis en un lugar tan concurrido no tardó en explotar y entonces Sunrise se volvió el lugar más popular de la ciudad.
—Legalmente no podemos venderles alcohol dDijo inclinándose a nosotros cuando nos sentamos en unos de los mullidos sillones—, pero si se sienten sedientos pueden hablar con mi amigo Rupert. —señaló a un muchacho de su edad en un costado del balcón, que nos cabeceó discretamente. Luego de un par de palabras más, Dave bajó las escaleras para seguir recibiendo gente y nosotros nos pusimos de pie para echarle una mirada al lugar desde la altura.
Ni siquiera podría contar sin perder la cuenta rápidamente o aburrirme con facilidad, pero desde nuestro lugar podíamos verlo todo. Y era un total descontrol. Tan pronto una de las canciones de Kesha comenzó a sonar todo el mundo comenzó a bailar frenéticamente, y de cierto modo me alegraba estar un poco más alejada de todo eso.
—Me pareció haberte visto allí bajo, pero no estaba seguro de si era una visión o estaba fantaseando.
Reconociendo la voz rápidamente, me volví con una sonrisa en el rostro para empujarlo un poco juguetonamente. No lo había visto desde el partido, y aunque parezca imposible, él podía volverse más atractivo con apenas intentarlo.
—Pero si es el jugador más valioso. —repliqué con una sonrisa, y él se encogió de hombros ante mi comentario.
—Estoy seguro de que es solamente por que soy el quarterback. —murmuró el capitán cerca de mi oreja, haciéndome chasquear la lengua.
—Estoy segura de que por eso eres el quarterback, Rogers.
Por alguna razón, el pensamiento de Freddie había estado siguiéndome desde el momento en que se separó de nosotros a la tarde y era bueno tener a alguien como Nick cerca que aleje esos pensamientos de mi cabeza. Sin embargo, mi idea de mantener una conversación el chico se vio interrumpida cuando Drake Murphy —A.K.A. el imbécil al que no le molesta estar con la novia de su mejor amigo— subió las escaleras a los gritos seguidos de Chanel Larrose y su séquito del terror.