Capítulo 26: En un lugar especial
—¿A dónde me llevas? —pregunté por enésima vez.
—Tú solo sigue caminando. —respondió él con una sonrisa por enésima vez.
Luego de que me sintiera algo mareada, y para nada tenía que ver con el juego, Nick sugirió que sería buena idea llevarme a quien—sabe—donde. Tuve que quitarme los zapatos luego de que, unas cuantas cuadras más adelante, mis pies comenzaran a doler debido a lo rápido que él me hacía avanzar.
—Nick, ya no... ya no puedo más —bufé, apoyándome contra el tronco más cercano que encontré—. ¿Queda muy lejos?
—Colina arriba —dice, y señala al verde pastizal que comienza a alzarse frente a nosotros. La calle terminó cuando nos adentramos en un parque infantil y, metros adelante el pasto se curvaba hacia arriba, lo que me parecía imposible de recorrer en esos momentos—. Sube a mi espalda, Scarlett.
—¿Qué? Ni loca. —reproché, pegándome más al palo, y entonces él rodó los ojos.
Comenzaba a perder la paciencia conmigo.
—Ya lo hicimos antes, podemos hacerlo ahora.
—Si, pero... ahora traigo falda. —me excusé.
Una corta risa salió de su boca, y entonces él se puso delante de mí a espaldas. Sabiendo que tenía pocas posibilidades, di un salto rápido y quedé prendida al quarterback como un koala mientras pasaba mis manos sobre su cuello, cuidando no pincharlo con la punta del tacón. Agarró mis muslos con fuerza y comenzó a subir la colina mientras mis mejillas ardían en fuego.
—Así que Scarlett Evergreen se siente atraída por mí.
¡Oh, mierda! Sabía que tarde o temprano traería el tema a colasión pero... vamos, ¿tan pronto?
—Sentía —aclaré de inmediato—. Tiempo pasado, pasó mucho tiempo entonces.
—¿Como cuánto? —preguntó con interés, y mordí mi labio inferior para no gritarle de rabia en la oreja.
—Dos, tres años.
Y muy en el fondo sabía que mentía. Es decir, era Nick. El chico soñado.
Su reciente cercanía había tenido efecto en mí, aunque odiase admitirlo, y el hecho de conocerlo cada vez más a fondo hacía que lo vea con otros ojos.
Lo que no significaba que él me gustara, digo... Diablos, no.
—Dos o tres años. —repitió con tono de burla, y comencé a golpear su espalda con fuerza.
—¡Deja de burlarte, patán!
—No me estoy burlando, solamente creo que es una información... interesante.
—Es una información inútil.
Dio un pequeño salto que me hizo saltar a mí también en su espalda, y con el golpe di con todo mi pecho en su espalda, así que proferí un quejido. Nos quedamos en silencio por lo que me parecieron minutos interminables hasta que, finalmente, me pidió que me bajara de su espalda.
Cuando lo hago, veo el lugar al que me ha llevado: aunque no lo pareciera a simple vista, aquella colina era lo suficientemente alta para poder ver las casas a lo lejos y quedaba lo suficientemente cerca para ver la luz de la luna reflejarse sobre el pequeño lago artificial que habían hecho unos años atrás. En el centro había un árbol muy grueso de ramas bajas y pesadas, y aunque me hice una idea de lo que él pensaba hacer, me sorprendí cuando comenzó a trepar el tronco elevándose rápidamente del suelo.
—¿Estás loco? —grité cuando se sentó en una rama larga y gruesa que sobrepasaba mi altura.
—Sólo por ti, muñeca. —gritó él en el mismo tono que yo.
De inmediato sentí el calor invadir mi rostro y me imaginé que estaba colorada hasta las orejas, pero de nuevo, la oscuridad me ayudó a que esto no sea notado. Resoplé lo suficientemente alto para que lo oyera, y recibí como respuesta una sonora carcajada.
—¡Vamos, ni siquiera es tan alto!
—¡Ya te dije que tengo falda, Rogers!
—¿Y quien te verá? ¿Yo? Por si no lo notaste, ya estoy arriba. —puntualizó, señalándose a si mismo con el dedo, dejándome rápidamente sin más pretextos.
Alterné el peso de una pierna a otra repetidas veces antes de finalmente dejar caer los brazos. De todas formas, nunca fui esa clase de princesas pensé antes de tirarle los zapatos a Nick y comenzar a asirme de las cortezas del árbol para comenzar a subir, y unos pocos centímetros más adelante ya me encontraba en la misma rama que el quarterback, quien me ayudaba a que no cayera de culo al suelo.
—Es hermoso. —admití involuntariamente.
Frente a mí, observaba cómo todas las farolas que rodeaban al pequeño lago se reflejaban en el agua en reposo, y la luna ponderaba mostrándose tan llena y cercana que creí que podría tocarla al estirar las manos. No puedo mentir, era un lugar muy agradable, y el silencio que se había instaurado hacía más acogedora la escena que era ambientada únicamente por el sonido de unos cuantos grillos.
—Lo se, creo que es el único lugar en el mundo en el que me siento... libre.
¿Libre? pensé, y él lo notó, por que siguió hablando sin que se lo pidiera.
—Libre de presiones, libre de deberes —prosiguió, mirando al agua quieta—. Es difícil sentirte de esta forma cuando empieza la temporada y toda la responsabilidad recae sobre mis hombros.
—Creí que te gustaba ser el quarterback. —admití, y él de inmediato asintió con la cabeza.
—Lo hago, pero no es algo fácil. Todo el mundo espera que traiga la copa cada año, ¿sabes? Y tengo que asegurarme de no cometer ningún error, por que eso significaría que fracasé.
De alguna forma, comprendía lo que estaba diciéndome. Por que yo sentía lo mismo.
De maneras muy distintas, por supuesto.
Ser la protagonista femenina en las obras escolares suponía todo un reto, por que siendo yo la presidenta del club de Drama debía asegurarme de mantener a todos a raya y hacer el trabajo interno que Heather no podía hacer desde afuera. Vestuarios, escenografías, cerciorarme de que todos sepan sus líneas y recuerden sus pasos. ¿Quién dijo que era algo fácil? Es fácil equivocarse y echarlo a perder todo, y todo el mundo te recordaría por haber fracasado, pero nadie se pone a pensar en lo duro que trabajaste para no cometer errores cuando las cosas salen bien, y por eso la gente piensa que es simple.