Capítulo 28: Cuando Sandy conoció a Danny
Sostuve la puerta con la mano esperando que él pasara, y una vez que lo hizo la cerré con cuidado de no hacer ruido y despertar a todo el mundo. Pero no es como si ellos me importaran, honestamente. Lo observé sentarse en mi cama, y me quedé parada de brazos cruzados haciendo fuerza para no echarme a llorar mientras él rebuscaba en su cerebro qué palabras usar conmigo.
—Apenas iniciamos las clases, comencé a enviar solicitudes para universidades —comenzó a decir, y llevé una mano a mi boca nerviosamente. Él lo notó y se puso alerta, con la espalda totalmente recta y golpeando una mano con la otra nerviosamente—. Envié cartas a cinco universidades, y recibí respuesta de tres de ellas el mes pasado. Entré —dijo, haciendo una media sonrisa que nunca llegó a su rostro—. Toda mi vida he querido entrar a Yale, siempre fue mi primera opción, y ellos me han ofrecido una beca completa para estudiar allí.
Abracé mis hombros y elevé un poco mis comisuras, a pesar de la pesadumbre que sentía en esos momentos es cierto que Freddie ha soñado con entrar a Yale tanto como yo he soñado con entrar a NYU.
—¿Por qué me lo ocultaste? —pregunté, borrando todo rastro de sonrisa de mi rostro y llamando su atención. Llevó ambas manos a su cabeza y las entrelazó detrás de su nuca, tal como había hecho anteriormente.
—No creí que lo tomaras bien, Yale queda en Conneticut y tú quieres ir a New York.
—Claro, por que esta fue claramente una mejor idea que decírmelo en primer lugar. —bufé rodando los ojos, y él se puso de pie, haciéndome trastabillar cuando di un paso hacia atrás.
—Las cosas estaban yendo a la perfección, temí que esto lo echara todo a perder —puso sus manos en mis brazos, y quedé estática bajo su tacto—. Me gustas mucho, Scarlett. Desde hace mucho tiempo, y no quería que todo esto arruine eso.
—Las cosas no funcionan bien —sentencié, mirando al suelo—, estamos juntos desde hace como... ¿tres meses? Tenemos problemas, tú te alejas de mí y yo no puedo... no puedo hacerme cargo de esto también.
—¿Hacerte cargo? Scarlett, haremos esto juntos. —buscó mi mirada, y cuando rehusé a ella él me tomó por la barbilla subiendo mi cabeza hasta dar con sus ojos marrones. Podría haberlo hecho si no lo hubiese visto tan roto en su mirada, pero el hecho de que yo anhelara de esa forma verlo a los ojos me hacía sentir estúpida segundo tras segundo.
Moví la cara, deshaciéndome del tacto de Freddie, y bajó la mano dando un suspiro.
—Aún no explicas por qué estabas en lo de Sue. —mencioné. Asintió con la cabeza y volvió a sentarse en mi cama, dándome el espacio que estaba esperando.
—En un mes son los exámenes de capacidad, y aunque estoy dentro si quiero, una mala nota podría hacerlos cambiar de opinión —explicó— y no quiero arriesgarme. Susie está ayudándome a estudiar casi todas las noches.
—¿No podías decirme eso por teléfono? —gruñí, mirándolo directamente.
—Había estado peleando con mi padre minutos antes, no estaba en el mejor de mis momentos. —se rascó la nuca, luciendo bastante nervioso. De hecho, ha estado con la guardia alta desde que entró, y no puedo culparlo porque he estado de la misma forma desde que lo dejé pasar.
No dije nada más, simplemente seguí cruzada de brazos contando los segundos. La pesadez de la situación era visible y la tensión podía cortarse con una tijera para niños, además de que cada vez era más difícil para mí controlar las ganas de echarme a llorar en ese mismo instante.
—Creo que deberías irte.
Apreté los ojos con fuerza cuando oí la puerta cerrarse, y pensé que quizás Summer había salido antes para ver a Patrick antes de clases. No sabía que hora era, y honestamente tampoco me importaba, sólo quería quedarme en mi cama todo el día, quizás eso aliviaría un poco la sensación molesta que invadía mi pecho y tiraba de un nudo en el centro de mi estómago.
Me desperecé, estirando mis brazos a los costados y di contra algo duro que no tardó en soltar un quejido. Pegué un pequeño sobresalto y tuve que contenerme de gritar cuando voltee la mirada y observé a Nick Rogers dormir pacíficamente a mi lado usando solamente pantalones de pijama —lo que, no se si están informadas, es una gran distracción—.
Me apoyé de costado sobre mi cadera, quedando frente a frente al muchacho, y fue cuando Nick estiró la mano para colocarla en mi cintura y tirarme hacia delante, empujándome a su pecho, que me di cuenta de que él también estaba despierto. O quizás lo había despertado yo, quien sabe. Balbuceó algo en voz baja y colocó su cara en el hueco de mi cuello entre mi cabello, provocándome pequeñas cosquillas cada vez que su respiración lenta pegaba sobre mi piel mandando escalofríos directamente a mi espina dorsal.
—Despierta, dormilón. —murmuré, moviendo su pierna con la mía con un poco de fuerza, pero era difícil moverme: él me tenía por la cintura y era jodidamente fuerte, aunque no lo crean.
—No quiero. —resopló con una voz infantil que me hizo reír y luego pude sentirlo sonreír sobre mi piel, y reparé en lo cerca que estábamos uno del otro. ¿Cómo es que esto no era incómodo?
—Nick, debes despertar. —dije en voz más alta, él lanzó un quejido largo y sonoro que se extendió hasta que dejó de abrazarme y pude liberarme de su cuerpo aunque no me moví demasiado.
—Es domingo, mujer —gruñó con voz grave entre quejidos—, debería ser ilegal que te despierten tan temprano.
—Ni siquiera sabes si es temprano, mentiroso.
—Puedo sentirlo —argumentó él—, cada fibra de mi cuerpo me grita que es demasiado temprano para un domingo. ¿Qué hora es? ¿9, 10 de la mañana?
Miré el pequeño reloj en la mesa de luz sobre mi hombro y vislumbré las manecillas del reloj rápidamente—: 7:45.
Nick lanzó un quejido que se mezcló al segundo con un lloriqueo y volvió a atraparme por la cintura con su brazo, pegándome a su pecho, diciéndome de manera implícita que él no tenía planeado moverse de ese lugar.