Capítulo 40: Montaña Rusa
En esos momentos, deseaba tener la cabeza de Johnny en una estaca.
A pesar de que en un principio no me pareció la gran cosa, diablos que era la gran cosa. Sentía como si un pequeño buda estuviese tocando un gong en mi estómago, cada vez con más fuerza. O probablemente solo sea el sonido de mi corazón queriendo salirse de mi pecho del miedo. Quizás ambas.
—Nick... —grité sobre el ruido que hacían los demás cuando el juego comenzaba a arrancar. Recuperé mi mano, que estaba sobre el regazo del chico, y la apreté con fuerza alrededor de la cosa metálica sobre mi pecho. Él me miró confundido— Cambié de idea.
—¿Qué dices?
—Que cambié de idea, me quiero bajar.
Cuando frunció el ceño entendí que él realmente no podía escucharme, y aunque no esperaba que él intentase parar el juego de todas formas, me sentía de alguna forma inusualmente desprotegida.
—¡Realmente quiero bajarme!
La pesada maquina siguió moviéndose y justo ahí, cuando se acercaba al borde de ese acantilado de metal, recordé esa ridícula escena de Destino Final en la que todos morían en una montaña rusa de formas extrañamente aterradoras y poco probables, pero en mi mente podía empezar a imaginar un escenario similar. Apreté mi único soporte hasta que mis nudillos se volvieron blancos.
La punta de la larga fila de carros se acercó al acantilado e, inevitablemente, miré hacia abajo. Parecían kilómetros de caída en picada a una muerte segura. Esperé a que el juego avanzara rápidamente, pero en cambio quedó haciendo equilibrio unos segundos, provocando que todo el mundo gritara, cuando era el primer carro el que estaba casi suspendido en el maldito aire.
Y justo cuando estaba por resignarme a que me quedaría toda la tarde allí arriba... sucedió. El juego reaccionó, empujando frenéticamente a todos los carros hacia delante en una velocidad frenética mientras daba vueltas en el aire, causando que sólo viera imágenes difusas, escuchara alaridos detrás de mí y sintiese la bilis subirse por mi garganta, quemando el trayecto que trazaba.
Cerré con fuerza los ojos, pero el movimiento sólo provocaba que me asustara más y me mareara el doble, así que simplemente abrí los ojos y esperé a que todo eso pasara. No voy a mentirles, fueron los minutos más largos y tortuosos de mi vida mientras esperaba a que esa monstruosa máquina dejara de dar vueltas en círculos que casi nos dejaban suspendidos en el aire y giros veloces, hasta que paró en el exacto punto el que comenzamos, quedando unos segundos estático en el lugar.
Esperé a que se subieran las barras de seguridad y me dejaran libre, pero eso no pasó. Y de inmediato lo supe, sólo lo confirmé cuando el juego comenzó a avanzar hacia atrás, primero lentamente y luego subiendo la velocidad segundo tras segundo, recuperando el ritmo nuevamente. No fueron minutos después, en los cuales me ocupé de mantener mi almuerzo dentro de mi estómago la mayoría del tiempo, cuando el juego frenó y se empezó a escuchar la monótona voz del encargado nuevamente. La barra se levantó, pero yo me quedé dura en mi lugar, a pesar de que en los vagones de atrás la gente comenzaba a levantarse entre risas y griteríos.
—Creo que eso salió bastante bien, ¿no?
La voz de Nick perforó mis oídos e hizo eco en mi cabeza, pero no sopesé mucho en sus palabras, sino que sentí como la bilis finalmente subía por mi garganta irrefrenablemente. Abrí los ojos de par en par ni bien me di cuenta, salí del juego, pasando por encima de él, y corrí hacia la salida empujando a todas las personas que se metían en mi camino. Llegué a un basurero lo suficientemente alejado a la multitud que hacía fila para entrar al Destornillador y vomité todo mi almuerzo, volviendo esta la peor salida del año, oficialmente.
—¿Estás bien, muñeca? —preguntó preocupado detrás de mí, levantando el cabello de mi rostro. Apoyé mis manos en mis piernas, quedando agachada mirando directamente al suelo, y asentí como pude con la cabeza.
—Solo... no creo volver a subirme —le dije levantando un poco la mirada, y lo vi fruncir el ceño—. Nunca jamás en mi vida.
Me dedicó una media sonrisa, y me tomó por el cuello cuando empezamos a caminar hacia donde estaban los demás. Hice buches con la botella de agua que tenía Johnny en la mano y luego escupí el líquido a un costado, haciendo que el rubio frunza el ceño.
—Te comportas como cavernícola, Scarlett.
—Y tú como una diva.
Entrecerró los ojos en mi dirección, agitó su cabello con su mano y miró a otro lado despreocupadamente. Gracias por probar mi punto, John.
—¿Quién quiere volver al Destornillador? —exclamó Pat levantando las manos al aire, y yo di un paso hacia atrás chocando con Nick, que de inmediato comienza a reír.
—Creo que nosotros pasamos. —dijo, pasando un brazo sobre mis hombros, apretándome luego hacia él.
—Pues yo quiero volver a subirme —afirmó el rubio con un asentimiento de cabeza, y Summer a su lado lo acompañó golpeando ambas manos repetidas veces—. Ustedes pueden ir al túnel del amor o alguna de esas mierdas que sirven para darse el lote. —levantó ambas cejas sugestivamente.
Mis mejillas se tornaron rojizas nuevamente. Entre los comentarios desubicados de Johnny y esas pequeñas acciones de Rogers que me tomaban de sorpresa... terminaría convirtiéndome en un tomate en cuestión de tiempo.
—Lo tomaré en cuenta. —contestó divertido, golpeando el hombro del rubio con poca fuerza aunque el otro se frotó el lugar con cara de pocos amigos al quarterback. Exagerado.
Nos separamos de ellos cuando volvían a hacer fila para entrar a esa estúpida maquina del terror, entonces empezamos a caminar hacia la dirección contraria, buscando algún juego que valga la pena el dinero y el tiempo.
—Este lugar es enorme —bufé, apoyándome contra uno de esos postes que tienen el mapa del parque dibujado—, ¿cómo es posible que no encontremos ninguna atracción que no tenga nada que ver con Jay Jay el Avioncito, Thomas la Locomotora o cualquier otro medio de transporte con cara aterradora?