Capítulo 42: Dramáticos contra deportistas
Al fin era martes. La espantosa semana de exámenes había finalizado esa mañana y, luego de que diera todos mis exámenes tras muchas horas de estudio junto a Nick en Historia y Freddie en la mayoría de las demás materias, era libre al fin. No estaba totalmente segura de que fuese a sacar una A+ en todos ellos, pero podía jurar que los había aprobado por la sencilla razón de que nunca antes en mi vida estudié tanto para nada.
—Nunca te propongas competir conmigo, Muñeca —pinchó él, mientras jugábamos con la consola que Johnny siempre dejaba en mi habitación a un juego de zombies en el que Nick era mi compañero y teníamos que avanzar sin terminar siendo plato principal de estos lentos—, por que yo siempre gano.
—No estaría tan segura —bufé estrechando los ojos después de darle a un zombie al lado de la cabeza de mi compañero—. Acabo de salvar tu trasero, de nada.
—Ni siquiera estaba tan cerca.
—Claro que si, ella está haciendo que comas el polvo, hermano —comentó Johnny desde mi cama, observando todo mientras se devoraba un paquete de papitas—. Esa es mi chica.
Nick giró, lanzándole una mirada amenazadora sobre su hombro al rubio, que empezó a refunfuñar al instante—: ¡Ella es mi mejor amiga! La conozco desde mucho antes que tú, zopenco, y eso la transforma en mi chica.
—No fastidies, Johnny —resopló Patrick, que leía "El Club de la Pelea" desde la cama de Summer. Si, el realmente lo estaba leyendo, pueden pedir un deseo—. Ella tiene novio ahora, supéralo.
—¡Scarlett! —Exclamó él abriendo mucho los ojos, entonces giré a verlo y le dediqué una amplia sonrisa.
—Dejen de molestarlo. —advertí en vano, pero los próximos diez minutos se trataron de ellos fastidiando a mi mejor amigo mientras le decían cosas como que iba a olvidarme de él y que ya no tendría tiempo para él.
—Son unos imbécilos. —gruñó de cara al acolchado de mi cama, luciendo como una de esas alfombras de oso que suelen verse en las casas de los cazadores en las películas.
—Esa palabra ni siquiera existe.
—¡Ahora tampoco puedo decir "imbécilos"! Soy Divergente, idiotas, no puedo ser controlado.
Acto seguido, una pila de almohadones y los peluches de mi rubia compañera de cuarto cayeron sobre el cuerpo de Johnny, cubriéndolo casi totalmente, pero él no se movió y quedó estático en su lugar.
—Y así, es como se gana. —dije, fingiendo soplar la punta de una pistola en mi mano. Nick tiró el mando cuando su lado de la pantalla se tiñó de rojo y comenzó a rezar "you lose", mientras que mi partida finalizó segundos después cuando llegué a zona segura antes de que a él le comiera la cara un zombie.
—Estaba distraído —se defendió él, y entonces el rubio rió debajo de la pila y gritó "esa es mi chica" nuevamente—. ¡Todo es culpa de Johnny!
—Claro que no, simplemente soy mejor que tú —me crucé de brazos—, acéptalo.
—Jamás —siseó en mi dirección, y luego una sonrisa divertida se formó en su rostro—. Debo irme, Muñeca, pero cuando gustes te jugaré la revancha.
Depositó un corto beso en mis labios y con un saludo general se despidió de los chicos, para luego salir por la puerta. Patrick me dedicó entonces una sonrisa que me decía "estás hasta la médula y yo lo sé", mientras que el teléfono de Johnny comenzó a vibrar, haciendo que él lance un grito sonoro y cayera de costado al suelo desarmando gran parte de mi cama recién hecha. Que imbécilo.
—Es Heather —comentó sin levantarse del suelo con el teléfono a centímetros de la cara—, dice que vayamos ya mismo para la radio porque quiere despedirse de nosotros antes de salir para Idaho.
—¿Heather es de Idaho? —preguntó Patrick, a lo que nosotros hicimos caso omiso. En cambio, nos pusimos de pie y nos dirigimos juntos a la salida— Oigan, ¿no van a responderme? ¡En serio no lo sabía! ¡Chicos...!
Y cerramos la puerta detrás de nosotros al salir. A los minutos, Patrick nos corría escaleras abajo por haberlo dejado con la palabra en la boca gritando que también nosotros "deberíamos volvernos mimos luego que nos haga tragar las lenguas."
Él aseguraba que eso nunca había pasado, pero me permití dudar al respecto.
***
Heather golpeteó una vez más el vidrio con sus nudillos y nos vio unos segundos antes de sonreír y salir por la puerta de la cabina de Wesley. Ella lucía como si estuviese enviando un hijo a la guerra, pero la verdad es que nunca se había perdido una sola transmisión y, cuando se enteró que la salud de su padre empeoraba y que el único avión que saldría el martes hacia Idaho era durante el horario del almuerzo (y por ende de TLBC), tuvo que replantearse entre salir el miércoles a la noche y llegar allí el jueves a la mañana, cuando todos hubiesen llegado y hubiesen tenido la "tradicional ronda country" en la que, como es obvio, habían un fogón que duraba hasta el amanecer en donde cantaban... pues, country; lo que es un tanto extraño ya que su hogar está muy, muy lejos del sur del país.
—También te echaremos de menos, Heather —le dijo Freddie a su micrófono con un dejo de tristeza. El cartel rojo de "On Air" llevaba encendido el último cuarto de hora en el que, en el sitio web de Ridgewell, los espectadores se debatían entre los "pros" y "contras" de la cancelación de todos los exámenes finales o, sencillamente, la eliminación de ellos por siempre; nosotros, como siempre, debatíamos por nuestra cuenta leyendo mensajes o exponiendo nuestras posturas: Freddie y yo en contra de la suspensión —¿se imaginan lo espantosa que sería nuestra educación sin ellos?—, Patrick y Johnny a favor, mientras Summer se mantenía con un pie en cada bando indecisa.
Un suspiro colectivo inundó la sala, donde nos quedamos taciturnos unos segundos.
—Mi punto es —retomé— que los exámenes no pueden suspenderse por que sí. ¡Esto no es Hogwarts, gente! Vivimos en un mundo muggle sin trolls, piedras de la vida eterna, prisioneros de askaban, diarios encantados, copas de los magos u órdenes del Fénix. No tenemos a un Voldemort que esperé a fin de año para atacar, nadie es tan considerado.