Capítulo 44: El amor es un campo de batalla (Parte 2)
—Que los juegos comiencen, Rogers. —dije con una sonrisa mientras apuntaba mi arma hacia el capitán.
Él se tiró al suelo justo cuando mi disparo dio contra la madera detrás de su cabeza y se arrastró en el sucio piso de madera hasta llegar a su arma, pero no pudo sujetarla entre sus manos porque una munición rozó la palma de su mano.
—¡¡Oye!!
—Jamás dije que sería suave contigo, Capi. —grité para hacerme oír sobre los sonidos de la guerra que se desataba debajo de nosotros, ya que aparentemente la "zona de riesgo" se había mudado hasta aquí, atrapando a Freddie y Summer, quienes esperaba que sigan con vida.
—Si alguien debería tener cuidado aquí, eres tú. —respondió, y entonces agarró el arma entre sus manos, levantándola en mi dirección.
Me puse en cuclillas, evitando por mucho el disparo de él, y en un rápido movimiento conseguí quedar a su lado, apuntando mi arma de pintura en su pecho hasta ahora limpio—: Tienes un minuto para convencerme y evitar que te elimine del juego, Capitán.
Bien, por más que intentara hacerme la Rambo, la verdad es que el cuerpo me dolía como la mierda y no podía regular bien la respiración, por lo que daba grandes bocanadas de aire.
—Eso será fácil. —sonrió, y luego tomó mi brazo para que caiga de trasero a su lado, tirando así mi arma al suelo con poco cuidado, y una vez que quedé cerca de él, colocó su mano en mi nuca para tirar de mí hasta acercarme a su rostro.
Dejé que atrapara mis labios con los suyos y no dudé ni un segundo en seguirle el ritmo, nuestras bocas casi danzando al compás de nuestras dificultosas respiraciones. Por mi parte, sentía el corazón latir desbocado en mi pecho como señal de que jamás podría llegar a acostumbrarme a ese roce, y saltó aún más cuando Nick introdujo su lengua a aquel beso, invitando así a la mía. Enredé mis dedos en su cabello, que estaba cada vez más largo, enviándole una especie de señal puesto que él se apretó más a mi cuerpo al sentir mi tacto alternándose entre su cuello y su cabello.
Luego de unos minutos eternos en los que dejé de escuchar, ver o sentir cualquier cosa más que Nick, los sonidos del tiroteo de abajo me trajeron a la realidad, pinchando en mi pecho la culpa al darme cuenta de que abajo estaba perdiendo cada vez más y más rojos mientras yo me besaba con el capitán del enemigo.
—¿Y? ¿Me has perdonado la vida, Muñeca? —preguntó con una sonrisa cuando apoyó su frente a la mía, manteniendo los ojos aún cerrados.
—Sólo por esta vez.
Abrió los ojos y me dio un corto beso en los labios cuando siento un fuerte estallido y veo como un disparo da en el piso cerca de mi pierna, atrayendo la atención de ambos y haciéndome dar un grito de terror por el susto. Alguien entró por la puerta de la casa del árbol y nos observaba con el arma aún en alto.
—¡Nosotros estamos matándonos unos a otros aquí abajo ¿y tú te das el lote con la capitana de los rojos?!
—¿Qué demon...? ¿¡Patrick!? —exclamé al reconocer su voz, y entonces tomé mi arma a unos metros de mí, dispuesta a contraatacar.
—Lo siento, Fosforito, pero adoro la violencia. —sonrió, y volvió a disparar sólo que esta vez más cerca.
Me arrastré como pude hasta quedar más cerca de la bandera azul, esquivando como podía las bolas de pintura que salían del arma de Pat, haciéndolo el doble de difícil puesto que él manejaba el arma mucho mejor que yo. Una vez que quedé con la espalda apoyada en la pared, chocando con la tela de la bandera azul, observé como los dos me miraban con los ojos muy abiertos.
Me tomó tres intentos darle en el brazo a Patrick, manchando la pared con distintos colores justo a tiempo de quedarme sin minuciones en mi arma. De inmediato, estiré mi brazo hasta que mis dedos hicieron contacto con la bandera azul y Nick por poco se tira encima mío para impedirlo.
—¡La tenemos! —exclamaron debajo un grupo de chicos, seguido por un grupo de vitoreos y abucheos que se propagaron rápidamente, desviando la atención.
Rogers me miró triunfante antes de asomarse junto a Patrick hacia la ventana para ver como acaban de tomar nuestra bandera. Afortunadamente para mi, tuve tiempo de cambiar las municiones de mi arma y tomar la bandera azul entre mis manos antes de que se dieran cuenta de que lo que sostenían en alto era solamente la bandana del capitán, pero para ese momento yo ya había sacado la mitad de mi cuerpo fuera de la ventana y ondeaba la bandera azul con una sonrisa victoriosa en el rostro.
Fue cuestión de tiempo antes de que mi equipo profiriera en gritos y vitoreos, chocando puños entre sí o incluso haciendo bailes ridículos. Desde arriba distinguí a Freddie y Summer, ambos con manchas en su mameluco verde, hacer un ridículo baile que los hacía lucir como gorilas; metros más adelante, Johnny gritaba cosas inentendibles para mis oídos, festejando la victoria de los rojos y ganándose miradas furibundas de sus compañeros azules —es decir, sólo fue con el azul porque era el equipo de los deportistas— y, un poco más lejos, observé a Chanel extender ambos brazos al cielo y gritar eufórica seguida por el grupo de porristas que habían servido de refuerzos, gran parte de las cuales tenían manchones de pintura sobre el cuerpo. Chanel sonrió cuando elevó un pulgar en mi dirección e, inconscientemente, imité la acción.
Cuando me volví, noté que Patrick ya estaba debajo con los demás mientras que yo quedé a solas con Rogers. Una sonrisa condescendiente comenzó a tirar en mi rostro, la cual dejé estar—: ¿Cómo te quedó el ojo, cariño?
—Vale, debo aceptarlo, eso estuvo bien jugado. —dijo cruzándose de brazos en mi dirección. A él se lo veía bastante molesto por la situación.
—¿Bien jugado? Te pateé el trasero —me burlé, acercándome lentamente a él— en un juego de video y en la vida real...
—Oye, eso no...
—...y será un placer para mí recordarte esta victoria cada vez que dudes si soy mejor que ti.